
«Erotica» de Madonna
En el marco de las celebraciones por el mes del orgullo LGBT, reconocemos el impacto de la Reina del Pop, Madonna, una artista transgresora y ecléctica, que se atrevió a desafiar las convenciones tradicionales de la música pop y, en algunas ocasiones, los valores morales misóginos de la sociedad de sus años.
Por eso, en este lunes de icónicos, reflexionamos sobre la gran controversia que generó el lanzamiento de su quinto álbum de estudio, «Erotica», mismo que se consolidó como uno de los álbumes sobre el deseo femenino por excelencia, pero que además de una celebración de su propia sensualidad, supuso también, un reclamo de resistencia queer ante la intensa violencia que impacta, hasta la actualidad, la vida de millones de personas LGBTQIA+.
En 1992, algunos medios se atrevieron a afirmar que «Erotica» sería el fin de la carrera de Madonna y no pudieron haber estado más equivocados. El álbum contiene algunos de nuestros clásicos favoritos de la artista, como «Rain», «Bad Girl» o «Deeper and Deeper» pero además, la declaración más desafiante de la artista ante la violenta ignorancia que la sociedad sostiene frente al arte y, en ocasiones, hacia las mismas personas.
Si bien podría pensarse que, en el escenario contemporáneo de la cultura pop, la navaja moralista aparentemente ha reducido su filo, la controversia se despierta nuevamente cada cierto tiempo. El sexo, en sí mismo, no es intencionalmente escandaloso, pero si una mujer, enfocada por los reflectores de la atención mediática, es quien se sincera sobre sus fantasías y se adueña de su placer sexual y de todas sus particularidades, el caos reaccionario y la persecución masiva son casi inevitables.
Esta divisoria conversación fue un componente nuclear para la trayectoria artística de la icónica Reina del Pop. La cúspide de su pronunciamiento fue cuando, en 1992, decidió cambiar la celebración en las pistas de baile por un asunto igual de ligado a su humanidad, el sexo. Sus fantasías más sensuales y sus fetiches fueron las temáticas para desarrollar en su álbum, «Erotica».
Sin embargo, el enfoque del proyecto implicaba más que mera vulgaridad, puesto que reconocía tanto una liberación de los estigmas de comportamiento que atravesaban su vida como mujer, como un cuestionamiento más severo a raíz del violento impacto que implican la superficialidad y el castigo de la sexualidad para los sectores más vulnerables de la sociedad.
El lanzamiento del quinto trabajo discográfico de Madonna se vio anticipado por distintos eventos que anunciaban que la cantante había encontrado un motor de autenticidad en la rebeldía ante las convenciones morales de la sociedad en los años ‘80. Previamente, su álbum, «Like a Prayer», la había puesto en la mira de los grupos conservadores y distintos sectores religiosos de la época por su uso de símbolos como parte de su performance.
Por otra parte, su compilación de grandes éxitos, lanzada en 1990, incluía también el primer coqueteo de Madonna con el trip hop en «Justify My Love», una intensa declaración de entrega sensual en la que el tono de voz y profundidad de la base instrumental anunciaban con lujo de detalle la ruta que la artista seguiría en su siguiente lanzamiento, bastante más alejada de los joviales sintetizadores de sus primeras obras.
Así fue como, poco a poco, tomaba forma el álbum que casi destruyó el legado de Madonna, pero que la presentó en su versión más sincera y desnuda hasta la fecha: una colección de 14 canciones que muestran, a través de distintas lentes, la provocación, la reflexión y la alegoría en torno a la sensualidad de la cantante estadounidense.
La reacción mediática, tan desenfrenada y humillante, a la que se enfrentó la artista tras lanzarlo, nos haría pensar fácilmente que el álbum se compone exclusivamente por narrativas banalmente explícitas, pero lo cierto es que el contenido resulta más bien caleidoscópico, cargado de distintos matices eróticos e introspecciones ante el peligro de la perspectiva moralista que se tenía respecto de la sexualidad en esos años.
Es cierto que en «Erotica» encontramos algunas de las pistas más sexualmente descaradas que se hayan colocado en el escenario mainstream del pop, especialmente si tomamos en cuenta que se trata de una intérprete femenina. En la pista titular, Madonna asume, desde un alter ego, una posición dominante en una práctica BDSM, mientras que la pista «Where Life Begins» se contiene, incluso menos, en tales presunciones; siendo una celebración absoluta a la belleza del sexo oral femenino, decorada con una producción instrumental sofisticada y profunda: “Solo quería saber, si te gustaría aprender un tipo de beso distinto”.
Esos son, en definitiva, los cortes más escandalosos y directos del álbum, aunque el caso es diferente para la icónica canción «Deeper and Deeper», una alegoría directa que fluctúa entre la intensidad del acto íntimo y la disociación del cuerpo en la pista de baile. Además, esta canción es un clásico icónico en el repertorio del empoderamiento queer, pues, entre sus letras se lee también el reconocimiento orgulloso de un chico respecto de su homosexualidad: «Pero mi amor está vivo y nunca volveré a esconderlo otra vez”.
La reivindicación queer no es para nada incidental, el apoyo de Madonna a la comunidad gay era una declaración bastante pública y los años 80 representaron una época extremadamente complicada para la vida homosexual, tanto por el violento rechazo sociopolítico como por el creciente temor debido al alza de mortalidad en la comunidad durante el apogeo de la epidemia del SIDA, una herida generacional que, hasta la actualidad, desemboca en discriminación e ignorancia.
Madonna enfrentó la crisis del SIDA desde cerca, viviendo la muerte abrupta de varias amistades. Este fue uno de los puntos determinantes en la definición del espíritu reivindicativo del sexo en su álbum «Erotica». Un claro ejemplo es la canción «In This Life», que aborda de forma directa la desgarradora resignación frente a la cruel realidad de la época para los hombres homosexuales: «La gente pasa de cerca y yo me pregunto ¿Quién sigue? ¿Quién lo determina? ¿Hay alguna lección que deba aprender en este caso? No hay dicha en la ignorancia”
Sin embargo, la perspectiva radical y conservadora de la época jugó en contra de la dosis de realidad que Madonna buscaba plasmar en su música. El molde tan provocador fue suficiente para que gran parte del público asumiera en automático el carácter de la obra. En bastantes de esos casos, sin siquiera haberla escuchado atentamente por lo menos una vez.
Ciertamente, algunas de las nociones más lascivas en las letras representaban una apreciación de la sexualidad femenina que, hasta ese entonces, se mantenía oculta y el impacto de Madonna, como símbolo de liberación femenina, se consolidó por la rebeldía de este álbum, prefiriendo retar al público que la había vuelto un icono, con tal de mantenerse genuina y honesta.
El reclamo de autenticidad personal más conciso del álbum es la pista final. «Secret Garden» es una canción bastante más enérgica y de vibras jazz, cuya composición lírica encapsula la reivindicación absoluta de la cantante con respecto a su feminidad, una oda poética a su propia vagina: “Sé que la respuesta se esconde en algún lado, en mi jardín secreto”.
Es la más descarada sinceridad lo que define a la buena música pop entre todos los constantes lanzamientos. Por ende, años más tarde «Erotica» de Madonna sería reconocido, no solo como el epítome de su desafío contra la moral puritana y misógina de la época, reconociendo que las mujeres también podían expresar su deseo públicamente, haciendo arte de ello; sino también por su perfeccionismo musical.
En dicha línea, «Erotica» de Madonna es una fotografía panorámica de la escena musical de principios de la década de los 90. Es un disco que usa de ornamento las distintas tendencias que fluían en la escena pop: el deep house de las fiestas queer, los suspiros de jazz en el pop sofisticado y el enfoque de atención en la voz, marcaron la importancia de las historias que podrían contar las estrellas de pop desde una perspectiva más sensible.
Se puede hablar de la iconicidad del álbum por el impacto que tuvo tras la reacción negativa por parte de los medios, ya que, a pesar de ello, la chispa se había encendido y la expresión sexual de la feminidad procedió a convertirse en una constante cada vez más notoria en la música pop.
Artistas como Britney Spears, Beyoncé o Sabrina Carpenter, a lo largo del tiempo, han abordado el coqueteo sensual, la expresión de sus deseos o, inclusive, la sátira de los mismos desde perspectivas relativamente menos cuestionadas, lo que supone uno de los legados más importantes de la Reina del Pop en la industria musical.
Pero las cadenas reaccionarias de ideologías conservadoras no han cedido en absoluto, por el contrario, siguen permeando las redes sociales cada vez que el molde establecido como ‘aceptable’ se rompe ligeramente. Tal es el caso más reciente con la portada del próximo álbum de Sabrina Carpenter, «Man’s Best Friend», que ha desatado una ola extrema de críticas que la asumen como una alineación patriarcal, otro ejemplo de una reacción espontánea y sin el mínimo conocimiento respecto a la intención creativa detrás de la obra.
Hace más de 30 años, ese mismo fue el caso de «Erotica» de Madonna, un clásico noventero sobre el placer femenino que encendió los radares de toda una generación al expresar el coraje de una mujer al reconocer que disfrutaba el sexo, mientras acompañaba su discurso de cuestionamientos sobre la misoginia detrás del arquetipo femenino de pureza y ternura.
Sin embargo, de entre todas las aristas conscientes que componían al universo de «Erotica», las que marcaron indudablemente un antes y un después en la dinámica de la música pop venidera, fueron las que reivindicaban la celebración del cuerpo femenino y su placer.
Asimismo, las nociones de resistencia queer ante la discriminación que se ha difuminado a paso lento con los años y por supuesto, un recordatorio de que en la historia de la humanidad, el peligro latente y universal de la ignorancia sigue oponiéndose con superficialidad ante la sensibilidad y autenticidad, virtudes que en bastantes ocasiones alcanzan a impregnar las más populares expresiones de nuestra cultura.