Recomendación: Trementina

Musicalmente, y de un tiempo a esta parte, Chile se ha convertido en cuna importante de artistas que han destacado en la escena alternativa y la han convertido en motivo de interés a nivel mundial. En particular, y desde la explosión del electropop al desarrollo masivo y autogestionado del pop de guitarras y sus derivados, la última década ha sido testigo y reflejo de un proceso de diversificación en el que los límites de géneros y audiencias se difuminan, dando paso a decenas de nichos, artistas y bandas con sonoridades particulares. Fruto de este fenómeno musical es la banda protagonista de la recomendación de este miércoles, que desde el sur del país logró posicionarse dentro de la escena nacional e incluso exportar su música y resonar en la escena alternativa japonesa, nada más ni nada menos que Trementina.

Oriunda de la ciudad de Valdivia, Trementina es (¿o fue?) precursora y reflejo de que la distorsión y el fuzz del shoegaze noventero no quedó sólo en los recuerdos de discos sobreexplotados, sino que su influencia logró abrirse paso y amalgamar con el sonido y la escena nacional naciente. Además, su música siempre será vivo ejemplo de que la independencia y la autodidaxia musical pueden dar considerables frutos, a pesar de desarrollarse en un ambiente hostil. Con el fin de combatir el aburrimiento, la banda fue formada el año 2013 por Vanessa Cea (voz), Cristóbal Ortiz (guitarra) y Lucas Martinic (bajo), contando con el apoyo de Simón Cárdenas (batería) desde ese mismo año hasta principios de 2016. Su gran inquietud por hacer música de manera autodidacta y con los instrumentos que podían fue la que perduró en el tiempo, considerando particularmente lo desafiante del proyecto en una zona geográfica poco caracterizada por su escena musical alternativa.

Habiendo Lucas aprendido a grabar y tras haber hecho un par de canciones, grabaron su primer EP con una interfaz de dos canales, un amplificador a transistores y un micrófono prestado. Desde un principio, su sonido estuvo basado en la influencia de las guitarras y las capas de distorsión que popularizaron bandas como Ride o Slowdive tres décadas atrás, todo sin dejar de lado los matices y melodías pop que iban abriéndose paso en la escena nacional. «Brilliant Noise» (2013) alcanzaría un éxito sorpresivo y casi inmediato, pues apenas un mes después de su lanzamiento, el dueño del sello Vinyl Junkie los contactó para ofrecerles una gira hasta el otro lado del mundo, y publicar su primer álbum en Japón. “Luego que subimos los primeros tracks a internet, nos habló un japonés llamado Minami Kouichi, que luego nos enteramos que era el dueño de Vinyl Junkie, un sello japonés que se encarga de editar bandas de Estados Unidos e Inglaterra. Total que nos ofreció grabar un mini disco con ocho o nueve temas. De ahí fue que nos hicimos una banda”, afirma Cristóbal al respecto. Además de la grabación y la publicación de su material en tierra nipona, la banda tuvo también la oportunidad de embarcarse en una gira por dicho país, logrando el aprecio de artistas como Astrobrite y Narasaki, líder de la banda de culto Coaltar of the Deepers.

Su segundo trabajo «Almost Reach the Sun» llegaría el año 2015 y seguiría la misma línea eléctrica, emocional, dulce y desenfrenada de su trabajo anterior, pero sonando esta vez de una forma más consolidada y con gran personalidad. Entre guitarras violentas y saturación su sonido también destaca por usar el inglés como medio de expresión: “Cuando nosotros empezamos con esto era un juego y nos gustaba cómo sonaba en inglés. Luego nos dimos cuenta que nuestra proyección como banda es hacia fuera de Chile, entonces es mucho más fácil lograr conexión con el público externo cuando las letras son en ese idioma”, cuenta Cristóbal. El año 2015 fueron elegides también como una de las 14 bandas que formaron parte del proyecto NMC (Nueva Música Chilena) con que el productor Cristian Heyne, más allá de lo pretencioso o no del asunto, dio a conocer un compendio de la nueva generación de músicos jóvenes chilenes. La banda estuvo presente con el tema «Fall Into Your Bed».

Tras un considerable éxito en el extranjero, habiendo llamado la atención de artistas musicales como Jack Endino y Kyle Hunt, y con una carrera ascendente que incluiría una infructífera invitación al festival SXSW en Texas, la banda lanzaría 810, su último trabajo a la fecha el año 2016. Lanzado por el extinto sello Burger Records, el disco tiene un enfoque mucho más profesional. Tras haberse quedado sin baterista al comienzo del proceso de grabación (que fue llevado a cabo durante un par de meses, entre otoño e invierno, en una casa de campo entre el valle y la montaña, cerca de Valdivia), el grupo tuvo que replantearse la forma de hacer música. Ya no sólo trabajarían con sino desde el ruido, amorfo y agresivo, armando su sonido a partir de elementos que al separarse suenan disonantes entre sí.

Sin embargo, y pese a la calidad innegable de toda su discografía, desde el año 2017 no se tienen noticias sobre la banda ni su presente musical. Sus redes sociales también se encuentran desactualizadas desde aquel año. Puede que la hostilidad de una escena nacional marcada por la marginación, el chaqueteo, la incomprensión y el desdén hayan mermado el momentum de una banda que logró encontrar su nicho más allá de nuestras fronteras, o puede que simplemente le estén dando el tiempo necesario a su música, siempre caracterizada por su genuinidad. Esperemos que la respuesta venga acompañada de la suficiente distorsión, pues en palabras del guitarrista “la idea es que nadie sepa nunca en qué estamos, sino ir un paso más adelante, mostrando la cola”.