Gente Triste: The Cure

Un nuevo domingo triste acompaña un nuevo mes que comienza. Si pensábamos que el 2020 fue terrible, pareciera ser que el 2021 no se quedará atrás, y solo podemos pensar en una banda capaz de capturar el sentimiento de desesperación, frustración y tal vez una obligada resignación que se vuelve necesaria para lidiar con un mundo cada vez más caótico, destructivo y destruido. Ellos son, por supuesto, The Cure.

Banda ícono de la escena alternativa, la agrupación fue formada el año 1976 en Inglaterra, después de tres años de proyectos musicales que por distintos motivos finalizaron. Su nombre fue Easy Cure por un tiempo, pero pronto adoptaron el título con el que los conocemos y con el que se hicieron tan famosos durante los 80’s y 90’s. Por ella han pasado más de cinco ex integrantes, sin embargo su formación actual consta de Robert Smith en la voz y en la guitarra, Jason Cooper en la batería, Roger O’Donnell en los teclados y el piano, Reeves Gabrels también en la guitarra y Simon Gallup en el bajo.

Fue en 1977 que, después de ganar un concurso de talentos, la banda consiguió un contrato con el sello discográfico Hansa Records. Grabaron maquetas, pero el sello no estaba conforme y le ofreció a la banda reversionar a distintos artistas, alternativa que rechazaron y que llevó a un quiebre de contrato. Al año siguiente Porl Thompson abandonó la agrupación y el trío formado por Robert Smith, Michael Dempsey y Lol Tolhurst fue rebautizado como The Cure.

Contratados por el recientemente formado sello Fiction Records, The Cure lanzó su primer sencillo, «Killing an Arab», que fue inspirado por la novela «El Extranjero» de Albert Camus. Fueron acusados de racismo, instancia que hasta la actualidad ha sido la mayor polémica de la banda, pero ellos pronto negaron estas acusaciones, ya que la letra de esta solo recreaba un momento importante del libro en el cual se inspiraron. Aún así, en el futuro el nombre de la canción fue cambiado en numerosas ocasiones, dándole una connotación que el público no pudiese considerar como racista.

«Three imaginary boys», álbum debut, vio la luz en 1979. Tenían un aire post-punk y las divagaciones filosóficas y existenciales que tanto los caracterizan ya se hacían presentes en ese instante. La crítica fue diversa: Por un lado recibieron halagos, pero por otro lado se les interpretó como una banda que pretendía mostrar un existencialismo barato y falso. La banda estaba de acuerdo con esta connotación, pero no por el trabajo que ellos mismos hacían, sino porque el sello estaba interfiriendo en sus creaciones e intentaba mostrarlos de una manera comercial que generaba una clara disonancia con respecto a la creación musical.

Mientras The Cure se presentaba como banda de apoyo para un tour de Siouxsie and the Banshees, John McKay, guitarrista de tal agrupación, decidió abandonarla. Fue Robert Smith quien tomó este rol, instancia que lo marcó musicalmente y lo inspiró a experimentar con otros sonidos. Michael Dempsey dejó su labor como bajista y el lugar fue tomado por Simon Gallup, quien fue definido por el mismo Dempsey como “perfecto” para ese “camino demasiado oscuro y sin concesiones”.

Los inicios de los ochenta estuvieron marcados por el dark wave y por un ritmo de creación vertiginoso. «Three imaginary boys» se transformó en «Boys don’t cry», una reedición con más canciones que, por supuesto, incluyó la homónima. 1980 nos trajo la oscuridad «Seventeen seconds», donde destacó el sencillo «A Forest», y un año después pudo ser escuchado «Faith», un LP inspirado por la pérdida de fe religiosa y la depresión que sufría Robert, quien a sus 21 años ya se sentía viejo y no encontraba sentido alguno a la vida.

Este constante estado de introspección se vio reflejado en sus presentaciones en vivo, donde en ocasiones el vocalista tenía que abandonar el escenario, afectado por este existencialismo que lo consumía. «Pornography», de 1982, terminó de lanzarlos a la fama, y además reforzó el lugar que tenían dentro de la escena gótica. La agrupación habló de esto el 2006, asegurando que probablemente eran post-punk en sus inicios, pero que no es posible categorizarlos en un género musical, y que es triste que se les siga llamando góticos a The Cure.

Simon Gallup dejó la banda, pero siguieron como un dúo conformado por Lol Tolhurst y Smith después de un tiempo de inactividad. Siempre en constante movimiento, el 1983 publicaron «Let’s go to bed», una canción mucho más animada que pretendía matar el carácter sombrío de los primeros discos. «The walk» y «The Lovecats» fueron los siguientes sencillos publicados durante el mismo año, el último presentando influencias del jazz y basado en la película «Los aristogatos». Irónicamente estas canciones les ganaron un éxito comercial que solo precedió a la explosión de popularidad que lograron después.

«The top», el trabajo lanzado en 1984, fue una mezcla de psicodelia, oscuridad y la nueva jovialidad presentada en los sencillos del año anterior. Este álbum no tiene un sonido definido, es pura experimentación nacida del corazón de un joven en constante lucha consigo mismo. La poca aceptación de este trabajo contrastó con «The head on the door», que con su sonido post punk fue considerado uno de los mejores discos alternativos de 1985.

Si bien ya eran una banda consolidada, todo explotó con el famoso «Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me» en el 87’. Este trabajo fue creado por los en ese entonces, después de reconciliaciones, cinco integrantes de la banda. La temática más clara es el amor, pero tocado desde todas sus aristas. Vemos pasión, inocencia, ira, pureza. Fue el mayor éxito comercial de The Cure, logrando llegar a un público más amplio sin perder su esencia ni las influencias más oscuras que habían marcado la totalidad de la carrera de la banda.

«Desintegration», lanzado dos años después, fue advertido a la banda, antes de su lanzamiento, como un suicidio comercial. Volvían a caer en la oscuridad como temática y sonoridad constante, con un Robert Smith en plena crisis existencial que odiaba la imagen de rockstar que se le había impuesto, sin embargo esta muerte social nunca sucedió. Si bien el sonido era mucho menos “amigable” que el trabajo anterior, fue incluso más popular que este. MTV volvió parte de su catálogo estable los vídeos musicales de los sencillos de este trabajo, que terminó siendo nombrado como una obra maestra de The Cure.

A inicios de los 90’s participaron de un MTV Unplugged y recibieron también el Premio Brit a la mejor banda nacional del año, y a esto le siguió el lanzamiento de «Wish», un álbum de marcadas tendencias shoegaze y pop rock que se convirtió un indudable éxito. De este se extrae una de las canciones más famosas de The Cure hasta el día de hoy, «Friday I’m in love». Este trabajo muestra una intención literaria, partiendo con el tema «Open» y cerrando con «Close», en su duración hablando de las problemáticas de la vida como parte de la escena musical y los excesos a los que estas pueden llevar.

Una nueva formación, una crisis identitaria y la banda al borde de la separación trajeron consigo el décimo trabajo de estudio de The Cure, «Wild mood swings», que fue considerado como el peor disco de la banda tanto por sus seguidores como por la crítica. Esto se mezcló con el hecho de que solo faltaba un álbum para el término de contrato con el sello que los había acogido desde un inicio, haciendo que Smith considerase aún más la disolución de la agrupación.

Este último álbum tuvo como título «Bloodflowers» y fue lanzado el 2000, siendo recibido de forma positiva. Aún inseguro, Robert volvió a replantearse el futuro de la agrupación. Ha señalado que él hace música de sí mismo para sí mismo, desde sus experiencias, lo que puede contradecirse con esta inseguridad en el futuro de la agrupación, pero The Cure había tenido una carrera tan brillante que, como suele suceder, la prensa musical disfrutaba diseccionar y criticar con especial rudeza. Al contrario que trabajos anteriores, «Bloodflowers» fue realizado con menos presupuesto, algo que terminó jugando a favor en cuanto al resultado musical.

Ya habiendo finalizado el contrato, firmaron con Geffen Records pero, casi como regalo de despedida al sello anterior, Robert aceptó a que se lanzase una compilación de grandes éxitos, con la condición de que las canciones fuesen escogidas por él, lo que le da aún más importancia al lanzamiento. Se presentaron también dos nuevos cortes, «Cut here» y «Just say yes». Se publicó también un DVD llamado «Trilogy», que compila las canciones de los álbumes «Pornography», «Disintegration» y «Bloodflowers» presentadas en vivo y en orden. Mucho se le ha llamado trilogía gótica a los álbumes «Seventeen seconds», «Faith» y «Pornography», pero la que terminó siendo lanzada es considerada por Smith como la única trilogía de la discografía.

Es común que las bandas lancen sus trabajos homónimos a inicios de la carrera, pero para The Cure este llegó en 2004. La idea fue hacer un álbum definitivo, uno que definiese el concepto de la carrera de la banda. Fue producido por Ross Robinson, quien en general produce nu metal, y el proceso fue muy distinto a los demás álbumes. Grabaron el disco en seis semanas y fue mezclado en tres días, sin posproducción. La grabación del material fue con la banda prácticamente interpretando el trabajo en directo. Esto requirió, por supuesto, una preproducción particularmente trabajada, lo que estresó al grupo. Aún así, el objetivo fue logrado, ya que rememoraron elementos clásicos de su discografía y visitaron nuevos sonidos atribuibles a la influencia de Robinson. Para Smith, si no te gusta este álbum, no te gusta The Cure.

Entre más compilaciones y giras mundiales, la banda comenzó a entregar pistas de lo que sería el último álbum de estudio hasta la fecha, «4:13 Dream» (2008). Este trabajo fue mayormente aceptado por sus seguidores, pero la crítica de la prensa fue más dura, al contrario que el LP anterior. La intención era lanzarlo como un álbum doble manteniendo el valor monetario de un disco tradicional, pero por logística no fue posible, cosa que la banda lamentó. De las 33 canciones grabadas, fueron publicadas 13 de ellas. El plan de The Cure fue lanzar el resto de las canciones en un trabajo llamado «4:14 Scream» el 2014, lo que no pasó.

Desde ese último lanzamiento, la banda se ha mantenido en un lugar musical estable, pudiendo experimentar y tocar en vivo a gusto. Durante el 2011 tuvieron una serie de conciertos donde presentaban un espectáculo retrospectivo, invitando verbalmente a la gente a sumirse en los inicios de la banda, dándoles la bienvenida al 1979 apenas empezaba la presentación. En estos conciertos la agrupación presentó sus tres primeros álbumes en su totalidad para aquellas personas afortunadas que asistieron.

En esos meses de gira también fueron propuestos para entrar al Salón de la Fama del Rock and Roll, pero no los aceptaron. Entre giras y descansos han pasado los últimos años, dejando atrás la acelerada vida musical que se llevó parte de la juventud de los integrantes. Vinieron también a Latinoamérica después de 26 años, pero esta vez no se presentaron solo en Argentina, sino de igual modo en Paraguay, Chile, Perú y Colombia, sin duda una instancia única que con su sola mención puede hacer llorar a aquellxs seguidorxs más acérrimos que no tuvieron la oportunidad de ver a la banda en vivo (y no, no hablamos desde la experiencia… o tal vez sí).

Fue en el 2019 que ingresaron finalmente al Salón de la Fama del Rock and Roll, lugar que tienen más que merecido hace décadas. No sabemos si The Cure sacará más álbumes o si seguirán presentándose en vivo después de la pandemia, ya que cualquier cosa puede pasar, pero independientemente del futuro, han sido capaces de darnos lo mejor por más de 40 años, enfrentándose constantemente contra la oscuridad que trae la depresión, los excesos, una vida pública, el constante escrutinio social y la falta de empatía de una industria musical que está mucho más centrada en el capital más que en la creación por la creación.

Si bien soñamos con verlos en vivo mil veces si fuese posible, sabemos que The Cure ya nos han dado todo lo que podríamos esperar en más de 40 años de carrera, por lo que solo queda esperar y, mientras tanto, apreciar, agradecer y disfrutar el trabajo de más de diez músicos que se unieron y desunieron y a ratos volvieron a unir en la aventura de crear una de las discografías más vulnerables, existencialistas, reales y filosóficas de la escena alternativa, una que nos ha acompañado y nos acompañará cada vez que la necesitemos.