
Andrea Echeverri
Antidiva, ruiseñora, portavoz del errorismo y la reinvención, es ícono del rock latinoamericano por sus letras vibrantes, feministas, auténticas y de una honestidad desvergonzada; no podríamos hablar de nadie más que de Andrea Echeverri, a quien celebramos hoy en este viernes de mujeres bacanes.
Nacida el 13 de noviembre de 1964, desde pequeña supo que el arte la llamaba. Recibió clases de guitarra desde niña y el canto siempre estuvo presente en casa, gracias a su madre Amparo Arias. Sin embargo, su familia, de tradición conservadora y con la medicina como profesión predilecta, esperaba de Andrea la continuación de su legado, lo que representó el primer brote de rebeldía para la futura «Florecita rockera».
Tuvo sus primeras apariciones en la escena musical bogotana con la banda de rock Distrito Capital, en los coros del disco «Mentes» de 1989. Luego, mientras realizaba sus estudios de artes plásticas, conoció a Héctor Buitrago, quien sería su compañero sentimental, musical y creativo en adelante. Juntos crearon la banda Delia y los Aminoácidos, cuyas presentaciones tuvieron lugar principalmente en «Bar Barie», un popular bar alternativo de Bogotá fundado y gestionado por Andrea y Héctor.
Luego de una ruptura sentimental y creativa, se reunieron nuevamente para formar Aterciopelados, banda con que llegaron al reconocimiento internacional, gracias a su segundo álbum de estudio, «El Dorado», lanzado en 1995 y que cuenta con canciones como «Bolero Falaz», «La Estaca», «Florecita Rockera» y «Colombia Conexión». La fusión del rock con ritmos tradicionales colombianos, las letras poderosas y auténticas del álbum, interpretadas por la voz profunda de Andrea, combinados con su personalidad irreverente, su estilo colorido y estrafalario; posicionaron a Aterciopelados al lado de bandas míticas como Soda Stereo, Café Tacvba y Los Fabulosos Cadillacs.
La presencia de Andrea sobre los escenarios del boom del rock en español también resultaba irreverente, sobre todo en un momento en que el papel de la mujer en la industria de la música era aún menos reconocido que hoy. Otros discos importantes de la banda son «La pipa de la paz», con canciones como «Baracunatana», «Tropiplop» y «Antidiva», como primer sencillo.
La cerámica también ha sido un continuo en su vida. Su trabajo ha sido expuesto en La Bienal de Arte de La Habana, el Bienal de Arte del MAMBO y el Centro Cultural Diana, entre otros. Andrea junta su mundo de cerámica y música continuamente en exposiciones como «Ovarios calvarios: un canto de sororidad por las víctimas de violencia sexual», con piezas de rostros que lloran, espejos-vulva, y tres canciones con las cantantes y activistas colombianas La Muchacha, Vivir Quintana y Las Añez, creando un espacio dedicado a la antiviolación.
En 2005 lanza su primer álbum solista titulado «Andrea Echeverri». Durante su creación, Andrea da luz a su primera hija Milagros, lo que influye profundamente en las letras del álbum. Con canciones como «Lactochampeta», «Amniótico» e «Imán» (que canta con su madre Amparo), Andrea rinde homenaje a la maternidad. El disco le concedió a Andrea el Premio MTV a Mejor Artista Centro, así como nominaciones en los Grammy y los premios Lo Nuestro.
Su segundo álbum «Dos», lanzado en 2010, fue autoproducido y la interpretación instrumental fue realizada por Andrea casi en su totalidad. Grabado en su casa, el disco contiene coros hechos por su hija Milagros y su esposo José Manuel, y en él abarca temas como la espiritualidad, la colectividad, el medioambiente, la autoestima y la maternidad.
«Ruiseñora» llega en 2012 como el tercer álbum de estudio de la artista. Con el feminismo como centro gravitacional, Andrea mezcla ritmos folklóricos, rockeros y rancheros, incluyendo instrumentos como la melódica, la ocarina, las guacharacas y las panderetas. La canción que da apertura al álbum, «Florence», está inspirada en el libro «Conversaciones con Violeta: historia de una revolución inacabada» de la activista y psicóloga colombo-francesa Florence Thomas. La canción ha gozado de varias reinterpretaciones, con artistas invitadas como Susana Baca, Fernanda Takai, Silvia O y Li Saumet, entre otras.
Las ondas disruptivas, crudas y reales de la obra de esta artista andina nos siguen cosquilleando los genes rebeldes. Así, con un camino que se sigue expandiendo con orillas de música y cerámica, Andrea Echeverri nos sigue inspirando a expresar nuestra autenticidad y a vivir la libertad a flor de piel.