“All For Nada” de Alex Nicol: Cuando una persona se transforma en hogar

A principios de marzo nadie pensaba que nos encontraríamos encerrados y el tema de la pandemia solo era un chiste de mal gusto. Nadie, excepto Alex Nicol. Y no, no queremos decir que es psíquico o que planeó todo esto, sino que el álbum debut del artista canadiense “All for Nada” es una oda a todo lo bello que tiene encontrar un lugar al cual llamar hogar y quedarse allí, porque es donde perteneces. 

El proyecto es increíblemente personal para Alex, y se nota. Es un homenaje a su compañera Nada Temerinski, la cual estuvo involucrada en todo el proceso, desde los arreglos de las canciones hasta elecciones de producción, además del arte del disco. Así, la dupla rompe con la función histórica de la mujer de actuar sólo como musa inspiradora de los hombres creadores, demostrando que el espacio que se puede dar en ese diálogo y convivencia, tanto artística como amorosa, es mucho más creativo y fructífero resultando, en este caso, en ocho canciones hermosas, llenas de sentimiento.

El álbum comienza con “Two Times a Charm”, una canción que habla de las dudas que pueden nacer al comienzo de una relación amorosa, sobre todo en una mente que suele cuestionarse más de lo debido. La guitarra cobra una importancia a lo largo de todo el disco, siendo el hilo conductor entre todas las pequeñas historias. “And I Wonder” es una radiografía de la vida moderna y esos pequeños momentos de lucidez que tenemos en medio de la rutina y que nos hacen preguntarnos por qué no somos capaces de disfrutarlos de lleno: esos abrazos, esos atardeceres, el vuelo de los pájaros…

Así, el disco va tomando tonos melancólicos que calzan perfecto con este invierno lluvioso, se torna una balada eterna, dulce y perfecta para compartir con esa persona especial, sobre todo hacia el final, en donde “Mirage” provoca la sensación de ensueño, de no poder creer que esa visión es real, pero en donde tampoco se buscan respuestas, sino que es mejor disfrutar del momento. “When You’re Blue”, canción de cierre de la placa toma todos los ingredientes de las pistas pasadas, las mezcla y las vuelve a vertir en una balada de piano perfecta para resumir lo que es el disco: una declaración de amor en todo sentido, de ese que estará en las buenas y en las malas, el que te apoya cuando estás triste y que se alegra cuando estás feliz, el que es tan difícil de encontrar, pero una vez que lo haces, sientes que valió la pena.

Nicol nos recuerda la belleza que hay en sentarse y disfrutar del amor correspondido, despojándose de a poco de las dudas y dejando que todo tome su lugar. Un disco ideal para momentos en donde la ansiedad aparece a la orden del día y necesitamos algo para poder volver a encontrarnos. Esperamos que Alex siga creando música así de hermosa y continúe compartiéndola con el mundo.