
A 9 años de «Ceremonials» de Florence + The Machine:
purgamos nuestros pecados en el agua y nos rendimos a una nueva religión
Un día como hoy hace 9 años, un disco muy acorde con la temática de esta semana halloweenesca vio la luz, hablando de fantasmas, demonios, espíritus, amores condenados, rituales y muerte… Nos referimos, por supuesto, a «Ceremonials» de Florence + The Machine.
El sucesor de «Lungs» nos trae de vuelta la voz estridente de Florence Welch, las temáticas oscuras y la música épica, pero mucho más grande, mucho más profunda, mucho más espiritual, tal como sugiere su título. Florence se muestra más cómoda que nunca en este imaginario oscuro lleno de espíritus y dramas épicos, y nos vemos envueltos en las arpas, los órganos, las campanillas y los coros fantasmales. Nos encontramos de pronto en la catedral de Florence, participando en ritos paganos, haciendo culto al amor, al desamor, a la tristeza y la esperanza.
El disco abre con «Only If For a Night» en la que nos habla sobre un sueño muy vívido que tuvo con su abuela fallecida, en el que la alienta a seguir adelante y a concentrarse, y en lugar de los susurros de amor que uno esperaría escuchar en un encuentro como ese, recibió consejos muy prácticos, y solo por una noche su abuela volvió a estar viva para ella, aunque no fuese real. Este eco onírico es lo que nos da una probada de lo que será el álbum, lleno de fantasmas y referencias a la muerte.
Continuamos con uno de los himnos indiscutibles de la banda, «Shake it Out» nos invita a sacudirnos los demonios, como metáfora de los miedos, las inseguridades o cualquier impedimento que nos detiene de seguir avanzando. Nos invita a detener la autodestrucción y a renacer, ya que siempre está más oscuro justo antes del amanecer.
A partir de este punto comenzamos a sentir el agua como un tema recurrente, tomando diferentes significados en las canciones, pero siempre presente. En «What the Water Gave Me», el agua funciona como una metáfora de la vida, que puede ser muy cruel, y puede darla o quitarla. Nos habla sobre suicidio de Virginia Woolf, quién llenó sus bolsillos de piedras y se metió a un río para ahogarse, pero también está inspirada en los padres que entran al océano para rescatar a sus hijos, a quién el océano suele devolver sanos a cambio de la vida de sus padres, el mismo sacrificio que hizo Virginia, quién sabía que su enfermedad la estaba consumiendo junto a su esposo, por lo que sintió necesario el sacrificio, el intercambio de su vida por el bienestar de su esposo. Nos dice que la vida es cruel y que demanda sacrificios e intercambios, y que estos deben ser recordados.
«Never Let Me Go» nos arrastra aún más a las profundidades del mar de una forma literal, ya que nos relata un suicidio en primera persona esta vez, donde el fondo se siente placentero y tranquilo, frío pero dulce. Está purgando sus pecados por fin, librándose de su peso con la muerte misma, pero tal como indica el título, hay una contradicción enorme ya que está pidiendo que no la dejen ir, que si quiere vivir pero no ve otra forma de quitarse el peso de sus demonios, por lo que es un mal necesario. La frase más poderosa de la canción podría ser “I’m not givin’ up, I’m just givin’ in”, en la que explica su sentir, no se está rindiendo de los problemas de la vida, solo se deja llevar al terrible desenlace.
Las melodías alegres y animadas de «Breaking Down» se contraponen a la letra de la misma, en la que habla de la depresión como una especie de compañera que la ha acompañado desde que es una niña y ha estado eternamente al acecho, que ha estado escondida pero nunca ausente y se aprovecha de su soledad para abalanzarse sobre ella.
En «Seven Devils» habla de alguien que le falló, que le causó muchísimo dolor y la convirtió en alguien que no quiere ser, por lo que vuelca toda su ira en su contra, lo que terminará por acabar con ella también, ya que los siete demonios son la encarnación de los pecados capitales. En «Lover to Lover» no le importa ser juzgada por Dios, los ángeles o quien sea, acepta el cruel destino y si no va a ir al cielo, que así sea.
«Heartlines» con sus sonidos tribales y sus numerosas metáforas sobre adivinación del futuro nos invita a seguir a nuestro corazón e intuición por sobre todas las cosas. «Spectrum» hace alusión al espectro de emociones que se sienten a lo largo de una relación, además de representar los colores de la bandera LGBTI+ como las miles de posibilidades de amar y expresar, y los colores como etapas o metáforas, como la lengua plateada de la persuación o el atuendo negro de la muerte.
Una de las canciones más épicas y emocionales podría ser «No Light, No Light», un grito desesperado por salvar una relación que se está despedazando por la falta de comunicación y el no saber qué hacer, lo que nos lleva a «All This And Heaven Too», en la que nos habla del idioma particular de las emociones, que es tan difícil de traducir en palabras, asegurando que daría todo lo que tiene y más por entender el amor y poder poner sus sentimientos en palabras para poder comunicarlos. Finalmente llegamos a «Leave my Body», donde ve el cuerpo como una limitante a las experiencias y quiere salir de él para vivir completamente en el presente, y nos invita a vivir el momento con ella, una forma hermosa de cerrar el álbum.
Es quizás el álbum más grandilocuente de Florence + the Machine, y aunque está repleto de metáforas que se encargan de ocultar los significados, es tremendamente personal y pasional. Una obra de arte barroca y épica que nos invita a reflexionar y a seguir avanzando, a seguir navegando en el océano de la vida y sacudirnos todos nuestros demonios. ¡Felices 9 años, Ceremonials!