
RECOMENDACIONES: shame
Siguiendo la clásica tradición británica, la recomendación de este miércoles nos presenta una banda que, desde sus inicios, parecía ser parte del interminable ciclo de artistas que consiguen saltar a la fama y propulsarse sólo hasta que llega la nueva propuesta a renovar la escena y comenzar de nuevo. Sin embargo, a shame el tiempo les ha dado la razón, y su propulsión sonora está lejos de quedarse sin combustible. Es que lo que en estas latitudes pueda escucharse figuradamente como apenas un susurro, en su tierra natal está siendo un grito de guerra que el quinteto de Londres ha levantado desde la juventud con un ímpetu sulfuroso, enérgico y catártico.
Si de definirlos se trata, shame sigue el camino que han trazado bandas como IDLES, Parquet Courts o Fontaines D.C, y se sitúan en la órbita de un post-punk clásico y agresivo que a la vez integra elementos sonoros del new wave de bandas como Talking Heads o Television. Así, las guitarras estruendosas que han llevado como bandera, junto a su gruesa base rítmica, son conectadas por los alaridos secos o recitados graves de su vocalista Charlie Steen. En su lucha por distinguirse de todas las demás bandas británicas alternativas de hombres blancos, shame imbuye su rabia postadolescente con ingenio y franqueza, desde el modesto conocimiento de que probablemente nunca lo logren, y su música es el soundtrack y la prueba de pertenencia hacia una “nueva” generación de rebeldes británicos movilizados, tambaleándose al borde de una sublevación.
Desde un inicio muy marcado por la filosofía hazlo-tú-mismo, la banda se formó durante el 2014 cuando sus 5 miembros eran adolescentes, traqueteando de forma anónima durante un par de años. Gracias a la ayuda de familiares y amigos que facilitaron logísticamente su aprendizaje musical y el desarrollo de su sonido, con el tiempo formaron parte de una naciente escena de bandas en el sur de Londres, unidas a través de amigos en común, que incluirían a HMLTD, Goat Girl y Dead Pretties. Dichas bandas trascendieron sus orígenes amateur consiguiendo fichajes, siendo aclamadas y formando el núcleo de algo que había estado ausente en la música británica durante algún tiempo: una escena rock joven y emocionante cuyos participantes no están obsesionados con asegurar su parte del añejo pastel post-britpop.
En su camino, y tropezando con un golpe de suerte tras otro, conocerían a personas que luego les darían espacio de estudio y obtendrían consejos gratuitos de músicos con experiencia en el masticar y escupir de las empresas discográficas, como el vocalista de la extinta banda Palma Violets. El aprendizaje durante aquellos años sería enfocado en la importancia de mantener el mayor control posible sobre sus decisiones artísticas, lo que los llevaría a firmar con el sello independiente Dead Oceans para su álbum debut, «Songs of Praise», lanzado a comienzos de 2018.
Su debut, gestado en esos 3 años de aprendizaje vital y musical, es un alboroto de himnos punk toscos, de estribillos estridentes y de letras a veces sociales, a veces políticas, y alegremente fascinadas con la depravación y lo sórdido que habían presenciado tanto en su vida diaria como en bares de mala muerte. Sin generar mucha sorpresa, pues casi la mitad de sus canciones ya habían sido previamente estrenadas en vivo u online, en el disco destaca la producción de sus canciones gracias a su método de grabación que los llevó al icónico e histórico estudio Rockfield en Gales, utilizado por bandas como Oasis, Black Sabbath y Mötorhead, entre otras.
El lanzamiento de su primer disco, y el embarco en una gira promocional tan exhaustiva como frenética, impactarían enormemente en la salud emocional, física y mental de sus integrantes, llevándolos incluso a cancelar una gira por Alemania. “Hicimos como 140 conciertos y 57 festivales en 3 meses, mientras grabábamos un álbum y hacíamos 5 giras. Al final me quedé un poco roto mentalmente” afirma el vocalista, y agrega “Pierdes las cosas que te hacen sentir humano. Pierdes a las personas que amas, tus amigos y tu familia. De alguna manera desaparecen. La familiaridad se convierte en una ideología abstracta. Pero estoy diciendo todo esto y lo disfrutamos, y nos encanta. Lo que sea que tengamos que perder en este momento en particular, creo que es porque queremos hacer esto. Quiero hacer esto. Queremos hacer esto lo mejor que podamos «.
Esa misma convicción es la que caracteriza a su segundo álbum «Drunk Tank Pink», grabado en Francia durante el 2020 y estrenado a comienzos de este año. De la mano del productor James Ford, (conocido por estar detrás de los trabajos de Arctic Monkeys o Foals, entre otros) el disco es un trabajo musical que suena sorprendentemente serio y reconfigura la bulliciosa energía de «Songs of Praise» en pistas que se contraen, ritmos nerviosos y guitarras afiladas que se abren paso entre letras llenas de incertidumbre y dislocación. A través de la atmósfera de claustrofobia y los temas sobre el desapego en el álbum, la banda crearía una banda sonora adecuada para la vida bajo Covid-19. “Eso es genialidad marketera. De hecho, lo planeamos todo”, comenta Charlie Forbes, su baterista. «Esperar hasta que el mundo esté aislado y luego soltar el disco».
«Drunk Tank Pink» mantiene la energía característica de la banda, pero texturiza el rock sencillo de su primer álbum. Y es que la ansiedad siempre ha vivido en la música de shame, pero con el tiempo parece haberse convertido en una masa mesurable. El disco surge como el resultado de quedarse quieto con esa ansiedad por primera vez, ponderando la extraña brecha entre la juventud y la adultez. En esa línea, y en términos de letras, se centra mucho en encontrarse a une misme, a aprender a sentirse segure, y gozar de la propia compañía.
En síntesis, shame es una banda que se expande cada vez con nuevas formas. Todavía son jóvenes, ruidosos y gritones, pero de un tiempo a esta parte su trabajo musical ha sido detallado y dimensional, impulsado por una intensidad calculada. Es de esperar que con el tiempo sigan siendo el reflejo de una temporalidad y su espíritu los lleve a seguir creando comunidad en un abrazo animal a las inseguridades.