
The Beths
En este domingo de gente triste, exploraremos la discografía de un grupo que -como le contó a Charli xcx en su podcast «Best Song Ever»- llena de alegría desenfrenada a la mismísima Phoebe Bridgers, sin duda la patrona de la gente triste por unanimidad.
Aunque no resulte evidente a la primera escucha, The Beths son, indudablemente, “gente triste” por excelencia. Puede ser sorprendente si tomamos en cuenta sus animadas canciones de indie-rock o el hecho que, durante las giras, su bajista Benjamin (Ben) Sinclair documente rigurosamente sus desayunos en un blog, o que el nombre de la banda esté inspirado en la serie Chicas Gilmore: al ver a Lorelai hacerlo para nombrar a su hija, la vocalista Elizabeth Stokes decidió ponerle su propio nombre a la banda.
Pero es precisamente este contraste, entre sus letras delicadas, profundas e introspectivas, su sonido y personalidad coloridos y eclécticos que hace a The Beths perfectos representantes de la “gente triste”. En una entrevista con The Guardian, Stokes admite ser una “catastrofista nata”, y añade que no logra entender que otras personas no lo sean.
The Beths, cuyo último álbum, «Straight line was a lie», salió hace unos días, el 29 de agosto; nace en 2014, cuando sus cuatro miembros se conocen estudiando jazz en la universidad de Auckland, Nueva Zelanda. Elizabeth Stokes se encarga de las letras y voz, Benjamin Sinclair del bajo, Jonathan Pearce de la guitarra, y Tristan Deck de la batería.
A pesar de su formación común, sus canciones pertenecen más bien al indie-rock, aunque siempre están abiertos a experimentar con sonidos de todos los géneros. La revista británica NME escribe que no tienen dificultad alguna en alternar punk-rock y Midwest-emo, por ejemplo.
Citan a Alvvays, Rilokiley y Bully como sus inspiraciones, también se asemejan a Beach Bunny o Snail Mail por sus ritmos eclécticos. En una entrevista con el medio The Arts Fuse, explican que, a pesar de que su influencia musical no esté presente en el estilo del grupo, el jazz sí ha impactado a la banda, enseñándoles a entender la música como un medio colaborativo y a tocar de manera interactiva.
Muchas de sus canciones hablan de la implicación intrínseca de ser una autodenominada “persona triste”: dejar de serlo. Pues al acostumbrarse a vivir en un estado de tristeza crónico, su familiaridad y monotonía se hacen casi reconfortantes. La esperanza de algo mejor se recibe con desconfianza: ¿realmente vale la pena creer que las cosas cambiarán para mejor? ¿O quedaremos, además de atrapades en la tristeza, defraudades y herides por la decepción de no haber logrado cambiar?
La canción que da título al primer álbum de The Beths, «Future me hates me», plantea el riesgo que conlleva empezar una relación. Es su primer álbum, pero ya contiene ese contraste entre ritmos alegres y letras pesimistas que también (y tan bien) caracteriza a The Beths a día de hoy.
Aunque «Future me hates me» empieza con un animado riff de guitarra eléctrica y sigue con un enérgico acompañamiento de batería, su letra está cargada de cinismo. Ante el principio de una historia de amor, Stokes se deja transportar ansiosamente por una espiral de irracionalidad: toma riesgos que sabe que no debería tomar y repite errores que la experiencia le ha enseñado a evitar.
“I could get hurt I know/ I counted up the cons/ they far outweigh the pros”
“Sé que podría hacerme daño/ Conté los contras/ Y hay muchos más que pros”
Es cierto que deja atrás la precaución, pero no el miedo. No puede evitar arriesgarse, pero tiene la certeza que la exaltación del ahora resultará -como lo dice el coro de la canción- en los corazones rotos, dolores de cabeza y noches en blanco del futuro.
Sumido en la euforia y el pánico de los nuevos inicios, su corazón no presta atención a su cabeza y Stokes no logra ponerse de acuerdo ni consigo misma. El título de la canción refleja perfectamente el frustrante desdoblamiento en el que se encuentra. No logra conciliar la decisión y sus consecuencias en una Elizabeth única, y la “yo del presente” hace frente a una “yo futura”.
«Future me hates me» captura perfectamente la dualidad del ser una “persona triste”: creer en la esperanza de algo mejor, pero no separarse nunca del miedo a que se vuelvan a abrir las heridas del pasado.
“There’s something about you
I wanna risk going through
Future heartbreak, future headaches”
“Tú tienes algo que
Me hace querer arriesgarme a
Futuros corazones rotos, futuros males de cabeza”
Aunque «Future me hates me» definitivamente no es una canción optimista, sí se presta a una lectura algo más esperanzadora. “La yo futura me odia”: es cierto que “odio” es una palabra fuerte, pero ¿acaso es tan grave que desde el futuro no aprobemos todo lo que hicimos en el pasado? La canción nos invita a preguntarnos: ¿acaso una vida sin ningún error es posible?, ¿deseable?, ¿mejor que una vida llena de remordimientos?
“La yo futura me odia” también puede tomarse como un eslogan de aceptación: a pesar del riesgo de que me arrepienta luego, estoy dispuesta a hacerlo. Aunque resistir a la tentación de creer en algo mejor parezca lo más sabio en un primer momento, para protegerse, quizás se trate de aprender a vivir a pesar de los errores. Crear una “yo futura” cada vez mejor.
«Future me hates me» captura a la perfección el flujo de conciencia de una ‘persona triste’ que se pone a la defensiva frente a una oportunidad ilusionante. Nos hace sentir comprendides y escuchades y, sin juzgarnos, nos invita a deshacernos del miedo a vivir plenamente.
Por desgracia para Stokes, pero afortunadamente para nuestros oídos, poco más tarde en su discografía -con el muy aclamado álbum «Expert In A Dying Field»- su miedo se vuelve realidad. Su canción titular narra, con sensibilidad y ternura, el dolor y desconcierto que conlleva sacar de su vida a una persona que significaba todo para ella. Acertadamente, NME describe la canción como “una autopsia de su ruptura”.
Para comunicar el sentido de vacío y pérdida de sentido que siente, Stokes construye una metáfora extendida entre su relación terminada y una disciplina académica en vías de extinción.
Al conocer a la perfección a una persona que ya no está en su vida, se siente “experta en una disciplina en vías de extinción”. Se pregunta qué hacer con toda la información que ha acumulado durante años, y que ya no tiene modo de hacer servir. ¿Qué importancia tiene saber exactamente como le gusta tomar el café a una persona que no volverás a ver nunca más en tu vida?
Es un dato que tenía una importancia profunda, casi vital. Un testimonio de amor, del bienestar de la relación, incluso de felicidad. Y ahora, sin la relación para justificarlo, una información que fue crucial se vuelve inútil, y por lo tanto, pierde su sentido. La drasticidad de este cambio deja a Stokes paralizada, sin saber como gestionar la transición de amantes a desconocidos.
Stokes está atormentada por la idea no lograr jamás dejar la relación atrás. Pasar página parece imposible: quizás se puedan olvidar los hechos, pero ¿cómo se puede desaprender lo aprendido? ¿Acaso un experto puede dejar de serlo? No hay escapatoria, la única solución para no recordar es empezar de cero: al principio de la canción Stokes pregunta, casi suplicando, “Can we erase our history?” “¿Podemos borrar nuestra historia?”
A través de la metáfora, todo lo aprendido durante la relación asume una forma física y concreta. Dice haber escrito “miles de líneas en la página”, “thousands of lines on the page”. Y que ahora todos sus apuntes quedan en una “pila desolada”, “all of my notes on a desolate pile”.
Aunque la ruptura es desgarradoramente triste, la imagen del amor que proporciona es hermosa. Para The Beths, amar a alguien es comprenderlo profundamente, convertirse en una experta de esa persona. Una vez más, hay una belleza agridulce en la canción, que deja entrever una débil esperanza. Por mucho que hable del dolor, del fin de un amor, construye una imagen tan bella de lo que fue, que no puede ser más que esperanzadora.
Acertadamente, la revista The Pitchfork escribe que «Expert In A Dying Field» “swims in a swirl of hope and anguish” (nada en un remolino de esperanza y angustia). Pues otra de sus canciones, «Knees Deep», también nace del contraste entre miedo y esperanza. En este caso, el contraste no solo se hace entre la letra y su entrenado ritmo, sino también con su videoclip.
«Knees deep» habla, de manera algo más general que las canciones anteriores, sobre la actitud de Stokes frente a la vida. Siente que está paralizada por el miedo, y no logra adentrarse más allá de las rodillas en el mar que es su vida.
“The shame, I wish I was/ Brave enough to dive in/ But I never have been and never will be”
“Qué pena, ojalá fuese/ Valiente cómo para saltar/ Pero nunca lo he sido y nunca lo seré”.
En una entrevista, Stokes admite que a menudo siente que observa el mundo desde el exterior, como si no formase parte de él, cerrándose a nuevas personas y experiencias. Explica querer acabar con esto, y sentir que por fin puede formar parte de y vivir en el mundo.
A pesar de la letra de la canción, su esperanza e incluso su humor emergen en el videoclip. Mientras que Stokes canta que nunca será lo suficientemente valiente para saltar, se la ve literalmente saltando al vacío, haciendo bungee.
Y eso no es todo: como en las letras de Stokes, el riesgo tomado en el clip no es completamente ficticio. Es más, el clip en sí mismo es un salto al vacío. En una entrevista, The Beths explican que aunque tenían todo preparado para grabar el videoclip de «Knees Deep», hubo un problema de último minuto el día antes de la grabación y se tuvo que cancelar.
Frente al imprevisto, The Beths decidieron -con la creatividad y espontaneidad que les caracteriza- improvisar y cambiar el concepto del clip. El día después, ya estaban saltando al vacío, literal y figurativamente.
A pesar de su esperanza e ironía, el centro de la canción sigue siendo la convicción de que une está atrapade en la condición de “persona triste”. A su pesar, la tristeza forma parte de la identidad de Stokes. ¿Cómo podría reconocerse sin algo que siempre ha formado parte de ella, de su manera de vivir y de actuar? ¿Acaso seguiría siendo ella misma? Contrariamente a lo que podríamos esperar, persona triste se nace, no se hace.
En el nuevo álbum de The Beths, «Straight line was a lie», el ser una “persona triste” por naturaleza es incluso más central -si acaso es posible- que en los anteriores. Stokes explica que el “vértigo existencial” es el tema principal del álbum.
En la página oficial de The Beths, desvelan que para hacer frente a su enfermedad de Graves-Basedow -que afecta la regulación de las emociones- Stokes empezó a tomar antidepresivos. Gracias a esta experiencia, llega a una conclusión: ser una persona triste no es solo una condena, también puede ser una bendición. La tristeza era su carcelera, pero también su musa.
En la canción «No joy», Stokes narra el sentirse frustrada y perdida por no lograr sentir con la misma intensidad de antes:
“Wanna feel but I am failing, I am failing”
“Quiero sentir algo pero no consigo, no consigo”
“I don’t feel sad, I feel nothing”
“No siento tristeza, no siento nada”
El compás regular y casi desagradable reivindica que, sin emoción, difícilmente hay música. Por lo tanto, hay que crear emoción en la música misma: el ritmo animado de la batería compensa la monotonía en la voz, aporta energía y refleja las ganas de salir de ese trance adormecido.
La tristeza no es solo de lo que hablan sus canciones, sino un aspecto ineludible de su proceso creativo: en una entrevista con el medio Expain!, Stokes cuenta que se esforzaron para que la creación de su último álbum fuese más llevadera que la del anterior, pero no lo lograron. Llega a la conclusión de que el sufrimiento y dolor son aspectos intrínsecos a la concepción de sus obras.
Stokes habla muy abiertamente de su proceso como artista. Para ella, la música no solo es un medio para expresar sus emociones. Es su vocación y su profesión, y por lo tanto, también fuente de ansiedad, frustración y expectativas inalcanzables e inalcanzadas. A menudo la frustración y el sufrimiento profundo que conforman sus canciones provienen justamente del no lograr crear canciones que la satisfagan: la tristeza es su música y la música es su tristeza.
Explica que tomar antidepresivos cambió su manera de pensar, impidiéndole escribir instintivamente, como siempre lo había hecho. La tristeza era fuente de dolor, pero también de creatividad. Por ello, el proceso de creación de su nuevo álbum ha sido diferente al de todos los anteriores.
Para hacer frente al bloqueo creativo en que se encontraba sumida, escribió diez páginas al día durante un mes, vertiendo sobre el papel absolutamente todo lo que se le pasaba por la cabeza gracias una máquina de escribir que le regaló el bajista del grupo, Ben Sinclair.
Como cabe esperar, gracias a este nuevo proceso creativo, nacen canciones sorprendentes que no cuadran con el estilo habitual del grupo.
Por ejemplo, en la canción «Mother, Pray For Me», extrañamente lenta y tranquila para The Beths, Stokes canta con una voz suave que transparenta la vulnerabilidad del momento y la autenticidad de su emoción. El ritmo se asemeja al de una canción de cuna. Una inhabitual, en la que la niña canta a la madre. Stokes confiesa que no pudo parar de llorar mientras la escribía.
The Beths saben que ser gente triste es una relación de amor-odio con la propia condición: ¿cómo odiar hasta el fondo una parte, por muy dolorosa que sea, de nosotres mismes? ¿Y cómo aprender a vivir sin ser como hemos sido siempre? ¿Seguiremos siendo nosotres? ¿Y cómo aceptar que la tristeza nunca nos abandona del todo, sin dejar de luchar por una vida llena y feliz? Esta pregunta resuena en toda la discografía pasada, presente y futura de The Beths.