
Haley Heynderickx
En este primer frío viernes de junio, hablaremos de una cantautora que con su guitarra y su voz nos transporta a otros paisajes y otros tiempos. La protagonista de nuestro especial de mujeres bacanes de la semana es Hayley Heynderickx.
Nació el 28 de mayo de 1993 en California, y creció con sus padres filipino-americanos en Oregon, donde aprendió a tocar la guitarra en el único estilo que impartían en su comunidad rural; el bluegrass, a cantar en la iglesia y en las fiestas de karaoke con su familia y comenzó una profunda admiración por Bob Dylan y John Fahey. Se graduó de la universidad de Portland y comenzó a abrirse paso en micrófonos abiertos y abriendo para bandas locales en bares al azar, lo que le dió el impulso para escribir las canciones que formarían parte de sus primeros EPs.
Con su actitud tímida y sus raíces country folk, podría caer en el cliché de este tipo de artistas, pero la palabra “cantautora” no alcanza a describir todo lo que Haley es capaz de hacer y transmitir con una guitarra en sus manos. Inclinándose por un estilo de punteo en la guitarra, crea melodías complicadas e intrincadas que nos atrapan y no sueltan, y hace sus propios ritmos de bajo de forma simultánea con la misma guitarra. Esto combinado con su talento como liricista, es la mezcla perfecta para una artista refrescante y original, pero quizás poco comercial. Ella misma se ríe de esto ya que lo que estudió en la universidad no fué música, sino negocios.
Lanzó su primer EP en 2016 titulado «Fish Eyes», compuesto por cuatro preciosas y crudas canciones, tanto que puede resultar incómodo de escuchar. Luego de eso lanzó varios sencillos y compilados no oficiales, mientras se preparaba para grabar su álbum. Le tomó tres intentos; el primero en una granja en Oregon, que se vió frustrado por la muerte de un caballo mientras grababa una de sus canciones, lo que le hizo perder la fe en sus canciones y en ella misma hasta su segundo intento en un estudio convencional, que tampoco pudo completar debido a sus preocupaciones económicas. Explicó que no podía grabar sus canciones nacidas del amor, pensando y preocupándose constantemente por estar perdiendo dinero.
La tercera es la vencida, y terminó grabando su disco en Nomah Studios, una casa adaptada por sus amigos. Recicla «Drinking Song» de su primer EP para pulirla e incluirla en «I Need To Start A Garden», lanzado el 2018. En sus 8 canciones, con una duración total de casi 31 minutos, explora la naturaleza, el amor, la auto-aceptación, la apariencia de Dios y la tristeza, recibiendo críticas muy positivas en diferentes medios especializados. Además, no todo es folk, con tintes de rock e incluso punk rock en algunas canciones.
Sus letras son introspectivas, delicadas e indescifrables a veces, pero lo importante es lo que transmite y el sentido que cada uno les de. Con un vibrato fuerte que suena como de tiempos pasados, armonías fantasmales, falsetes preciosos e incluso gritos, nos lleva de la mano por lo que es un gran álbum debut. Nos presenta insectos invasores buscando arruinar el día en «The Bug Collector», se inspira en «Spirited Away» para la canción que abre el álbum, «No Face», y nos presenta una versión alternativa, curvilínea, inteligente y hermosa de Dios(a) en «Untitled God Song».
Escribió «Jo» sobre la mejor jardinera que conoció jamás, detallando su amabilidad y delicadeza, tanto con las plantas y criaturas de su jardín como con todo el resto del mundo.«Worth It» nació de una crisis de confianza, y en sus 8 minutos de duración y entre muchos estilos diferentes, divaga sobre su propio valor. En «Showed you a Body», entre cascadas de cuerdas que parecen inundar la canción, reflexiona sobre su imagen personal y la vulnerabilidad de mostrarse a otros. «Oom Sha La La» nos ofrece una divagación sin orden, ni hilo conductor, sobre su vida, simulando una crisis de ansiedad y encontrando que hacer un jardín es una forma ideal de sanar y dejar ir.
Una artista que sorprende con su versatilidad y talento, la simpleza y profundidad de su arte, además de poseer las emociones suficientes como para que cada persona que lo escuche se lleve un pedacito de este álbum que no se pueden perder.