Domingos de Gente Triste: «Tragedia Española» de Confeti de Odio

La noche en este domingo de música triste trae consigo una sensación de celebración y melodrama, de bailar llorando, de confeti festivo, pero dándole la vuelta y tirándolo como si fuese un gesto de odio, de colores feos, que simbolice un enfado, y a la vez una intención de demostrar que la tristeza tiene matices que transitan más allá del bajoneo y la negatividad superficial. Eso lo sabe bien el español Lucas de la Iglesia (aka Lucas Vidaur), quien daría vida a su proyecto musical Confeti de Odio el año 2017 y que, tras 3 años de trabajo más un EP bajo el brazo, publicaría su álbum debut «Tragedia Española», en mayo de 2020. Y es que, si de tristeza se trata, las 9 canciones que lo componen son su perfecta representación.

Con sólo leer su título, el disco nos da la primera señal en el camino que, como oyentes, vamos a transitar. Estamos frente a un trabajo tan dramático como hiperbólico, que se inspira en el dinamismo de una tragedia griega al presentar un arsenal de variables pop en donde la tristeza, el amor, la ansiedad, el odio o la depresión ocupan la mayor parte de su narrativa. Es precisamente el afán de ser exageradamente negativo respecto al mundo que lo rodea lo que constituye el leitmotiv del álbum y su carácter derrotista es, a la vez, su mayor punto de accesibilidad. 

No podemos negar que la mayoría de nosotres se ha encontrado alguna vez en ese pozo emocional oscuro y sin fondo del cual parece no haber salida, y Lucas se vale de esa vulnerabilidad para transmitir su relato honesto y atormentado. “Esta tragedia es española porque yo soy de aquí, no tiene más connotaciones. Se trata de mi tragedia, la tragedia de una persona media” define el autor, y agrega: “Me gusta pensar que una tragedia española puede ser la vida de cualquiera de nosotros, problemas reales y cotidianos de los que no escapamos ninguno».

Pese a ser mayoritariamente categorizado dentro de las etiquetas del indie y del pop-rock, el disco se expande en varias direcciones e impone una versatilidad que, en poco menos de media hora, alterna temas enérgicos con baladas de manera recurrente. Por un lado, Lucas se acerca al piano de sonido retro y a los arreglos orquestales propios de la música norteamericana de los 50, y por el otro no deja de darle protagonismo a los guitarrazos, que desde lo acústico, en plan Elliott Smith, transita a lo eléctrico aproximándose al fuzz de The Jesus and Mary Chain o al punk-pop de My Chemical Romance. «Aunque sea solo una persona no quiero que se piense de Confeti de Odio que es un chaval en una habitación haciendo música, quiero que suene a música grande, a banda, mucha gente se cree que es un grupo y no un artista en solitario y era un poco la idea”, afirma Lucas, y las canciones que mejor representan esta ambición son «Todo Muere» y «Minuto de Ruido», composiciones de pop setentero de guitarras y pianos tan delicados como grandilocuentes. La primera abre el disco de una manera coincidentemente profética, anunciando una “epidemia universal” y un “sold-out en el hospital”.

La publicación del álbum se vio antecedida por sus 3 guitarreros singles «Muchísimo», «Ansiedad (Has Vuelto a Mí)» y «Dale una Oportunidad al Amor», en los que destaca la brillantez del sonido gracias a la producción de Juan Pedrayes (con quien también comparte banda en Axolotes Mexicanos), y que recuerda bastante al primer trabajo de Weezer o a bandas insignes como Beach Boys en el aspecto vocal. Resulta casi imposible imaginar que este trabajo fue en mayor parte registrado y gestado entre las cuatro paredes de una habitación.

Toda esa gran variedad de sonidos e influencias es unida por el pegamento de una lírica siempre autorreferente, sensitiva y mordaz, y que es el elemento más característico del proyecto español. Las canciones de «Tragedia Española» versan sobre la tristeza y el amor presentes en el existir con la angustia por las nubes y la autoestima por los suelos. “Antes lloraba por llorar, pensaba que todo era el final, y antes anhelaba oscuridad (…) Ahora me río sin parar y lloro triste de verdad” canta Lucas en «Triste de Verdad», y esa pareciera ser la tónica de la que se desprenden el resto de temas y motivos en el disco y que a la vez es el reflejo transversal de una generación que creció abrazada al “lado oscuro”.

Sin la intención de hacerlo, el disco adquiere un carácter generacional al entenderse de él que sentirse triste, ansioso o deprimido es natural, y hasta cómico, pero no es bacán, único ni especial, como nos hicieron creer la cultura pop y el merchandising en la adolescencia. Ya sea fantaseando sobre su funeral (“Siempre que voy a un funeral pienso que el ataúd no me quedaría mal”), despotricando contra el amor (“El amor es un hospital en llamas que todo quema, que nada sana”), reflexionando sobre su ansiedad (“Culpo de mis traumas a quien me convenga, creo que yo soy mi único problema”) o simplemente sobre las tragedias en general (“Y si ahorro un par de meses, podemos ir a algún lado a que me robes todo lo ahorrado”), el artista no se queda en la superficialidad de las cosas y logra conectar con su audiencia desde la más pura genuinidad.

El contexto pandémico en que fue lanzado el disco coartó las posibilidades de poder presentarlo en vivo tanto como se hubiese querido, sin embargo, durante el último año pudieron concretarse un par de presentaciones en festivales online o a través de redes sociales, que a la vez han servido para llegar a un público aún más diverso, tanto etaria como geográficamente. Más aún, al valerse casi por completo de la virtualidad, el álbum pareciera haber llegado en el momento exacto para tantas personas tristes de verdad que han musicalizado su pandemia con esta tragedia española.

Sin duda uno de los mejores discos de habla hispana lanzado el año pasado, «Tragedia Española» es tan liviano como es intenso, una tormenta de cuerdas y guitarras que hace hincapié en el drama personal y la autocrítica de un joven atormentado, impetuoso y vulnerable que busca su lugar en el mundo. Concebido por uno de los mejores letristas de la nueva generación del “indie-pop” en español, Confeti de Odio lo explica mejor que nadie: «No quiero transmitir ningún mensaje en concreto. No soy quién para enseñarle nada a nadie. Sólo es parte de lo que soy. Si alguien se siente identificado y conecta con lo que digo, bienvenido sea; pero nunca escribo pensando en enseñar algo. Cada uno interpretará ‘Tragedia Española’ como quiera y es un poco la idea.»