
Jeff Buckley
Nos encontramos nuevamente hablando en otro domingo por, para y de gente triste, en este nuevo inicio de una temporada donde finalmente asoma el frío en estas latitudes. Posiblemente, estás en tu cuarto encerrado escuchando música triste, y te traemos a Jeff Buckley para que lo recuerdes o sumes a tu repertorio de música que, por supuesto, será uno de los mejores amigos de tu nostalgía.
Jeff Buckley nació un 17 de noviembre de 1966 en California. Fue influenciado en su niñez por Nina Simone, Bob Dylan y la música de su padre, Tim Buckley, un famoso músico de los tiempos posteriores a Frank Sinatra, y quien a pesar de morir ahogado en una sobredosis cuando Jeff tenía tan sólo 8 años, dejó una huella indeleble en su proyecto de vida y carrera.
Buckley siempre tuvo la ambición de convertirse en músico y dedicó apasionadamente su vida, enfocando su trabajo en su técnica vocal, que logró llevar desde suaves y emotivos susurros hasta agudos y desgarradores gritos. Su experimentación fusionando estilos musicales, lo convirtieron en uno de los artistas más influyentes de la primera mitad de los 90s.
Una carrera corta pero intensa, en la que sin lugar a duda captó la atención del mundo con su emotividad y repertorio. Sus canciones se han convertido en verdaderos himnos de lo alternativo, con un talento único para combinar desde el rock, el pop, el jazz y el folk, sumergiéndonos en escenarios de total entrega y desgarro. Si le pones suficiente atención, puedes escuchar el momento exacto en el en cada canción se rompe su corazón.
Su álbum debut, «Grace», fue grabado en un estudio en Nueva York, donde Jeff y su banda se encerraron durante días apenas durmiendo, por la compulsividad con la cual Buckley era conocido. Fue lanzado el 23 de agosto de 1994, y se consideró una obra maestra casi de forma automática y unánime. «Grace» incluye canciones tan icónicas como «So real», «Last Goodbye» y «Hallelujah», en donde Buckley mostró su habilidad para componer melodías conmovedoras y letras que a menudo exploran y mezclan en paralelos poéticos temas oscuros como la muerte, el desamor y la religión.

(Una de las canciones más icónicas y reconocibles de este disco es «Lover, You Should’ve Come Over». El mismo Buckley nos cuenta posteriormente a su lanzamiento que fue escrita después de un viaje a España. Esta nos habla sobre su enamoramiento, la angustia y la confusión que sintió en la lejanía y su posterior separación.
Su mayor presentación en vivo, sin lugar a duda fue el concierto de «Sin-é» en Nueva York en 1993. Este fue anzado como un EP en vivo de solo cuatro canciones llamado «Live at Sin-é», aunque posteriormente reeditado para lanzarse el año 2003 en una nueva versión de 34 canciones (37 si quieres hablar de la versión DVD). Jeff se destacaba por su gran empatía y habilidad de improvisación, su capacidad de conectar con la audiencia de una manera profunda y emocional, en la que se puede vivir la sensibilidad a flor de piel en intervalos conscientes de silencios, aplausos y gritos.
La carrera de Buckley fue trágicamente corta, murió ahogado en circunstancias misteriosas en 1997 a la edad de 30 años. El cantante habría viajado hasta Memphis para grabar su segundo disco que llevaría por nombre «My Sweetheart The Drunk»,.
El artista habría parado junto a su roadie Keith Foti a bañarse en el río Wolf, luego de un recorrer la ciudad escuchando música y haciendo tiempo, esperando que su banda llegará a la ciudad para comenzar la grabación. Buckley fue encontrado 5 días después y solo pudo ser reconocido por su característico piercing en el ombligo. La autopsia realizada posteriormente no reveló la presencia de alcohol ni drogas en su cuerpo.
Muchos artistas han nombrado a Jeff Buckley como una influencia importante en su música. Grandes nombres como Radiohead, Coldplay, Muse, Lana del Rey y Bob Dylan, quien era uno de sus ídolos, aseguran que «Grace» significó un antes y un después en su forma de ver la música. Es más, «Teardrop» de Massive Attack, cuya letra fue escrita íntegramente por Elizabeth Fraser, es abiertamente una dedicatoria al compositor estadounidense, luego de enterarse de su fatídico final.
Jeff Buckley en su música evoca esos sentimiento de entrega, de lágrimas incesantes, de desesperanza contenida y, por qué no decirlo, una pizca de esperanza que nos permite seguir escuchando su música hasta el final. Nos habla con soltura sobre un cotidiano romanticismo, una mirada desviada hacia el piso para poder terminar una frase sin estallar en lágrimas, mientras todo lo que se desea es estar tendido en una cama deseando que aún no sea demasiado tarde.