«Queen Rock Montreal»

01-07-2025 | Lunes de Icónicos

¿Y si una de las presentaciones que más te gustaría olvidar terminara convirtiéndose en una parte inolvidable de tu legado? Algo así le ocurrió a Queen en 1981 cuando, en pleno apogeo de su carrera, se vieron envueltos en uno de los capítulos más estresantes y caóticos de sus vidas, mismo que no cerraría hasta muchos años después.

Lo que comenzó como una idea visionaria que no terminaba de convencer a nadie, acabaría siendo, no solo uno de los conciertos más reconocidos de toda su trayectoria, sino también una desventura en la historia de los conciertos filmados, y una intensa lucha por preservar la propia visión artística.

En este Lunes de Icónicos, mientras nos despedimos del Mes del Orgullo, viajamos en el tiempo para ser testigues de un espectáculo que, sin quererlo, se convirtió en algo mucho más grande. Esto es «Queen Rock Montreal».

“De ninguna manera”. Esa fue la tajante respuesta de Freddie Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor cuando, a mediados de 1981, su mánager Jim Beach, impulsado por las ideas del productor Saul Swimmer, les propuso realizar dos conciertos adicionales en noviembre.

La idea de prolongar aún más el tour no cayó muy bien y, ¿cómo podría? La gira de promoción de su álbum «The Game» había llegado, por fin, a su fin. Después de recorrer el mundo, incluyendo por primera vez Latinoamérica, Queen estaba física-, emocional- y creativamente agotado.  Eso, sin contar que el humor dentro de la banda no era el mejor, las tensiones internas se sentían y la relación con los medios, cada vez más sensacionalista, complicaba su imagen pública.

Para ellos, la propuesta era simplemente una mala idea: implicaba una logística absurda. Requería de una entrega que en ese momento no se veían capaces de dar y, además, sería grabada para una película, algo que no los entusiasmaba en absoluto.

Pero, a pesar de los constantes rechazos de los miembros de la banda, Beach y Swimmer no se darían por vencidos. Insistieron una y otra vez hasta que, finalmente, pusieron sobre la mesa algo que llamó la atención: el formato en el que se desarrollaría el show.

Se trataba de una propuesta innovadora, con un enfoque cinematográfico ambicioso: doble anamórfico en 35 mm, una tecnología de punta para la época. La intención era ofrecer al espectador la experiencia envolvente lo más cercana posible a estar en un concierto en vivo, sin necesidad de estar físicamente en el recinto. Así, movidos por la curiosidad, el resto de la banda finalmente accedió. Pero ahora venía lo realmente difícil: convencer a Mercury.

Agotado y con la firme intención de pasar su tiempo libre con sus gatos, Freddie Mercury seguía rechazando el proyecto. No quería saber de más conciertos, ni mucho menos de una película. Desesperado, Swimmer vio una última oportunidad, durante un viaje a Washington D.C., llevó a Freddie a un teatro con pantallas IMAX. Según recuerda Brian May, Swimmer no necesitó más que una sola pregunta para convencer a su compañero: ¿Te imaginas a ti mismo proyectado ahí? No hizo falta nada más, se pusieron manos a la obra.

Cambiando el originalmente propuesto Madison Square Garden por el Foro de Montreal como condición para aceptar, todo comenzaba finalmente a tomar forma. 17 camiones y un equipo conformado por 51 personas fueron convocados para montar, a toda prisa, un espectáculo que prometía dar que hablar.

Pero no todo sería fácil. A pedido de la producción, Queen fue solicitado para, coreografiar el show y vestir los mismos atuendos en ambas noches, con el fin de facilitar la continuidad en la edición de la película.

De nuevo, la idea no cayó nada bien. Especialmente a Freddie Mercury, quien vio en esa petición una forma de mecanizar su presentación, de convertir algo espontáneo y auténtico en una puesta en escena forzada, casi artificial. La respuesta fue clara, se negaron.

Como acto de rebeldía, cambiaron ritmos, variaron las transiciones y modificaron su vestuario entre ambas noches, desafiando abiertamente las instrucciones del equipo técnico y dejando claro que, si había una película, sería bajo sus propios términos, con la esencia de Queen.

Serían precisamente esas tensiones las que despertarían una nueva motivación dentro de la banda una vez pisaron el escenario, viendo el proyecto como algo suyo. En entrevistas, años después, Brian May lo resumió así:  “Estábamos muy, muy entusiasmados. Algunos de los tempos son realmente rápidos, hay muchas interpretaciones incisivas y enojadas. Creo que puedes verlo en Freddie.”

Entre versiones aceleradas de clásicos como «We Will Rock You» y «Somebody to Love», una emotiva interpretación de «Love of My Life», interacciones intensas con el público, coros improvisados y hasta un inesperado cover de Elvis durante la primera noche, Queen entregó un show explosivo.

Fueron más de 25 canciones en las que la banda reafirmó su dominio absoluto del escenario y su innegable talento musical. Pero las sorpresas no terminaron ahí. Fue precisamente en esos dos conciertos donde la banda interpretó, por primera vez en vivo, una canción que con el tiempo se convertiría en una de las más queridas por sus fans: «Under Pressure». Eso sí, sin la presencia de David Bowie.

Todo parecía ir bien. El show había sido grabado con éxito, y Queen había recobrado su fuerza haciendo lo que más amaban: presentarse en vivo. Solo quedaba ver el resultado final.

La película fue publicada oficialmente el año 1984 en formato VHS, bajo el nombre de «We Will Rock You», pese a que el productor Saul Swimmer tenía otras aspiraciones para lanzarla a través del sistema MobileVision. El material, finalmente, estaba ahí. Pero no como la banda lo había imaginado.

Al recordar este momento, Brian fue muy firme: “Fue algo que nunca estuvo bien. Estaba mal mezclado, un sonido horrible y seco, sin público, por lo que no se captaba la atmósfera. Estaba mal editado, mal armado y la sincronización original se hizo al ojo, por lo que cada vez que hacían una edición la sincronización se movía. Así que siempre fue algo que nos avergonzó”.  A pesar de sus esfuerzos por corregir o recuperar el proyecto, la banda, al no ser dueña de los derechos, no pudo hacer nada más. Por años, el material quedó atrapado en esa versión incompleta.

Tras múltiples reestrenos entre 1984 y 2001, cada uno recibiendo opiniones más mixtas que el anterior, el film se convirtió en una especie de leyenda entre los fans, pero también en un dolor de cabeza constante para la banda. Un concierto poderoso, atrapado en una edición que no le hacía justicia. Pero esa no sería la última palabra.

No fue sino hasta el año 2007 cuando Queen Productions Ltd. logró finalmente tomar control del material original. Aunque no fue posible reeditar por completo la película desde cero, el equipo de la banda se encargó de transformarla en lo que alguna vez se les había prometido. Así nació, por fin, «Queen Rock Montreal», con una edición que por primera vez se acercaba a sus expectativas. 

El cambio fue sorprendente. La película recibió elogios en todo el mundo, considerada como un abrazo a la nostalgia, una cápsula del tiempo que, casi tres décadas después, mostraba intacto el legado de Queen. Escalando desde el formato DVD, convirtiéndose en un éxito tanto comercial como crítico, hasta llegar a pleno 2024 donde, cuarenta años después de su estreno original, la película fue retransmitida en cines y teatros de todo el mundo, y distribuida incluso en plataformas de streaming, ocupando finalmente el lugar que le corresponde en la historia del rock en vivo.

Aquel proyecto, que en su momento habían rechazado con firmeza, ahora se convirtió en una obra que definió su persistencia por querer rendir honor a su propio trabajo.

«Queen Rock Montreal» es, sin duda, recordado por sus impresionantes interpretaciones que inmortalizan el punto más alto de una banda que marcaría la historia para siempre, pero más allá de eso, se volvió icónico por su historia, sus detalles y la importancia que tuvo para una banda que, muchos años después, luchó para poder reescribir aquel capítulo en que alguna vez dudaron incursionar, dejando una moraleja dentro de la industria más allá del escenario referente a luchar por el propio arte.

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