Diego Lorenzini
Ya cerrando el año, en estas épocas nos detenemos a mirar un poco el pasado, y ver cómo la vida se movía más lento, podíamos apreciar la belleza de los detalles y de la simpleza. En este sábado de Unknown Treasures, revisaremos algunas canciones de la carrera de uno de los nombres más versátiles de la escena nacional.
Diego Lorenzini, músico, productor e ilustrador conocido por sus proyectos VariosArtistas y Tus Amigos Nuevos, además de su carrera en solitario.
Hace ya diez años que lanzó su primer disco solista, «Trenzas Ad Honorem, una entrega debut que ya nos marcaría la pauta con lo que sería parte de su identidad. Una chilenidad única, llena de referentes de la vivencia de la tv abierta, una enorme capacidad musical, indagando por una gran variedad de estilos. De este disco, destacamos la entretenida «Antónimo» y «Hazañas», que nos recuerda aquellos fines de semana viendo Sábado Gigante, y la canción mas grande del mundo, «PF», que mediante la empresa de producción de alimentos con sede en Talca, y sólo él y su ukelele, nos sitúa en una nostalgia llena de tristeza, pero que encapsula un mensaje de esperanza.
«Pino» sería la segunda entrega que llegó tres años después, en 2016. Una producción con 18 canciones que de aquí destacamos «Bus al Norte», una actualización y contraposición a lo que sería «Tren al Sur» de Los Prisioneros, situándonos en una contemplación propia de vivir en un entorno menos ajetreado, más de campo, en el que ya han pasado 30 años, los terremotos destruyeron las vías de tren, y el bus se volvió el método de traslado más utilizado para viajar entre ciudades.
También destacamos «Tutorial», una canción que se construye de una base melódica simple pero que, con una joya de letra, se vuelve una de las más icónicas del repertorio de Lorenzini. Estas son de las canciones que le hablan a una segunda persona, que nos sumerge en dudas existenciales, en el momento de conversar y encontrarnos con alguien distinto a nosotros, en que ninguna preparación ni tutorial nos ha preparado para esto.
Además, la canción «Cartoncito» también incluye la base de «Tutorial», aplicándola a un extracto del discurso de aceptación de Raúl Ruiz del grado Doctor Honoris Causa por parte de la Universidad de Valparaíso, un discurso muy chileno, lleno de nostalgia y realidad.
Por último, destacamos tres canciones de «De Algo Hay que Morir». Primero; «Pony», directamente conectada con la identidad de los jóvenes en un mundo vertiginoso en el que no nos damos ni cuenta y nos imponen encajar o entrar en algún lugar, o seguir un camino de vida predeterminado y atomizado, recordándonos que hay más gente que cree lo que nosotros creemos.
Al igual, apelando a esa decisión de saber decir que no, para decir que sí. Llena de mensajes directos para una juventud abandonada en un país capitalista, en el que el cariño propio se vuelve la forma para vivir, para descubrir el material del que está compuesta nuestra alma.
La desesperanza también está presentes en el material de Diego, y es que “si hasta se murió Felipe Camiroaga, cómo no habrías de hacerlo tú”, en Felipe Camiroaga, un tema interesante que llega de lleno al cuestionarse los deber ser que nos han dicho, y las lecciones de vida que nos dejan las demás personas ¿A quién su mamá no le dijo “Pórtate bien, y no te pongas a hacer tonteras, mira que así te meterás en puros problemas”?
Por último, la colaboración con Chini.png, «Mierda» también resulta un curioso juego lírico. Se dice que del amor al odio hay un solo paso, y es que, en esta canción nos presenta una curiosa interpretación del amor, que plagada de referencias incómodas, e incluso a veces un poco asquerosas, nos recuerdan ese lado B más oscuro, con dolores característicamente chileno a más no poder.
Sin duda un letrista excelente, Diego ha demostrado una capacidad enorme para llegar a ese chile desafortunado, al que observa lo que pasa en la cotidianidad y no entiende las contradicciones de este mundo complejo.