Natalia Lafourcade

22-11-2024 | Mujeres Bacanes

La historia de la visión artística y musical de la cantante, compositora, productora, arreglista y activista mexicana Natalia Lafourcade, es una que existe en el marco de las percepciones más cautivadoras de la catarsis y la intimidad; sanar a través de la música, es una realidad para todes quienes encontramos alivio en nuestros corazones a través de las melodías y sus poesías, como si las canciones fuesen entes capaces de comprender y procesar nuestras emociones más profundas.

Pero en el caso de Lafourcade, el espíritu audaz de su ardua y extensa trayectoria creativa, expresa una trascendencia incluso más intensa de tal entendimiento en nuestra relación con este arte, y esto deviene, no desde un egocentrismo purista y académico, sino desde la humanidad, la sensibilidad y la exploración de los claroscuros en los sentires del alma, los cimientos de la verdadera universalidad de la música. En este viernes de Mujeres Bacanes celebramos la carrera musical de Natalia Lafourcade, una de las artistas contemporáneas más emblemáticas e influyentes de Latinoamérica, y quien, junto a su público, ha hecho de la música un hogar, una religión y un existir.

Sanar a través de la música, es tan romántico como poético, los corazones rotos encuentran consuelo en los versos de grandes canciones pop o baladas que evocan el despecho más auténtico. Así, el denso ánimo de los malos días se difumina mientras el tarareo, los chasquidos y el torpe baile frente al espejo, reclaman el protagonismo por unos instantes, cada quien al son del ritmo que mejor entiende su identidad, pero siempre aquel que le sensibiliza y conmueve.

En los primigenios días de la musical existencia de Natalia Lafourcade, nacida en Veracruz, México el 26 de febrero de 1984, la concepción del sanar a través de notas y armonías se escapa del idilio romántico y alcanza una expresión totalmente literal, hija de María del Carmen Silva Contreras, una talentosa pianista y visionaria en la enseñanza, especializada en pedagogía musical, acompañó los días de la infancia de Natalia con invitaciones certeras al florecimiento de un talento potencialmente nato.

La natural incertidumbre de una infancia en la que lentamente se moldeaba una creatividad única, se vió trágicamente impactada por un accidente, y tras caer de un caballo a la edad de 6 años, las intensas lesiones se convirtieron en el auténtico catalizador de su cercanía con el poder sanador de la música.

Su madre, aprovechó todos sus conocimientos y combinó las terapias físicas de recuperación con un acercamiento hacia las posibilidades medicinales de las melodías y el poder de la sensibilidad, convirtiendo un instante de fragilidad en una catapulta para una joven y frenética pasión.

Con el tiempo, Natalia extendería su entendimiento de los ritmos mientras aprendía a tocar distintos instrumentos, tomaba clases de teatro, actuación y canto. Este impulso tomó forma clara desde sus 14 años, cuando formó parte de un grupo de música pop llamado Twist, que rápidamente sintió alejado de su naciente expectativa, pues ha comentado que no disfrutaba únicamente de hacer sincronización de labios.

Algunos años más tarde, al inicio de la década de los 2000, Natalia Lafourcade llamaría la atención del productor italiano Loris Ceroni con sus primeras maquetas, mismas que encontraron lugar en el primer trabajo discográfico de la artista: una colección homónima lanzada en 2002 y cargada de vitalidad, composiciones divertidas, como su primer gran éxito «En el 2000», pero también atisbos de aquella introspección que caracterizaría a su música posteriormente.

En la discografía de Lafourcade, no existe la necesidad de esconder la existencia del proyecto debut, pues este sería la primera prueba del éxito que alcanzaría, certificado en platino mientras mezclaba el pop rock de esa época con guiños a la bossa nova brasileña y momentos acústicos en los que confiaba plenamente en la magia de su pluma: «el tiempo, aliado enemigo, que cambia el destino, congela las ganas de amar», entona en la dolorosa y reflexiva «Mírame, Mírate».

El inminente pero inesperado éxito, motivó a la cantautora a probar suerte en grupo, y junto a viejos conocidos formó la banda Natalia y La Forquetina, con quienes lanzaría su segundo álbum «Casa» y que estaría producido por el reconocido músico Emmanuel del Real de la agrupación de rock mexicano, Café Tacuba en el año 2004.

Las presiones de la industria musical disolvieron a La Forquetina, pero eso no le restó impacto profesional,  pues dicho álbum llamó la atención de premiaciones importantes, mantuvo su éxito nacional y sentó bases más sólidas para su curiosidad en la diversidad sonora, mientras crecía  en su poesía: «pongo miel en las historias que te cuento, para que cierres los ojos, y, por fin, tú puedas otra vez dormir», canta en la dulce y romántica pista titular de dicha colección.

La espera para su tercer trabajo discográfico habría sido una sequía insoportable, si no fuera porque aquellos años resultaron prolíficos para su crecimiento artístico, la expectativa en su singular nombre crecía, y ella colaboraba con artistas de importante talla a nivel nacional como Julieta Venegas o León Larregui, participaba en bandas sonoras, e impulsaba la música en su estado natal, colaborando con la Orquesta Sinfónica Juvenil de Veracruz, en su primer EP totalmente instrumental «Las 4 Estaciones del Amor», lanzado en 2006.

Nadie podría precisar la potencia artística y creativa que iba a plasmar en su álbum «Hu Hu Hu» de 2009, un punto de inflexión importante, un instante casi absoluto para dar rienda a su deseo de experimentar con sonidos y cantar en inglés en las fronteras del pop alternativo y el pop psicodélico, pero sin abandonar su habilidad de crear hits memorables para su público más cercano.

Este álbum contiene la que podría considerarse su obra más espelendida hasta ese entonces «Azul», una compleja y dinámica pista de casi 7 minutos de duración, con segmentos instrumentales sublimes y en la que dibuja paisajes del joven miedo al paso del tiempo y al crecimiento emocional: «tengo miedo de ti y tu voz, tengo miedo de ti y tu amor, miedo de que a mi campo, le dejen de crecer flores de color».

Y como si aquella canción la hubiese reconciliado con el pasado, este se convertiría en una de las pasiones más fervientes en su travesía musical y la primera gran expresión de amor por las memorias musicales de su país, sería su cuarto trabajo discográfico de 2012 «Mujer Divina – Homenaje a Agustín Lara», un proyecto de covers del legendario cantautor mexicano, en el que se acompañó de una extensa lista de colaboradores de la escena latinoamericana como Jorge Drexler, Miguel Bosé y Devendra Banhart.

Sus caminos musicales son tan diversos como vivaces, y es evidente que tomaba un lapso definido para explorar tales pasiones. En ese caso, su faceta más cercana a las luminosas glorias del estrellato pop, encontró plena vitalidad en su quinto trabajo y clásico del folk pop mexicano, «Hasta La Raíz», de 2015.

La mujer que compuso las canciones de «Hasta La Raíz», había experimentado las mieles del éxito comercial mientras recorría valientemente los temblores de la versión más disonante de su imaginario instrumental, sin saber que tal ruta la llevaría a desenterrar las raíces de uno de los grandes amores de su vida, el folclore mexicano. El árbol genealógico de su amante y sanadora: la música de su país, «yo te llevo dentro, hasta la raíz, y por más que crezca vas a estar aquí”.

Este terminaría siendo el proyecto más emblemático de toda su carrera, pues contiene sus éxitos más entrañables como «Lo Que Construimos» o «Nunca es Suficiente», canción que ya se puede considerar un clásico mexicano, puesto que se escucha constantemente entre las calles del país, inclusive en una versión en cumbia que se grabó junto a la reconocida agrupación Los Ángeles Azules.

Los años posteriores al éxito exponencial de este álbum y su consagración artística a nivel internacional, terminaron de acercarla a un periodo de celebración del folclore musical de México, no en una canción, sino como invitación para todo su público a conocer las historias y ritmos de una generación que el tiempo está absorbiendo, pero cuya profundidad, emotividad e impacto, son más que dignos de prevalecer entre las generaciones contemporáneas, que están cada vez más alejadas de dichos orígenes.

Esa es la motivación detrás de sus siguientes proyectos musicales, los apasionados dos volúmenes de «Musas (Un Homenaje al Folclore Latinoamericano en Manos de Los Macorinos)» de 2017 y 2018, dónde en compañía de los músicos Miguel Peña y Juan Carlos Allende (Los Macorinos), emprende un viaje de reinterpretación, canciones originales y tributos a grandes clásicos latinoamericanos como «La Llorona», «Soy Lo Prohibido» o el bolero romántico «Desdeñosa», en compañía de la magistral participación de Eugenia León y Omara Portuondo.

Esa identidad sonora y el deseo por expresar un ferviente amor por la música regional, encontraría su cierre en los dos volúmenes de «Un Canto Por México» de 2020 y 2021, proyectos en los que extendería su catálogo, mientras interpretaba varios de sus propios clásicos con la paleta instrumental de la que estaba perdidamente enamorada en ese momento, colaborando ahora con Mon Laferte, Silvana Estrada e incluso, Panteón Rococó.

El pasado y la memoria en total consciencia de una expresión artística tan virtuosa y conmovedora como lo es la música, se convirtieron en un espacio seguro para ella, un emblema identitario del que solo podía escapar indagando en sus heridas más profundas, porque la sanación del corazón es un trabajo que dura toda la vida, y algunos dolores toman años en definir su forma en los rincones más oscuros del sentir emocional.

Aquellos demonios son los que motivaron la que podría considerarse, la obra maestra en toda su carrera musical, su noveno trabajo discográfico lanzado en 2022 y que representa el clímax de toda una carrera persiguiendo la excelencia y desempolvando los secretos de la pasión que emana la música: «De Todas Las Flores».

Descrito por Lafourcade como un diario musical, las composiciones en «De Todas Las Flores» alcanzan todas las cúspides en los caminos que la compositora ha atravesado a lo largo de sus más de 20 años de carrera. Es un álbum que aglutina coqueteos y declaraciones directas con el jazz vocal, los boleros y el folk alternativo.

Aunque su recibimiento comercial no se acercó a la magnitud de «Hasta la Raíz», la excelencia musical que derrama cada canción, lo ha consagrado entre los críticos musicales más exigentes a nivel nacional e internacional, como una de las piezas artísticas más importantes en la historia de la música mexicana, lo que solo se traduce a una palpitante expectativa de la siguiente sorpresa que podría regalarnos.

«Me gustaría que escuchemos y me gustaría que sintamos» introduce Lafourcade en una de las pláticas en el estudio de grabación durante las sesiones de un álbum que termina siendo un caleidoscopio de los sentires profundos, las facetas del miedo, las bellezas detrás del amar sin límites y del sanar; los códices contemporáneos en los que busca plasmar el brillo instantáneo de la existencia misma, siendo un viaje del que la artista regresa con un vestigio de su propia melancolía y cuyo encanto merece ser descifrado en totalidad sin revelar antes sus líneas.

La sensibilidad femenina y su trascendencia en la música son secretos que siguen revelándose con cada día y cada oportunidad creativa, son demasiadas las vertientes en las que puede fluir y entre las grandes mujeres bacanes, cada historia posee sus matices únicos que se acercan al corazón de los oyentes en un igualmente diverso espectro de posibilidades. Y es esa intimidad con el arte la que fluye casi como magia, a veces de manera inexplicable.

Pero, si es que hay alguna manera de resumir el voraz y cautivador espíritu artístico de la artista mexicana Natalia Lafourcade, es probablemente, el de sanar a través de la música con todas sus implicaciones: siendo consciente de la importancia de celebrar las memorias pasadas, aceptando el dolor para lograr curar las heridas en el presente y alcanzando un estatus de visionaria, como una profeta capaz de expresar su predicción personal de lo que que podría y lo que debería ser el arte del futuro.

María Zardoya

En este frío viernes de mujeres bacanes te presentamos a una cantante, cuya voz puede envolverte en el mood nostálgico del invierno: María Zardoya, más conocida como la cantante de The Marías.

«Lost In Translation»

En este Jueves de Cine recorremos las intensas notas de rock nostálgico y de vibrante melancolía juvenil que consolidaron a «Lost In Translation» como un clásico romántico de momentos sensibles y canciones memorables.

«My Own Summer (Shove It)» por Linkin Park

A cinco meses del regreso de Linkin Park a nuestro país en este martes de covers habaremos de su icónica versión de «My Own Summer (Shove It)» de Deftones.

«Disintegration» de The Cure

Con una sensación de que aún no había logrado llegar a su máximo punto, y la depresión existencial que conllevaba alcanzar la cuarta década de su vida, se lanzó a trabajar en el octavo álbum de estudio de The Cure.

«Back to Me» de The Marías

Permitiendonos abrir el corazón y sumergirnos de lleno en la nostalgia, este domingo de gente triste hablaremos de «Back to Me» de The Marías.

Beabadoobee

Comenzamos a despedirnos de mayo junto a un nuevo viernes de mujeres bacanes. Esta vez, para hablar de una artista que ha sabido poner sobre la mesa temáticas delicadas relacionadas con la salud mental, la identidad y el valor de mostrarse vulnerable. Nos referimos a Beabadoobee.

Lucy Dacus

Queremos dedicar este nuevo viernes de mujeres bacanes a una de las grandes voces del indie rock contemporáneo: Lucy Dacus. Una cantautora estadounidense de sensibilidad única, que entrelaza la nostalgia, la melancolía y el amor en sus composiciones.

«Champagne Supernova» por Wave To Earth

Hoy les hablaremos del cover de «Champagne Supernova» de Oasis, esta vez interpretada por wave to earth, una banda que, al igual que sus creadores, buscaba  generar una nueva ola junto a su sonido. 

 «Give Up» de The Postal Service

En este lunes de icónicos, repasamos el nacimiento de The Postal Service, dúo de synth-pop formado por Ben Gibbard y Jimmy Tamborello, y la huella que dejaron en la música electropop hasta la actualidad.

Hozier

Hozier se presentará en Chile este próximo sábado 24 de mayo en el Movistar Arena, y por lo mismo, hoy queremos hablarles de su música, una que a través de la tragedia, nos hace ver la esperanza al final del túnel.