
«Millenium Mambo»
En la actualidad y desde siempre, los tiempos nos confrontan con el cambio, pero las juventudes continúan anhelando ser comprendidas. La realidad política, transicional y violenta, moldea escenarios radicales para la vida joven, pero en muchos de esos entornos, nuestras historias logran resplandecer por su autenticidad propia, convirtiéndose en memorias profundas sobre nuestra resistencia.
En dicha naturaleza constante e incierta, se desarrolla la película que comentaremos el día de hoy. «Millenium Mambo» del director taiwanés Hou Hsiao-Hsien sucede en un instante político complejo y de expectativa generacional, sin embargo, la historia protagónica en la cinta es tan específica y detallada que alcanza a reflejar la perpetúa inquietud juvenil de vivir en el presente y sobrevivir a los retos emocionales que devienen de la transición a nuestra adultez futura.
En este Jueves de Cine, repasamos la profunda emotividad de la historia de Vicky, una joven atrapada en un complicado y agónico romance mientras anhela encontrar y comprender su lugar en el mundo. Una historia que puede resonar con nosotres de diversas maneras en un filme poco reconocido pero intensamente expresivo, mismo que además posee un encanto cautivador absolutamente ligado a la belleza de su banda sonora, lo que supone una recomendación esencial.
Hou Hsiao-Hsien es un director ampliamente reconocido en la escena de cine mundial y un nombre clave del cine taiwanés, ello por su comprometido interés en retratar el intrincado desarrollo político de Taiwán a través de piezas cinematográficas tan reveladoras como auténticas.
Por un tiempo su estilo al realizar películas poseía un carácter bastante más histórico y específico, pero fue precisamente «Millenium Mambo» del 2001 uno de esos giros poco convencionales en su trayectoria, una historia en la que buscaba retratar la trascendencia de esas mismas realidades, pero desde un enfoque mucho más meticuloso, a través de una interpretación poética de la cotidianidad.
En tanto, la narración de «Millenium Mambo» sigue los recuerdos de Vicky, una chica de perfil intrépido pero limitada por el miedo que surge desde profundidad de su sentir romántico y su incierto futuro, un personaje ampliamente empatizable, interpretado por la actriz, modelo y cantante taiwanesa Shu Qi, quien adquirió una notoriedad reconocible justamente por su increíble actuación en esta cinta.
La naturaleza del filme es incluso estrafalaria para los estándares de popularidad en el cine contemporáneo. En cierto modo, se desarrolla como una pieza contemplativa al extremo y que busca fotografiar el comportamiento incidental de la vida ordinaria, aquella que está plagada de momentos que se incrustan en nuestros recuerdos de juventud, pero también de bucles de normalidad incesante.
La belleza de «Millenium Mambo» radica en su cuidadoso equilibrio entre instantes de aguda conmoción a través de líneas memorables en su guión y las secuencias orgánicas que proyectan la severa autenticidad de sus personajes.
Dichas escenas se convierten en fotografías elevadas de una realidad de carácter casi documental, gracias a la relativa improvisación de los actores, así como al máximo aprovechamiento de sus ornamentos: luces neón que convierten cada frame en un cuadro solemne, un tratamiento de color que evoca la nostalgia de nuestras fiestas nocturnas favoritas y por supuesto, música que nos derrite, una canción que es capaz de erizarnos la piel.
Quizá para algunos pueda ser debatible, pero la secuencia que se desarrolla en los primeros dos minutos y medio de la película merece un lugar en ese grupo refinado de momentos cinematográficos reconocibles por alcanzar una cúspide en la belleza trascendental fina y memorable, una celebración consciente de la alta elegancia estética que puede capturarse en el cine.
En dicha introducción podemos apreciar a Vicky caminando, acompañada por las luces brillantes que adornan su paso. Su cigarrillo se quema lentamente, como si quisiera imitar las dulces vibraciones de su cabello al balancearse ligeramente. Conforme su paso avanza, su propia voz en off nos permite conocer más sobre ella y su sentir: «Ella había terminado con Hao Hao, pero él siempre la buscaba. La llamaba. Le rogaba que volviera. Una y otra vez. Como si estuviera bajo un hechizo o hipnotizada… Ella no podía escapar. Siempre regresaba”.
La escena es armonizada con la que será durante toda la película, la melodía protagónica. Una extraña y cautivadora pieza de techno suave que asciende entre sutiles beats hasta fundirse ante una interpretación vocal reminiscente de los mejores clásicos de shoegaze y dream pop, de esos que suelen acompañar los momentos esenciales en varios de nuestros clásicos de cine favoritos.
La canción se titula «A Pure Person» y fue creada especialmente para «Millenium Mambo» por el músico, DJ y actor taiwanés Lim Giong, quien además se encargó de crear el resto de melodías en la película, aunque es la principal la que condensa con mayor intensidad el espíritu onírico de las secuencias más hipnóticas que atraviesa la protagonista.
Está por de más decir que la cinta alcanza su cúspide gracias a su selecta identidad musical, pero esa es parte de la magia que nos encanta comentar en nuestros especiales sobre cine. En esta película de Hou Hsiao-Hsien, el majestuoso ascenso que construye Giong con sus sintetizadores, se fusiona perfectamente con la natural y desmesurada belleza de Shu Qi y, aún cuando la trama de la película es sencilla, la belleza que despliega es totalmente abrasadora.
Conforme la narración de Vicky avanza, nos percatamos de que nos encontramos frente a una reconstrucción de sus recuerdos más intensos, una narración de cómo escapaba por momentos de su romance más tórrido para inmiscuirse en las rigurosas dinámicas nocturnas como medio de supervivencia. Es ahí donde conocería algo distinto, pero quizá más efímero de la tóxica posesividad de su amado Hao-Hao.
A grandes rasgos, la historia de Vicky es un espejismo del avanzar dudoso en la juventud sin ninguna seguridad garantizada. Su resistencia constante a los maltratos y celos exagerados de su pareja, al encontrarse prácticamente convencida de que no podría abstenerse de volver con él, porque esa es la definición de amor que conoce; y su incluso más dolorosa reacción a la incertidumbre de una realidad citadina con muchos más peligros que oportunidades, moldean una posición en el presente que resulta inquietante y con un futuro incluso aún más impreciso.
Es de esta forma que la lectura de Hou Hsiao-Hsien se torna más valiosa y perspicaz, porque la historia de Vicky no es la de una infortunada peculiaridad, sino la de una realidad tan normalizada que avanza en sigilo.
Para el año 2001, en el que se encuentra ambientada la película, el constante conflicto en la escena política de Taiwán provocaba la ausencia de certeza para muchos grupos sociales, entre ellos, les jóvenes enfrentando las primeras decisiones que genuinamente moldearán sus futuros. Instantes de importancia vital que llegan a concretarse entre amores dañinos, y opciones limitadas.
Dicho panorama se replica en tantas ciudades que es imposible no otorgarle el estatus universal, la preocupación es latente y es precisamente el arte uno de nuestros más poderosos medios de resistencia.
Vale la pena mencionar que una de las declaraciones más optimistas en toda la narrativa de la película, es que se nos muestran momentos de felicidad auténtica para Vicky. El más importante quizá es su visita anual a Yubari en Japón, donde asiste al festival internacional de cine y se divierte entre la nieve con sus amistades. Estas secuencias son relativamente cortas en duración, pero esenciales para comprender la caleidoscópica proyección sentimental de la protagonista.
El título de la cinta resulta absolutamente ingenioso. El mambo es un ritmo musical originario de Cuba, en el que las influencias de jazz se sincronizan con notas afro-cubanas cargadas de intensidad a través de instrumentos de viento; como baile, el mambo se caracteriza más bien por fusionar un performance enérgico con una emulación de libertad al fluir con la música, una expresión tan consciente y profesional como apasionada y desenvuelta.
Aquí se introduce el mambo del milenio, el ferviente resistir de la juventud a la incertidumbre del mundo que le rodea. Al encontrar esos maravillosos instantes en que son libres, encontrando la belleza en la saturación de las coloridas luces en una película o los vibrantes arreglos de la sublime melodía que la acompaña. Sea cuál sea el espacio que nos conmueve y nos infunde con verdadero amor, de ese que al igual que el mambo, podemos bailar y disfrutar en compañía o llenando de luminosidad nuestros más íntimos espacios.