A 10 años de «Drones»

08-06-2025 | Reseñas

La crítica a las guerras libradas con máquinas
y la pérdida de la empatía humana

Reseña por Francisca Arrué

Tras el éxito de «The 2nd Law», un álbum tan aclamado como criticado por su sonido más electrónico, Muse decide dejar los sintetizadores de lado, asociándose con Mutt Lange, productor que trabajó en proyectos como «Back in Black» de AC/DC, para reunir a los tres integrantes de la banda con sus instrumentos y salir un poco de la sala de control, volviendo a los orígenes del trío de guitarra, bajo y batería. Es así como nace «Drones», el séptimo álbum de estudio de la agrupación, que cumple su décimo aniversario este 8 de junio. 
El proyecto, cuyo nombre procede de la nueva obsesión conspiranoica de Matt Bellamy en aquel entonces, narra el quiebre mental de su protagonista como producto de una dolorosa ruptura, el estado frágil y depresivo que lo vuelve susceptible a las voces reclutadoras de los poderes superiores, convirtiéndose así en un “dron”, un peón más en el plan macabro de su líder por apoderarse del mundo hasta no dejar nada en él.
El álbum abre de golpe, con la voz de Matt gritando un agudo y estruendoso “dead inside!”, acompañado de la batería y sintetizadores, dando esa vibra glam rock que ha caracterizado a la banda por tanto tiempo. El comienzo perfectamente depresivo que nos sitúa en la mente del protagonista, quien lamenta entregar todo de sí a la contraparte de la relación, que solo le responde con frialdad: “you like to give an inch, whilst I am giving infinity (te gusta entregar nimiedades, mientras yo entrego una infinidad) canta decepcionado, cuestionándose si esa otra persona siquiera tiene alma. 

La desolación de nuestro protagonista culmina cuando ruega por última vez, pidiendo que la otra persona se muestre como es, que se abra a él, que no lo abandone, advirtiendo haber entregado tanto al punto del completo desgaste, resignándose así al dolor y llenándose de resentimiento ante la impotencia, muriendo por dentro y convirtiéndose en aquello que es la otra persona.

En este estado de total derrota llega «Drill Sergeant», una nueva voz en la narrativa que continuará presente durante el resto del álbum. Este track de tan solo 21 segundos muestra un diálogo entre un sargento instructor y nuestro protagonista, donde presenciamos su reclutamiento y posterior sumisión al sistema de guerra: “—Your ass belongs to me now! —Aye sir!(—¡Tu culo me pertenece! —¡Sí, señor!), dando así el paso a la primera canción del álbum que vio la luz el 13 de marzo de 2015, «Psycho», cuyo riff tan característico lleva mucho más de una década en el repertorio de improvisaciones en vivo de la banda.

Continuando con la historia, «Psycho» cambia la perspectiva, siendo ahora el instructor quien le habla al protagonista sobre cómo el amor no lo llevará a ninguna parte, que está perdido y solo en el mundo y que es precisamente él a quien necesita para llevar a cabo su plan. Promete que lo quebrará hasta transformarlo en un psicópata, alguien que mate por él sin cuestionar. 

En esta canción ya se puede ver la temática del proyecto con total claridad, con versos como “Your mind is just a program and I’m the virus(Tu mente es solo un programa y yo soy el virus), donde comienzan las referencias a las máquinas, a los drones que, según Matt Bellamy, son un avance peligroso en cuanto al armamento de guerra, puesto que el uso de estos artefactos remueve el componente humano, aquel que inevitablemente acarrea una mente y un compás moral al momento de librar guerras. Los drones de hoy en día aún son manejados por seres humanos, aunque a distancia, similar a un videojuego shooter, generando un escenario perfecto para alienarse de las acciones que realmente se están llevando a cabo. Esa pérdida de la empatía, tan inherente al ser humano, es la que esta canción (y el álbum por completo) buscan criticar: “And you will kill on my command, and I won’t be responsible” (Matarás a mi orden, y yo no seré responsable).

Tras la oscuridad de «Psycho», continúa «Mercy», una canción de sonido más esperanzador en que los últimos vestigios de humanidad del protagonista, conscientes de que se está dejando corromper, piden misericordia de los poderes superiores. Esta canción es un último grito de auxilio antes de dejarse arrastrar por la corriente hacia la pérdida de sí mismo, de su empatía y su humanidad, antes de convertirse en un dron.

El instante de «Mercy» se deja atrás fácilmente en cuanto escuchamos la intro de «Reapers», que, junto a «Psycho», es una de las canciones que hasta el momento muestra la intención de la banda de “volver a sus raíces”, como habían expresado en diversas entrevistas refiriéndose a este proyecto. «Reapers» consolida la transformación y nos sitúa en la nueva realidad: “Home, it’s becoming a killing field(mi hogar, se convierte en un campo de muerte). El mundo es gobernado con mentiras y las guerras son libradas por máquinas. La parte culminante de la canción, acercándose al final, es este crescendo que parte con un loop del bajo, en el que entra una voz distorsionada que nos advierte: “here come the drones(Aquí vienen los drones).

«The Handler», la sexta canción y la favorita por nuestra parte, es la toma de conciencia del protagonista. Se da cuenta de que está siendo controlado, pero también se da cuenta de que quiere salir de ahí.

“I have been programmed to obey […] I will execute your demands.”
(Fui programado para obedecer […] ejecutaré tus órdenes)

“Leave me alone. I must dissociate from you”
(Déjame solo. Debo disociarme de ti). 

A lo largo de la canción se retrata el fuerte deseo de romper con la dinámica de sumisión ante el poder, donde el sonido oscuro, el tempo acelerado, el notorio bajo de Chris Wolstenholme y el, siempre impresionante, falsetto de Matt transmiten un sentimiento de angustia y una urgencia por escapar del control. Una canción que, claramente, puede aplicarse a áreas más cotidianas, pero no por eso menos oscuras que la liberación ante un poder controlador que te obliga a asesinar.

El interludio entre las fases de pensamiento de nuestro protagonista es un fragmento de un discurso de John F. Kennedy, llamado simplemente «[JFK]», donde habla de hacerle frente a una eficiente máquina que infiltra los tejidos de la política y la guerra de manera furtiva (aunque JFK hablaba de la URSS en este discurso, Matt consideró que, irónicamente, coincidía muy bien con la temática de los drones).

El renacer del protagonista se desata en «Defector», donde el hablante lírico presume de ser un desertor, inmune a las tentaciones del poder. Está listo para derrocar el sistema e ironiza la creencia de invencibilidad de aquel en el poder, mientras celebra ser libre de su control, desafiándolo. 

El sonido que venía con matices oscuros desde «The Handler», aumenta en grandiosidad cuando el álbum avanza hacia «Revolt», la invitación del protagonista a hacer la revolución. Comienza evidenciando la realidad pesimista, reconoce que el poder opresor es fuerte y que está en control de todo, pero no de todos, al menos no por completo. Insta al resto a que no permitan que el dominio sea total, les levanta la moral, asegurándoles que son poderoses, que tienen alma, que han sentido amor y dolor y que es eso a lo que deben aferrarse para encontrar la forma de escapar de la opresión: You’ve got strength, you got soul. You’re not afraid, you’re not a drone.” (Tienes fuerza, tienes alma. No tienes miedo, no eres un dron).

Su llamado es escuchado y las consecuencias se esclarecen en «Aftermath», puesto que toda revuelta tiene sus repercusiones. El protagonista de la historia, a quien hemos seguido durante 10 canciones, comienza a cansarse de luchar; sin embargo, no olvida sus motivaciones, ya que parece haber encontrado un nuevo amor, uno que lo hace querer volver a casa, uno que lo convence de que no está solo. El escenario es desolador, pero existe algo que nos mueve a seguir peleando por aquello que queremos.

Sin embargo, como en toda distopía (bien familiares para les fans de Muse), la esperanza no es eterna, y nuevamente nos encontramos con un esa voz que intenta corromper al protagonista en «The Globalist», la canción más larga del álbum y de toda la discografía de la banda, con una duración de 10 minutos y 7 segundos, seccionada en tres partes.

La desolación y la hostilidad son constantes y muy fáciles de visualizar apenas escuchamos el silbido solitario en medio de la lluvia y estruendos distantes, a los que se suman lentamente la guitarra y la caja. Durante esta primera sección de la canción, pareciera que nuestro soldado se encontrara derrotado en medio del campo de batalla. La voz de Matt canta con venenosa suavidad:

“You were never truly loved, you’ve only been betrayed
(nunca fuiste amado, solo has sido traicionado)

But you can rise up like a god. Arm yourself, you can be strong
(pero puedes alzarte como un dios, ármate, puedes ser fuerte). 

Aquella tentación de la que el hablante presumía ser libre en «Defector» aparece con más fuerza que nunca y parece tocar una fibra delicada, aquella que está cansada de perder y de luchar contra un poder que terminó por ser invencible: “You can build a nuclear power, transform the Earth to your desire(Puedes construir un poder nuclear, transformar la Tierra según tus deseos). 

La tensión de la melodía sube lentamente a medida que la mente del protagonista termina por corromperse, al igual que en «Psycho», aunque ahora hay mucho más en juego que la propia vida del protagonista, es el futuro del planeta entero. Ya no es solo un psicópata, sino su propio dictador. “Now you finally have the code, I have given you the code(ahora tienes el código, te he dado el código) es lo último que escuchamos de la voz, puesto que la canción da un giro repentino en el que entran la guitarra y el bajo, situándonos en un escenario aún más oscuro, mientras que en el fondo escuchamos un coro y el sonido de misiles volando, soldados marchando mientras la batería acelera, además de una cuenta regresiva, clara señal de que el trabajo de la voz está hecho. El apocalipsis nuclear se desató y el mundo se acerca peligrosamente a su fin.

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