Cover Art: Florence + The Machine

Hoy es martes y nos toca presentarles el nuevo especial que nos acompañará los siguientes meses, titulado «C o v e r  A r t». Va dedicado a la estética visual de nuestros músicos favoritos, no solo en sus portadas de discos, sino en la totalidad de su visualidad, desde sus videoclips hasta sus puestas en escena. Los primeros en deleitarnos con su estética son Florence + the Machine. 

Nadie podría negar que Florence Welch chorrea estilo, y lo ha dejado caer sobre su banda y su trabajo a lo largo de los años también, mutando y transformando su estética visual a la par que cambia su enfoque musical, evidenciando madurez y crecimiento, pero no por eso ausencia de magia y misticismo.

Su primer álbum, «Lungs», es el que nos presenta sus sonidos más estridentes y sus canciones más juveniles y alocadas, aunque con las temáticas oscuras que la caracterizan de siempre: la violencia y la muerte. Todo esto se complementa con sus visuales, con el flequillo más tupido y marcado que nunca, su ropa colorinche y divertida y las puestas en escena más teatrales, adornadas por flores, enredaderas y jaulas vacías.

Si lo comparamos con los demás, es el que tiene visuales más “pop” en general, con los colores estridentes de «Kiss with a fist», las luces de «Cosmic love», la producción de «Dog days are over» y los brillos y destellos de «You’ve got the love», dándonos además pistas visuales de lo que sería el futuro  con «Drumming song» (adelanto de «Ceremonials»). En la portada vemos un fondo de tapiz de tela muy detallado, decorado con hojas y aves falsas y en primer plano, una Florence con unos pulmones colgando de su cuello, como quien se arma un teatro en su propia casa para escapar de la realidad, gritando con toda la fuerza de sus pulmones de cuero.

«Ceremonials» viene con un aura un poco más literal a su título. Sus canciones se sienten destinadas a rituales, aún sobre escape, agua y muerte en sus letras, pero con sonidos más imponentes y espirituales, como si viniesen o fuesen dirigidos a una divinidad, y la divinidad resulta ser Florence. Con su pelo de un rojo más intenso que nunca, lleva todo a un tono (o varios) más oscuro, con videos a mayor escala, con más brillo y más glamour.

En la portada la vemos apoyada en lo que parece ser una esquina de espejos, que nos deja ver varios ángulos de su figura, con un vestido gris brillante y un peinado elegante, con la expresión de estar como entregándose a algo. Una era que vino acompañada de vestidos elegantes en sus presentaciones en vivo, ese icónico aplique de espejos geométricos que adorna su micrófono y los vitrales en el fondo, como si asistiéramos a su iglesia, formamos una nueva religión en torno a nuestra nueva divinidad.

Podríamos decir que en «Lungs» era una joven soñando con otros mundos, en «Ceremonials» hablaba con (o era) divinidades, y en «How Big, How Blue, How Beautiful» por fin se enfrenta con sus problemas terrenales, sin despegarse por completo de la mitología y el misticismo (spoiler: jamás lo hace). El álbum es muy cinematográfico por el estilo de escritura que tiene, y convenientemente viene acompañado de un cortometraje que es una declaración artística en sí mismo, dentro de un álbum que ya no trata de escapar del mundo, sino de aprender a vivir y amar en él.

Y aunque cuenta con elementos fantasiosos, la estética de este álbum es mucho más realista, con lugares comunes en los que contrasta la libertad y la claustrofobia, paisajes, moteles, e incluso la propia casa de Florence que sirvieron como escenarios para contar sus historias, con su apariencia mucho más natural, con el cabello suelto, atuendos más casuales en tonos neutros y/o apagados y la exploración de la desnudez. La portada es simplemente una foto en blanco y negro de Florence mirando a cámara desafiante, enmarcada por un arco blanco. Su puesta en escena también se vio simplificada, reduciendo los adornos del escenario, reemplazando los vestidos glamurosos por trajes de pantalón y sombreros.

«High As Hope» llega como el álbum más honesto del lote, en el que pone más de su interioridad y de su historia en su trabajo, y también el que está más inclinado a la exploración artística, con las letras de sus canciones como poemas confesionales y sus videos sin una historia de principio y fin, sino como un conjunto de metáforas y arte visual. Vemos danza moderna, experimentos de texturas y colores, un montaje poético, obras de arte en forma de videoclips. El ícono de esta era son los vestidos vaporosos, livianos y translúcidos, como si nos dejara echar un vistazo a lo que está dentro, tal como lo hace su música con su alma. Esta vez, la portada del álbum es muy simple y poética: Florence con uno de sus vestidos delicados sosteniendo una flor, con una pared descascarada y agrietada en el fondo. Otra metáfora de una artista que expresa con todo lo que tiene a la mano, que dota de significado todo lo que hace y que evoluciona con todo a la vez.