Reseña por @teclasmalditas

En nuestro top de 2022, reconocimos con el puesto 18 a «Skinty Fia», la tercera entrega de Fontaines D.C., que contenía fuertes referencias políticas sobre Irlanda, comentando noticias y eventos importantes relacionados a su contingencia. En contraste, «Romance», que nos convoca hoy, es un paso hacia nuevos horizontes para la banda, enfocándose más en lo oscuro del romance, en esa mezcla de sufrimiento, pánico, decepción, evasión y posterior aceptación propias de involucrarse con otra persona.

La portada, llamativa de mirar en primera instancia, crea la atmósfera ideal para escuchar el disco. Un corazón con un rostro llorando incrustado en su lado oscuro, es lo que nos da la bienvenida a «Romance», el primer tema del disco, una experiencia ominosa y oscura, que transmite escalofríos e incomodidad con ese xilófono que resalta en las notas más graves de la guitarra.

Durante los primeros noventa segundos del disco nos sumergimos de lleno en una atmósfera angustiante, sombría y tétrica, que promete momentos bajos y altos, pero de esos altos en que el equilibrio y el vértigo de caer al vacío juegan en contra.

«Here’s The Thing» es una canción peculiar, con guitarras más afiladas que de costumbre y un tono generalmente más agudo en la voz de Grian, nos habla de la empatía y el dolor en la comunicación, el saber o reconocer los pensamientos de ese otro significante, en donde reconocemos el dolor ajeno y la mirada constante.

«Desire» es otro de esos puntos fuertes del disco, que sorprende con un arte sonoro peculiar estilo balada, que danza intranquilamente entre interludios de calma y cuerdas oscilantes. La canción toma su tiempo para comenzar, desarrollando y cultivando ese deseo, para explotar en la realización de la mentira, esa que desborda la emoción contenida. Sin duda, es una de las piezas más poéticas.

«In the Modern World» es un ensayo filosófico más cargado hacia el pesimismo y una construcción sonora constante. Las cuerdas se vuelven la figura angelical de un alma que está sobrecargada de estímulos externos, que obsesionan y alejan de la realidad.

Observamos que evita sentir, evita sumergirse en ese océano de incertidumbre y dolor que nace de lo complejo de la relación humana y cultivar tanto vínculos de amistad como intereses románticos. Aquí encontramos la primera mención a los sueños en el disco, dando pistas de lo que se viene, en la medida en que el hablante lentamente va cayendo en el convencimiento de no sentir y adormecerse para no enfrentar esta agria emoción.

Se preocupa por esa otra persona significante, es difícil cuando nos hace sentir que la vida puede ser distinta y que vale la pena vivirla, trayéndonos al presente y manteniendo ese impulso químico tan grato, pero siempre con el fantasma de que todo se puede ir, perderse o salir mal, sufriendo por el resultado, así sumergiéndonos en la contradicción de ser esclavo de la libertad, ya que me importa, y como me importa, no puedo permitirme soltarlo.

Aquí queda musicalizado con bellos violines acompañados de crudas guitarras esa desconexión y entregarse a la nada, perdiéndose uno mismo. 

«Bug» es de esos temas que recuerdan más al «Skinty Fia» en lo musical, y sirve como punto de quiebre, cayendo aún más en la evasión, y en el darse cuenta de que esa otra significante ya no está, entrando en desesperación, en el barro, incluso prometiendo irse como mecanismo de defensa.

De esto pasamos a «Motorcycle boy», una de las piezas centrales del disco, en la que caemos en el sueño anteriormente anunciado. Un grito constante a través de la canción, que con el efecto de reverb, nos transporta obligatoriamente a ese estado de parálisis de sueño. 

Es una propuesta llamativa, definitivamente no fácil de escuchar, en la que el foco está en una guitarra acústica limpia y con golpes directos, mientras que la voz de fondo marca el ambiente de angustia, generando así una de las muestras más experimentales y raras del disco, y que curiosamente, sería la primera canción grabada de esta, junto al motor y rueda de las demás canciones.

Aquí ya estamos perdidos en los sueños, y notándose por la ausencia de aquellos violines juguetones que alumbraban la oscuridad, marcando una presencia como contrapunto ante el ruido más oscuro de las guitarras y las distintas percusiones que son de lo más poco común, recordando esas inspiraciones de los 90 como The Smashing Pumpkins. Aquí podemos ver el quiebre del romance junto a las campanas boda de esa persona significante, la lluvia como metáfora del llanto, explotando en el caos sonoro cerca del final de la canción, dibujando así una melodía poéticamente bella, trazada con acordes y letras en un lienzo oscuro y tintado de dolor.

En «Sundowner» ya nos queda sólo el sueño, no hay nada más que el crudo dolor de haber soñado estar con esa persona, de sentir su calor y cercanía, pero que al final no hubo pertenencia, hay sólo el amargor de ver a esa persona que tanto nos significó, caminar hacia adelante, dejándonos atrás. Nos acompaña caos y el dolor, la negación y el deseo de volver a lo que ya se fue.

En «Horseness Is the Whatness» los violines vuelven de lleno, como el súbito despertar de un sueño, acompañado del quiebre de la burbuja de la ilusión de la mente, los pensamientos y las ideas que ya no se volvieron realidad, viviendo y sintiendo esa pena a la vez que rechazando esa angustia, en un solo verso lleno de rabia al reconocer que el amor no bastó, y que no fue elegido.

Estando a punto de concluir este tortuoso viaje, «Death Kink» nos detiene y contempla el pasado, molesto por la relación y aparición en la vida de esta persona significante, sus promesas no cumplidas, por las expectativas, por haberse permitido mostrar esas heridas y el dolor propio, que se acrecentó en la pérdida y partida de esta importante persona, quién con sus comentarios y conversaciones, rompieron el sentido de identidad del protagonista.  

Con «Favourite» comenzando, ha pasado ya media hora, y nos recibe otro de los singles de adelanto. Aquí, volvemos a esa guitarra limpia, sin violines, reconociendo que la tormenta y el romance ya pasaron, sacándose a sí mismo del sueño, reconociendo que esa persona era la favorita durante mucho tiempo, sonando muy a The Cure en las guitarras, en paz y contemplación, en la que ya pasó todo el caos, todo el sufrimiento, y aparece el arcoíris de entre las nubes oscuras, soltando finalmente eso que tanto pesa y duele sostener.

En el video musical, podemos ver lo personal y emocional que es esta canción para los miembros de la banda, construida en el video musical con recuerdos de la juventud de los cinco miembros de la banda, lo que también le otorga un doble sentido a la canción, siendo también interpretada como que esa persona favorita es un familiar o un ser querido, en el cual esa chispa de amor sobrepasa la barrera amorosa y se vuelve algo pleno, bello y de resiliencia. 

Sin duda que «Romance» en su totalidad es una entrega novedosa, sólida y variada, tomando nuevos elementos de distintos lugares, con más influencia del proyecto personal de Grian, entregando un viaje absolutamente introspectivo sobre algo que fue bello en un momento, pero que ahora evoca demonios en un abismo sin fondo.