Domingo triste: Arcade Fire y «Her»

Después de una semana del cambio de horario y con otro invierno sombrío a la vuelta de la esquina, la depresión estacional se hace cada vez más presente. Así, este domingo debe estar a la altura y vamos a hablar de uno de los discos más tristes que han aparecido en el último tiempo.

A principios de febrero de este año, lxs canadienses Arcade Fire anunciaron que la banda sonora que habían creado para la película «Her», de Spike Jonze, por fin sería lanzada tanto en plataformas digitales como en formato físico. Esta fue creada principalmente por el menor de los hermanos Butler, Will, en compañía de un ex miembro de la banda, Owen Pallett, y la colaboración de todo el resto de la banda. Después de casi 8 años de espera podríamos escuchar en totalidad una de las bandas sonoras más queridas del público indie.

Y al hacerlo, todos los sentimientos que afloran en la película se hacen presentes de igual forma. A pesar de que es un álbum que está ligado a una película, nos gustaría adentrarnos más en lo sonoro en esta ocasión (después de todo, tenemos un día especial dedicado a hablar de películas).

Si miramos esta banda sonora como un álbum desprendido de su razón principal de existencia, podríamos hablar de también de toda esa música que mucha gente escucha para concentrarse, pero que quizá no tendría el mismo efecto, porque si hay algo que esta banda sonora evoca es muchísima tristeza, pero por sobre todo nostalgia. Por un amor, un amigx que tomó un camino separado, una persona increíblemente especial o simplemente por lugares y momentos en donde se experimentó algo parecido a la felicidad.

«Song on the Beach» es probablemente la representación de aquello con un piano, continuo protagonista del álbum, que avanza con melodías un poco más alegres que el resto de sus compañeras. Siendo uno de los puntos más luminosos del álbum, no logra sacudirse del todo esa tristeza inherente. Es como esos momentos en donde una sensación de plenitud invade el cuerpo, pero se sabe que no será eterno o que habrá algo en el futuro cercano que acabará con él, aún sin tener claridad de lo que puede ser.

Ese pesar tan cercano es encarnado por la pareja de «Loneliness #3 y #4» y «We’re All Leaving», uno de los momentos más tristes tanto del álbum como de la película. Son dos o tres minutos que resumen románticamente lo que es la infinita tristeza. El piano, esta vez acompañado por melancólicos violines, nos deja en el suelo repensando todas las cosas hirientes que hemos dicho o nos han dicho, esos momentos de soledad y el temor a vivirla eternamente.

Si es que hay un momento notable en el álbum, es el de «Morning Talk / Supersymmetry», en donde la misma pista que cierra «Reflektor» realiza su aparición estelar. Aquella canción fue concebida expresamente para la película y tanto su letra como su melodía lo hacen notar, ya que solo la pista instrumental nos evoca ese amor mezclado con aflicción que la letra expresa tan dulcemente.

Desde la década pasada que las bandas sonoras han cobrado gran relevancia en la construcción total de una película, llegando a ser tan icónicas como los propios filmes, y este álbum no es la excepción. Resume en trece canciones todos los sentimientos de la cinta de Jonze y nos demuestra que no hay nada que Will Butler (en este caso) y compañía no puedan hacer mal.