
Babeheaven
El otoño es perfecto para ponerse en tono melancólico: empieza el frío, los días se acortan, y todo se siente un poco más introspectivo. Pero no por eso dejamos de buscar algo que abrace, que entregue un calorcito aunque sea desde los audífonos. Por eso, la recomendación de este miércoles es una banda que viene precisamente a abrazar a quienes así lo deseen: Babeheaven
Originarios del oeste de Londres, parecieran musicalizar muy bien ese sentir, haciendo una mezcla entre dream pop, electrónica e indie rock, con un sonido suave, envolvente y lleno de humanidad. Traen en su adn un ritmo que puede sonar como una versión Gen Z de Morcheeba o como si de un hije entre Massive Attack y Elizabeth Fraser en versión adolescente Indie Tumblr se tratase. Lo de Babeheaven tiene una mezcla mágica entre lo melancólico y lo coqueto. Sus canciones tienen capas, pero se sienten livianas. Son como esos días nublados en los que, sin darte cuenta, igual terminas bailando donde las hojas cayendo te encuentren.
Babeheaven nació en 2014, fundada por Nancy Andersen y Jamie Travis. Se conocieron en la adolescencia: ella siendo hija del entrenador porrista del colegio, él siendo jugador del equipo de fútbol. Se hicieron amigos luego de verse siempre cuando niños en el parque y, con el tiempo, se fueron acercando más a la música. Los dos vienen de familias con fuerte vínculo musical: El papá de Jamie era un fanático un poco excéntrico de la música y muy cercano a la escena musical británica de ese entonces. El de Nancy componía para publicidades. Lo de crear canciones no era nuevo para ellos, pero sí lo fue la conexión creativa que encontraron al trabajar juntos.
En los primeros años hacían música sin muchas pretensiones, organizando pequeños shows íntimos para ellos mismo y su grupo de amigos, máximo 20 personas. Jamie armaba los beats en vivo en su computador y Nancy interpretaba. Todo fluía sin grandes planes hasta que, como suele pasar con lo auténtico, la cosa empezó a crecer sola.
En 2015 lanzaron «Heaven», su primer sencillo, y ahí todo cambió. Esta canción llamó la atención de los auditores por su atmósfera cálida y nostálgica, posicionándolos en el mapa de la música indie británica. Hoy por hoy sus shows conservan esa intimidad de sus inicios, pero con una banda multi instrumental que aporta profesionalismo y absoluta riqueza a su sonido.
Después vinieron el EP homónimo de 2016, los primeros shows, y una carrera que fue tomando forma sin perder nunca su esencia “casera” y emocional. Luego su primer EP «Suspended Animation» en 2019 salió al mundo con fuerza, con canciones un poco más experimentales, y presentándose al mundo con una portada tan bien ejecutada que hoy es parte de la colección del museo National Portrait Gallery en Londres.
Posteriormente lanzaron su primer disco «Home for Now», en plena pandemia en el año 2020. La mitad del álbum ya estaba escrita desde antes y el encierro les dio el tiempo para completarlo. Nancy confiesa que tenía miedo de sacarlo, que le costaba aún imaginar a otras personas escuchando algo tan íntimo. Pero una vez afuera, todo encajó. Fue como dar un salto de fe, y merecidamente caer bien parados.
Ese primer álbum fue aclamado por la crítica. Piezas como «Cassette Beat», «Human Nature» y «Jalisco» demostraron que Babeheaven, pese a ser una banda relativamente nueva, ya presentaba tenía un estilo definido junto a una sensibilidad particular. En 2022 lanzaron «Sink Into Me», que también fue bien recibido, incluyendo colaboraciones como «Make Me Wanna» con el rapero Navy Blue, y temas que siguen explorando esa mezcla de atmósfera rítmica junto a emociones profundas.
Uno de los puntos más interesantes del dúo es cómo componen sus canciones. No hay una fórmula cerrada, pero sí una estructura muy de ellos. Suelen empezar con unos acordes en guitarra o piano, luego crean un ritmo entre los dos, y finalmente Nancy comienza a cantar. Las letras aparecen después, como la última capa. Ella dice que escribe desde lo que siente: un quiebre amoroso, una emoción difícil, algo que la tocó, de forma literal o también transformándolo: una imagen, una metáfora, a veces hasta un mito griego para hablar de eso sin contarlo literal. El resultado son canciones emocionales, pero con espacio para que cada quien proyecte su propia experiencia.
Jamie, por su parte, graba sonidos en el exterior, ruidos urbanos, texturas del día a día, y los samplea para darle a la música un toque casi cinematográfico. Babeheaven suena onírico, pero nunca frío. Siempre hay algo cálido sosteniéndolo todo.
Y aunque parezca que ya están completamente afianzados, Nancy sigue sintiendo nervios antes de subir a un escenario. Sobre todo en los shows grandes. Dice que le dan migrañas, que a veces vomita. Pero también aprendió a cuidarse: salir a caminar, conectar con los músicos, recordar que no está sola. Porque una vez arriba, todo cambia. Hay algo de comunidad, de contención, que le devuelve la calma. Y eso también se siente en sus conciertos: una especie de suavidad compartida, donde nadie está actuando ni pretendiendo nada.
Además, Nancy ha sido muy clara sobre lo que significa ser una mujer negra en la escena indie: En una entrevista para el canal de Youtube FortyFive habla de cómo muchas veces, por su apariencia o por el nombre de la banda, las personas se generan ideas erradas sobre lo que hacen: que si hacen música caribeña, o si son de algún nicho de música afrodescendiente necesariamente, pero resulta ser que Babeheaven rompe con esos estereotipos. Y Nancy, desde su sensibilidad y su lugar, representa algo distinto: una mujer que canta sobre emociones, sobre relaciones, sobre lo cotidiano, sin que eso tenga que pasar por filtros y estéticas que impone la industria por su apariencia. Eso también es importante pues también es resistencia.
En definitiva, Babeheaven es una banda que no necesita gritar ni tocar fuerte para hacerse notar. Lo suyo es la sutileza, el detalle, la emoción dicha como un susurro al oído. Y por eso tal vez llega tan hondo, pues no buscan impresionar, sino acompañar. Su música puede sentirse como un mensaje de voz de un amigue en un día triste, o como una película que se ve en soledad a la vez que haciendo sentir compañía.
Como playlist, es ideal para caminar por calles con hojas secas, para escuchar mientras cae la tarde, o simplemente para reconectar con un lado íntimo que a veces se esconde entre el ruido citadino. Como el otoño: un poco nostálgico, un poco mágico y, sobre todo, profundamente humano.