«Precaution» de Real Clothes:

La catarsis del dolor

Hay discos que necesitan más de una escucha. Más que por gusto, necesitan ser oídos repetidas veces para lograr entenderlos completamente. Son como esas películas llenas de complejidad y capas que debemos ir descubriendo a medida que pasa el tiempo y se logran ver nuevas lecturas.

Es el caso de «Precaution», la última placa de Real Clothes, una artista queer radicada en Nueva York que vio la producción de su disco directamente influenciada por la pandemia y las protestas contra la opresión y violencia ejercida sobre las personas de piel oscura que se llevaron a cabo en Estados Unidos durante los últimos meses.  

Esta influencia se ve reflejada a través de las siete canciones que componen el álbum. Se muestra de una manera etérea y sutil, en un compás de búsqueda sobre cómo entender y lidiar con las fuertes emociones que han surgido al vivir estos instantes históricos para la comunidad de color, momentos que rememoran la lucha que lleva generaciones enteras gestándose.

El álbum abre con «Lazzaretto», y es de esas aperturas tan angelicales y fascinantes que pareciera que abre un portal oculto a un lugar secreto en el cual somos permitides por la duración del disco, pero que sin embargo es tan cercana. Habla de los sentimientos de soledad e injusticia que nos rodean actualmente, en donde el contexto nos ha demostrado que, sobre todo en las crisis, las diferencias sobre nuestra procedencia, fisionomía y la forma en que existimos dictarán nuestro futuro y nuestra sobrevivencia.

La segunda canción es «Parable of the Choir», la cual deja ver unas bases más cercanas a la electrónica y, por qué no, al jazz. Abre paso a las voces, en donde se produce el fenómeno de sentir que se está en presencia de un hecho sobrenatural. Una idea de misa pagana, llena de misticismo y espiritualidad, que se exacerba con una letra que realza la magia de la mujer y habla de cómo el hombre, ni siquiera con todo su poder social, será capaz de mermarla.

El viaje continúa con «A Brief Moment of Silence for the Dead», la pista instrumental que probablemente resume todo el disco y, a la vez, todo el sentimiento pandémico. Dos minutos de introspección con coros atmosféricos dignos de aquellas despedidas a nuestros seres queridos, a los que no hemos podido llorar como se debe.

«Erinyes (The Furies)» es la gasolina necesaria para continuar después del dolor, de una manera que recuerda a «Fitter Happier» de Radiohead. La canción literalmente funciona como catalizador para buscar quemar todo lo que no funciona, que a estas alturas es el gran número de cosas que pasan en el mundo. El conductor de la rabia es una voz computarizada que se podría interpretar como una forma de representar nuestras relaciones actuales, filtradas y normadas por el internet y las redes sociales; frías y distantes, pero tan influyentes en la inmediatez de la ira. Esa inmediatez que parece no bastar cuando las actitudes de racismo y misoginia parecen repetirse una y otra vez a través de la historia, cuando se siente que, a pesar de todo, nada cambia en esta sociedad.

«Taiping Rebellion» es el toque dance del disco, la pista bailable, pero con una letra que no deja de ser potente y que sigue con el tono del álbum. En esta, se relata cómo el amor se demuestra incluso en las calles, luchando en contra de los constantes atropellos ejercidos muchas veces (siempre) por aquellos en el poder, y como la inanición ante tales eventos es incluso peor que aquellas injusticias.

«Control», la penúltima pista del álbum, es esa especie de carta dolorosa, pero necesaria que se le escribe a esa persona que tanto daño hace en una relación, quien se atribuye el control sobre ambxs y solo deja dolor y heridas a su paso, y que, sin embargo, a veces parecen ser necesarias para entender cómo y qué queremos de otrxs y, más aún, de nosotrxs mismxs. 

El cierre, «King Seven», se transforma en la despedida, llena de catarsis y emoción, que resume todo. Todo el dolor que significa vivir en este mundo, porque por mucho que se considere exagerado, es doloroso vivir en este lugar, sobretodo cuando se te excluye e ignora constantemente, cuando tu voz es anulada y tu existencia es descartable continuamente. 

Así, este disco viene a ser la representación de una cuarentena mermada por el dolor, que dista bastante de otras creaciones de encierro que hemos visto en las últimas semanas, ya que este dolor es distinto. Es un dolor histórico, oculto por los que tienen el poder en sus manos con sangre, consumado por aquellas personas que, cínicamente, son capaces de aparecer ante las cámaras y relatar aquel dolor como propio, cuando no es más que una forma de abrir más la herida de lxs realmente heridxs, heridxs por el sistema hospitalario, heridxs por los estados y por la misma sociedad que les ocupa como nada más que una imagen o un estado de Facebook, sin comprender que aquello no sirve de nada si realmente no se empatiza con aquel dolor.