
«Coming Up» de Suede
Oasis está de regreso, lo que terminó de provocar un “renacimiento” nostálgico del britpop. Si el mundo los últimos años pudo volver a ver también a Pulp y a Blur, hay una cuarta banda que lleva años de pie.
Pensar en la escena musical británica noventera es traer de vuelta canciones y discos emblemáticos. Desde «(What’s The Story) Morning Glory?» a «Different Class», o trabajos de grupos menos masivos como Elastica, Echobelly o Cast. No obstante, después de la explosiva ola de 1995, hubo uno que sigue destacando hasta el día de hoy.
En este Lunes de icónicos, celebrando a Brett Anderson en su cumpleaños número 58, recordamos «Coming Up», tercer álbum de estudio de Suede, que se convirtió en uno de los lanzamientos más exitosos del britpop, inscribiéndolos definitivamente en los libros de historia.
La primera mitad de los 90 había sido muy buena. Sin haber publicado un primer disco, a principios de 1993 dominaban con los tres singles que habían sacado hasta ese momento: «The Drowners» (considerado por algunos como el “inicio” del britpop), «Metal Mickey» y «Animal Nitrate».
Con el debut ya publicado en marzo de ese año, Anderson, el guitarrista Bernard Butler, el bajista Mat Osman y el baterista Simon Gilbert siguieron demostrando de lo que estaban hechos. Así, en octubre de 1994, finalmente llegó «Dog Man Star», donde profundizaron todavía más su sonido e identidad alternativa.
Pese a eso, no hay banda que se salve de alguna tormenta y esta llegó para Suede. Luego de algún tiempo batallando con una crisis personal agudizada por la muerte de su padre, y más tarde relacionada con la misma fama y dirección del grupo, Butler decidió separarse de sus compañeros, incluso antes de que aquel segundo LP estuviese terminado.
Con dos álbumes en el bolsillo y un éxito que empezaba a disiparse en desmedro de la popularidad creciente de Oasis, Blur y Pulp, el futuro para el trío de músicos que seguían unidos parecía más difuso que nunca. Al menos desde fuera, porque la realidad era que estaban convencidos de que encontrarían al nuevo guitarrista ideal.
Mientras la prensa cubría que habían perdido a uno de sus importantes miembros, Richard Oakes, de tan solo 17 años, vio la oportunidad de su vida y la aprovechó. El adolescente llevaba un tiempo siguiéndolos, así que, como quien no tiene nada que perder, audicionó enviando un cassette de versiones y algunos temas propios.
“Era la primera vez que escuchaba a alguien tocar algo de nosotros y hacerle justicia a la guitarra”, comentó años después Brett Anderson en el documental «The Insatiable Ones» (2018). Oakes, que en 1993 estaba desde el público admirando a Bernard, poco más de un año después se convertía en su reemplazo.
Aún en la secundaria, Richard comenzó a ensayar con sus compañeros, 10 años mayores que él, apareciendo en el video de «We Are The Pigs» y yéndose de gira. Un renovado Suede presentaba «Dog Man Star» en diversos puntos del mundo, y la felicidad que habían vuelto a encontrar se iba a notar no solo en el escenario, sino también en el nuevo larga duración que se empezó a gestar en el segundo semestre de 1995.
Cansados de tocar en vivo un disco que seguía ligado a la formación antigua que tenían, el cuarteto comenzó a pensar en las nuevas canciones, poniendo al mismo tiempo expectativas sobre el miembro más reciente, a quien ahora le tocaba demostrar su creatividad. Si cumplía, todo se encaminaba, pero todavía les faltaba una pieza y no lo sabían. Hablamos de Neil Codling, que llegó de casualidad a través del baterista, su primo.
Pasaron a ser así cinco integrantes, y tras meses de composición donde, en palabras del cantante, volvieron a sentirse como una “familia”, confiaron otra vez en el productor Ed Buller y el 2 de septiembre de 1996 por fin llegó «Coming Up».
Compuesto por 10 canciones, desde la primera suena un trabajo completamente diferente a su predecesor. Concebida hoy como todo un clásico del quinteto, «Trash» es la expresión de una banda que estuvo cerca de ser alcanzada por el fuego, pero escapó de quemarse no con un suspiro de alivio, sino con la convicción que solo contagian los nuevos comienzos.
Como segundo sencillo, llegó «Beautiful Ones». El primer gran fruto de la sociedad Anderson/Oakes parte con quizás el riff más adictivo que escribió el guitarrista, para que luego, con su batería, entre Simon, el resto de integrantes y finalmente Brett, cantándole a la belleza imperfecta de la juventud británica más incomprendida.
Es cierto que estos dos himnos, lanzados de manera individual, dejaron la vara y las expectativas altas para el resto de temas, pero pese a que ninguno llega a lo pegadizo de los sencillos, son un gran complemento al espíritu pop y divertido que caracteriza a «Coming Up».
«Lazy» suena tan entretenida como «Animal Nitrate» de 1993, y no es coincidencia que sea así: Richard Oakes, por una parte, entregó otro gran pegajoso y punzante riff para la posteridad; pero la letra adolescente y caprichosa de Brett Anderson proviene precisamente de los primeros años del grupo.
De la misma época y con similitudes a «So Young» (otro sencillo del primer álbum), «By The Sea» trae de vuelta al Suede de «The Wild Ones», pero esta vez romantizando la necesidad de escape. Todo, a través de Codling, en una de sus primeras grandes demostraciones sentado al piano.
Pese al sonido fresco que tiene este trabajo en general, el glam rock no los abandona, y así lo demuestran canciones como «Filmstar», que recuerda a T. Rex; o «She», todavía más oscura y con una sección de vientos que destaca dentro del tracklist.
Llegando casi al último tramo del disco, «Starcrazy» prueba de nuevo que Oakes fue la perfecta continuación de Butler. En su momento, Anderson mencionó que para «Beautiful Ones» comenzó a jugar con las palabras al son de las variaciones que hacía Richard con su guitarra, y aquí es algo similar. Brett, por su parte, le canta una vez más a una figura femenina.
Como parte de los tres temas finales, aparece «Picnic by the Motorway», quizás la canción más difícil de encasillar. No se acerca ni al britpop ni al glam, volviéndola especial dentro de los fanáticos de Suede, cautivados por los sonidos ambientes, la lisa línea de bajo de Osman y la relación amorosa sin futuro a la cual le canta el frontman.
El ánimo vuelve a cambiar un poco con «The Chemistry Between Us», que apela a volver a enamorarse de una manera adolescente, mientras que «Saturday Night» despide el LP, apreciando en retrospectiva la euforia vivida hasta acá.
Han pasado casi 30 años desde la publicación de «Coming Up». A algunos críticos de la época y fans más puristas les molestó que sonarán más pop, divertidos y accesibles, pero en realidad es una gran declaración de principios.
Cualquier otra agrupación, al perder a un integrante de la importancia de Bernard Butler, se hubiese desmoronado. Hay que pensar que no se habla de un simple guitarrista; Butler y Anderson eran diferentes caras de una misma moneda. Sin embargo, no solo supieron rápidamente dar vuelta la página, sino que también se reformaron con dos nombres que alcanzaron tanta importancia como los originales.
Si eso no es suficiente, el álbum fue un éxito de ventas y en pleno peak de Oasis; triunfo que, en cualquier caso, no definió a los londinenses. Todo lo contrario, les impulsó a encontrar nuevos horizontes y prioridades, que les llevaron a la separación en 2003, hasta que se reunieron siete años después.
Hoy el britpop, al menos como se le conoció en los 90, no existe; mucho menos la “batalla” que forzaron los medios de comunicación. Pero si hay una de las cuatro grandes bandas que, a pesar de eso, lleva la “bandera”, esa es Suede. No en el sentido limitante de la etiqueta, sino en torno a la libertad, potencia y frescura que siguen contagiando con sus lanzamientos y recitales.