«D>E>A>T>H>M>E>T>A>L» de PANCHIKO
Imagina que eres parte de una banda con amigues: ensayar en el garage, componer y grabar un disco sin demasiada atención en respuesta. Rendirse, tomar caminos distintos, crecer y olvidarse de todo eso, hasta que décadas después un desconocido encuentra ese disco en una venta de garage, lo compra por su portada, lo escucha y le gusta. Imaginar que le gusta tanto que decide subirlo a internet y que, poco a poco, ese gesto agarra vuelo hasta que, 25 años más tarde, esa banda termina tocando en grandes ciudades del mundo y en festivales como el Pitchfork Festival en París.
Lo cierto es que no hace falta imaginarlo. Esto una historia real cuyo nombre comienza con P, como si se tratase de la caja de Pandora musical: PANCHIKO y su álbum debut «D>E>A>T>H>M>E>T>A>L».
Hoy hablaremos de un tesoro inglés que permaneció literalmente oculto durante casi veinte años y que cuyo redescubrimiento abrió una puerta enorme dentro de la cultura musical digital. Su álbum debut fue, sin proponérselo, una de las referencias más puras de lo que luego se puede reconocer como la estética vaporwave: la nostalgia analógico-digital, de sonidos shoegaze y dreampop, nacida para la internet.
Un día de julio de 2016, alguien anónimo subió a un foro de 4chan un EP que había comprado por curiosidad en una tienda Oxfam del Reino Unido. La entrada la tituló simplemente: “¿Alguien reconoce este álbum?”. La portada era singular: un rostro dibujado en estilo animé japonés con letras grandes y gruesas. Al escucharlo, notó que el sonido también tenía cierta singularidad. Sonaba a un eco distante de los noventa, entre lo casero y lo etéreo. La respuesta fue unánime: nadie sabía quiénes eran.
Poco a poco, el hilo se llenó de especulaciones: ¿era un experimento digital?, ¿simplemente un demo olvidado?, ¿una estrategia de marketing? Lo que se supo es que se trataba de una banda compuesta por Owain Davies –voz y guitarra–, Andy Wright –guitarra / teclados–, Shaun Ferreday –bajo–, y John Schofeld –batería–. Cuatro amigos de Nottingham que crearon esta joya perdida, entregando un disco con un estilo claro y sin pretensiones.
Esta publicación reanimó a una banda que había desaparecido antes de siquiera tener un público. El misterio, la nostalgia y el incipiente sonido de nicho de internet: todo encajaba con la sensibilidad de una generación criada entre lo analógico y lo digital. De este modo, Panchiko se convirtió en un símbolo accidental de lo que hoy conocemos como lost media.
Con el tiempo, se supo que el EP había sido grabado alrededor del 2000, que apenas existían entre veinte y treinta copias —enviadas sin éxito a algunos sellos discográficos— y que, desde entonces, la banda había desaparecido por completo. Para colmo, el ejemplar encontrado presentaba un sonido deteriorado por el desgaste químico del material debido al paso del tiempo.
Con el revuelo, algunos usuarios lograron contactar a los miembros originales de Panchiko, y finalmente apareció una versión en mejor calidad. Gracias a ese renovado interés, en 2020 se lanzó «D>E>A>T>H>M>E>T>A>L (Remastered)», que incluyó canciones adicionales del otro EP del grupo, «Kicking Cars», además de las versiones dañadas originales y de letras que hablan desde una melancolía adolescente: habitar en la ciudad, frustraciones calladas y el peso de sentirse invisible en un mundo que sigue girando sin resquemores.
Aunque su nombre sugiera lo contrario, «D>E>A>T>H>M>E>T>A>L» no suena a death metal en absoluto. Es un sonido distinto: melódico, brumoso, hipnótico. Entre sus referencias hay hallazgos curiosos, como fragmentos y samples del videojuego «Burning Rangers» y de la intro de la película «Dr. Strangelove» de Stanley Kubrick. Con un inicio así, es difícil pensar que lo que venga después no sea de calidad.
Las canciones de este álbum comparten melodías tranquilas y melancólicas. La voz de Davies es serena y clara, a ratos romántica y a ratos inundada de nostalgia y tristeza. Es dreampop, onírico y a la vez urbano, con los pies en la tierra. Son canciones que invitan a viajar hacia dentro, mientras el mundo sigue su curso. A ratos la voz aparece con filtros, queriendo dar oscuridad en canciones donde es debido —como en «Stabilisers for Big Boys»—, mientras que en otras suena clara y brillante —como en «Sodium Chloride».
En general, la estética de Panchiko está marcada por un cruce de influencias “outsiders”: la estética otaku y anime, los videojuegos RPG japoneses, bandas alternativas de finales de los noventa, y toda una sensibilidad que mezcla nostalgia con experimentación sonora. Su sonido suele describirse como un híbrido entre dream pop, indie rock y shoegaze. Todo esto pareciera ser el ingrediente perfecto para que Panchiko sea hoy considerada una banda de nicho icónica entre los seguidores de estos sonidos y estéticas.
El 5 de mayo de 2023, se publicó el álbum «Failed at Math(s)», que marca el verdadero regreso de Panchiko al estudio después de más de veinte años. Es su primer álbum completo desde la reactivación, una obra que mezcla melancolía y madurez, manteniendo la estética nostálgica que los volvió reconocidos, pero desde una vereda más luminosa.
Su último lanzamiento fue en abril de este año: «Ginkgo». Un disco que consolida su identidad sonora: etérea, emocional y profundamente humana, como si el paso de los años hubiera afinado, en lugar de desgastar, la sensibilidad que los hizo únicos desde aquel primer demo olvidado en un garage. Las letras son serenas, maduras. Hay un diálogo constante con el pasado, pero también un deseo de regeneración, que rinde honor al paso del tiempo y al propio crecimiento de la banda.
Recientemente lanzaron una edición especial para celebrar los 25 años de aniversario de «D>E>A>T>H>M>E>T>A>L», lo que constituye una pieza de colección, poniendo a disposición de todos este tesoro, cuyo cofre está grabado por una banda, probablemente a estas alturas, de culto para la historia de la música contemporánea y la cultura digital.