
Marie Fredriksson
Febrero avanza con rapidez y hoy, en este nuevo viernes de mujeres bacanes, nos sumergimos en la nostalgia, recordando la imagen de una artista que, junto a su gran voz, desplante y carisma, cautivó al mundo de la música por décadas, llegando a convertirse en una figura icónica de finales de los 80 y principios de los 90. Escuchando a nuestro corazón, hoy hablaremos de la gran Marie Fredriksson.
Nacida en una zona rural de Escania, Suecia, Gun-Marie Fredriksson sería la menor de cuatro hermanas y un hermano, con quienes compartía un amor profundo hacia la música, llenándose de influencias como Tina Turner, The Beatles y Led Zeppelin mientras crecía, siendo fomentado por su padre, quien incentivaría a sus hijas e hijo a cantar y bailar con él, estrechando el lazo entre la familia. Sin embargo, estos momentos se veían opacados por los problemas que él tenía con la bebida, destacando en sus memorias la violencia emocional que se vivía en su hogar.
Los siguientes años no serían los más alegres. La repentina muerte de su hermana Anna, producto de un accidente automovilístico, y las dificultades económicas que enfrentaría su padre hasta el punto de perder la granja familiar, viéndose en la obligación de llevarse a su familia a otro lugar, serían eventos que marcarían su vida para siempre, encontrando en la música, un refugio y una forma de escapar del caos que la acompañó en su infancia y adolescencia.
Descubriendo una pasión por componer y participando activamente, junto a su hermana Tina, en el coro de la iglesia, Marie iba explorando cada vez más el mundo de la música, sobresaliendo entre sus compañeres. Llegó a participar en el departamento dramático de su posterior universidad, recorriendo todo el país en diferentes obras. Finalmente, ya graduada, llegó a las grandes ciudades donde, sin saberlo, su vida cambiaría para siempre.
Por azares del destino, Marie conocería a quien sería su pareja por unos años y compañero, Stefan Dernbrant, así como a Martin Sternhufvud y Per Gessle, quienes formaban la banda Strulpojkar, posteriormente bautizada como Strul. Ella sería parte del grupo por un tiempo, logrando cierto éxito local y recibiendo la invitación de presentarse en vivo. Sin embargo, todo se vería eclipsado por la muerte del padre de Marie, quien nunca llegaría a verla sobre un escenario.
Dejando atrás Strul, se embarcó en un nuevo trabajo junto a Martin, con quien, tras su separación con Stefan, mantendría una relación. Así nació el dúo MaMas Barn. Aquí, Fredriksson comenzó a dudar de su rol dentro de la agrupación. El descontento con la grabación de su álbum y las continuas ofertas que le hacían diferentes discográficas comenzaron a alimentar su deseo de explorar una nueva faceta en su carrera, pero seria finalmente el consejo de Gessle que la llevaría a embarcarse en el siguiente paso: ser solista.
Con dos discos bajo el brazo, «Het Vind», que contó con la participación de su antiguo colaborador Per Gessle y su ahora expareja Martin Sternhufvud, y «Den Sjunde Vågen», la imagen de Fredriksson crecía y crecía. Sin embargo, al mismo tiempo, su pánico escénico y el temor a actuar por su cuenta se apoderaban de ella, haciéndole cada vez más difícil sobrellevar el éxito que comenzaba a llegar.
Así, como estrategia, su discográfica le sugirió tanto a ella como a Gessle interpretar un éxito de Per en inglés, naciendo lo que sería conocido mundialmente como Roxette. «Neverending Love» entró rápidamente en los rankings de Suecia, acompañado de su primer álbum, «Pearls of Passion», el cual, si bien estaba lejos de traspasar las fronteras del país, marcó el camino para que Roxette se convirtiera en una de las agrupaciones más grandes de Suecia, al nivel de ABBA.
Entonces, en 1988, llegó «Look Sharp!», su segundo álbum, con el cual Roxette, junto a éxitos como «Listen to Your Heart» y posteriormente el lanzamiento de «It Must Have Been Love» como parte del soundtrack de «Pretty Woman», alcanzó la fama mundial. Esto convirtió a la banda en un ícono de los años noventa y, con ello, abrió un capítulo muy oscuro en la vida de la cantante.
Rodeada de éxito tras éxito, nuevos discos y la admiración de miles alrededor del mundo, Fredriksson, quien se compara en sus memorias con su padre, cayó en la bebida como única salida para afrontar su nueva realidad. Según sus propias palabras, pasar de comer sopa enlatada a ser vestida por las grandes marcas e incluso ser reconocida en la calle la hizo mucho más consciente de su soledad.
Sus grandes emociones la abrumaban y estar en Roxette se hacía cada vez más insostenible. No quedaba espacio para ser una persona real, solo para ser aquella estrella que todos esperaban que fuera, hundiéndola en una depresión de la que veía difícil salir.
Los años siguientes estuvieron marcados por más música, giras y la realización de su propio MTV Unplugged, consolidando la figura de Fredriksson como una de las más influyentes entre las mujeres del rock. Sin embargo, todo esto no duraría mucho, pues tras un accidente doméstico en el que la artista se golpeó la cabeza, se le detectó un tumor cerebral, lo que la llevó a distanciarse de los escenarios para someterse a un tratamiento severo que afectaría profundamente su círculo cercano. En sus memorias, mencionó: “Nunca en mi vida había aparecido nada que no pudiera resolver”. Afrontando la situación como ella sabía hacerlo, de frente.
Tras una breve pausa de la enfermedad en 2006, el cáncer volvió a atacarla. Pero eso no mermó su espíritu, trabajando en proyectos como solista y acompañando a otres artistas en sus propias composiciones. Hasta 2011, donde Marie subió nuevamente al escenario junto a Roxette, trayendo consigo más música, aunque no mucho más tarde, todo se vería interrumpido.
Los constantes tratamientos estaban haciendo estragos en su cuerpo. La falta de audición, de vista y de memoria afectaban profundamente los shows. Pese a su ánimo y lucha, era inevitable, no se podía seguir. Aun así, con la actitud que la caracterizaba, Marie agradeció a sus fans por su apoyo, diciendo con firmeza que esperaba lanzar un nuevo álbum.
Sin embargo, Marie falleció en 2019, dejando como último regalo a sus seguidores una serie de sencillos que, sin duda, marcarían el cierre de una historia llena de altibajos, pero, sobre todo, de una gran fortaleza. En palabras del mismo Gessle: “Mi amiga fue una persona extraordinaria”.
Inexperta, desordenada e improvisadora como ella sola, Marie Fredriksson fue y sigue siendo una de las figuras más potentes de la música, abriendo camino para las mujeres, mostrándonos un lado muy oscuro de la fama y haciéndonos reflexionar sobre la salud mental en la industria musical. La cantante fue una maestra en llevar todo a pesar de ir contra viento y marea, una mujer espléndida que, sin duda, dejó mucho al mundo y que seguiremos escuchando generación tras generación.