
Sleater-Kinney
Esta semana en Mujeres Bacanes no hablaremos de solamente una mujer, sino que nos referimos a las tres integrantes clásicas de una de las bandas más importantes del indie rock Carrie Brownstein, Corin Tucker y Janet Weiss de Sleater-Kinney.
Sleater-Kinney es una banda originaria de la ciudad de Olympia de Washington en Estados Unidos, cuyos orígenes están ligados a una versión feminista del punk de los 90s, el movimiento Riot Grrrl. Ahora bien, ¿por qué enfocarse en las tres integrantes en vez de una sola? Esto es simplemente porque en sus mejores momentos Sleater-Kinney funciona mejor cuando son un conjunto y sus diferentes partes se alternan entre ellas. Esto se produce por la configuración particular de la banda: Brownstein y Tucker en guitarra y vocales y Weiss en batería. El sonido característico del grupo no destaca a ninguna de las dos vocalistas, con sus estilos distintintivos: Tucker teniendo una voz mucho más afectada y desenfrenada, mientras que Brownstein se restringe más. El truco es que ambas se van mezclando en voz y guitarra poco a poco, serpenteando y generando una armonía punk inigualable.
Su historia musical comienza en 1994 cuando Brownstein y Tucker deciden escribir canciones juntas, en lo que luego se convertiría en su álbum debut de 1995: «Sleater-Kinney». Este a diferencia de muchos otros en su discografía hay una mayor influencia del post-hardcore y tiene un sonido mucho más oscuro. La típica dinámica entre Brownstein y Tucker aún no aparece en 1996 con su segundo álbum «Call the Doctor», que incluye su primera canción característica: «I Wanna Be Your Joey Ramone», en que se ríen de los íconos punk. Esta canción y en general sus dos primeros álbumes nos presentan el piso desde la cual se forman todas sus letras durante el resto de su carrera, críticas sardónicas a la misoginia y el abanderamiento por políticas de izquierda.
Sin embargo, Sleater-Kinney no está completa hasta que llega Janet Weiss, una de las mejores bateristas del indie rock, en 1997 justo para la grabación de su lanzamiento «Dig Me Out». Este es probablemente el álbum más icónico del trío, pues demuestra en su máximo esplendor la dinámica musical del grupo. Tenemos las vocales y guitarras alternantes de Brownstein y Tucker ahora siendo soportadas por la potencia y fuerza de Weiss en baterías. Nuevamente nos encontramos con letras con banderas feministas como en «Little Babies» o «Buy Her Candy», e incluso incursiones a relaciones interpersonales entre Brownstein y Tucker en la triste «One More Hour». Estas temáticas personales se profundizan en el álbum «The Hot Rock» de 1999 que tiene un sonido un poco menos punk y pero que igualmente es uno de los mejores de su catálogo.
El viraje hacia un sonido más calmado y meditativo, dentro de los estándares ruidosos de Sleater-Kinney, les va dando poco a poco un público más amplio. Vemos que se van convirtiendo en las reinas indiscutidas del indie rock con sus lanzamientos de inicios de los 00s como «All Hands on the Bad One» de 2000 y «One Beat» de 2002. Estos dos álbumes funcionan como una mantención de lo que la banda había logrado previamente en «The Hot Rock», aunque también dedican tiempo a ampliar su paleta sónica, incluyendo órgano, theremín, saxófonos y cuerdas. El tema es que la dinámica tripartita de Sleater-Kinney es lo suficientemente emocionante como para que llenen múltiples álbumes con diferentes combinaciones de guitarras, vocales y batería propulsiva.
El gran cambio ocurre con «The Woods» de 2005, el álbum para algunos es su peak por su sonido notablemente más pesado y denso, evocando a íconos del rock clásico como Jimi Hendrix. Esto se debe a que, gracias a su popularidad, la banda tocaba en escenarios cada vez más grandes y abiertos, dando a un sonido más grande y abierto. El álbum de principio a final tiene una energía inigualable y canciones icónicas cómo «Jumpers», «Modern Girl» y «Entertain». Las últimas tres canciones del álbum fueron grabadas en una sola toma, incluyendo la bestia de once minutos que es «Let’s Call it Love». Sin embargo, no todo puede ser tan bueno, pues debido a su mayor exposición y sobrecarga de trabajo las integrantes fueron desarrollando problemas de salud mental, incluyendo ansiedad que degenera en quiebres mentales. Es debido a lo anterior que en 2006 las integrantes deciden cortar por lo sano y darse un tiempo de la banda.
Luego de la separación las tres se dedican a sus proyectos personales, Tucker saca su primer álbum en la banda Wild Flag junto a Weiss que por su parte sigue tocando con su banda Quasi y ayuda a Conor Oberst/Bright Eyes y Stephen Malkmus de Pavement en grabaciones y en vivo. La más interesante es quizá Brownstein que, además de sus proyectos musicales, se dedica a crear la serie altamente exitosa «Portlandia». Esto cambia en 2014 en que anuncian que han escrito un nuevo álbum «No Cities to Love» que saldría a la luz en 2015. Este álbum es un retorno de la banda a un sonido mucho más salvaje y agresivo que caracterizaría la primera fase de su carrera, siendo aclamado por la crítica y los fans que las esperaron durante diez años.
Como parte de este retorno la banda saca un álbum producido por St. Vincent en 2019 «The Center Won’t Hold» con un sonido más cercano al synthpop que su indie rock característico. El título llegaría a ser profético, pues el centro que ancla a la banda, Weiss no aguantaría y decidide dejar Sleater-Kinney debido al cambio de sonido antes de que el álbum sea publicado. A pesar de este grave contratiempo Brownstein y Tucker deciden continuar con la banda y sacan «Path of Wellness» en 2022. Es importante que esta última fase del grupo ha sido recibido menos efusivamente por fans de la banda, debido a cambios poco satisfactorios a la forma en que las integrantes solían jugar son sus dinámicas. Por su parte, Weiss publicó este mismo año un álbum nuevo de su banda Quasi, «Breaking The Balls of History».
Independiente de la forma en que fueron recibidos sus dos últimos álbumes, Sleater-Kinney tiene una de las mejores discografías de el canon del indie rock. Han sido llamadas las mejores bandas de rock modernas por Robert Chirstgau, Greil Marcus y Stereogum tanto en su momento como en retrospectiva. Más importante aún es la influencia que tiene la banda sobre todas las mujeres que trabajan en el área del indie rock, incluyendo a St. Vincent que debido a su fanaticada decidió producirles un álbum. Tanto por sus acercamiento al feminismo como por sus capacidades de escribir canciones icónicas Carrie Brownstein, Corin Tucker y Janet Weiss son definitivamente mujeres bacanes.