A diez años de «Froot»: Living la dolce vita

13-03-2025 | Reseñas

Reseña por @vxl.ink

Desprendiéndose de lo que quedaba de aquel mundo artificial y satírico que rodeaba a «Electra Heart», en 2015, Marina nos daba la bienvenida a uno de los viajes sonoros más trascendentes y simbólicos de su carrera hasta el momento. 

Ya sea una carta dirigida hacia sí misma o uno de los diarios más emotivamente excéntricos a los que hemos tenido acceso alguna vez. No importa cómo quieras definirlo, una cosa es cierta: el tercer álbum de la artista nos haría recorrer los matices del ser humano, uno que está en constante lucha con su salud mental. Encontrándonos con lo más oscuro y lujurioso de la vida, en celebración de sus 10 años, nos dejamos envolver por la estética y verdad del inolvidable «Froot».

Acompañada de un piano en una intimidad palpable e incluso un tanto abrupta, la encargada de recibirnos en este viaje es «Happy», una oda a la soledad y la búsqueda de la felicidad. 

La cantante nos habla acerca de su crecimiento personal, iniciando la canción llena de desolación y desesperanza hasta su reconexión con la música, e incluso su cambio de mentalidad sobre necesitar compañía. La canción cierra con un llamado de esperanza a todo aquel que la escuche, reafirmando constantemente que la verdadera felicidad viene de une misme.

Siguiendo con el sencillo principal y el que daría nombre al álbum, «Froot» se diferencia completamente de su antecesora. Cargada de energía y sonidos asimilados a los juegos de azar, llena la habitación con una atmósfera vibrante y colorida. En ella, Marina nos hace valorar la espera y el crecimiento, afirmando que todo lo que debe llegar a nosotres llegará en su debido tiempo, haciendo un llamado a disfrutar del presente y usando la metáfora de ir madurando tal como las frutas.

Con «I’m a Ruin», el disco comienza a bajar nuevamente dentro de esta montaña rusa, llevándonos de regreso a la intimidad en medio de una confesión de Marina. En medio de una relación, es consciente de la complejidad de las dinámicas amorosas, llegando a admitir que su inmadurez le provoca daño a su pareja, a quien, al mismo tiempo, le advierte que, si continúan de ese modo, solo será un salto al vacío.

Siendo una especie de continuación, «Blue» nos muestra la otra cara de las rupturas amorosas: una llena de contradicciones, complejidad, egoísmo y frustración. Con una melodía más ligada al pop de los años 70, Marina nos habla de su necesidad de afecto, pero al mismo tiempo deja ver su deseo de mantenerse independiente y alejada. La complejidad de las relaciones se volvería a tocar casi al finalizar el álbum con «Weeds», en donde Marina compara los recuerdos de sus relaciones pasadas con la maleza que vuelve a crecer.

Acercándonos al cierre de la primera mitad del disco, nos encontramos con «Forget», canción que habla de las ataduras que nos mantienen aferrades a los errores del pasado y aquella lucha del bien y el mal que vive dentro de nosotres. Destacando la importancia del autodescubrimiento para alcanzar la verdadera libertad, Marina nos habla de los arrepentimientos y de cómo el reconocimiento de nuestra propia debilidad nos hará fuertes.

Esto se volvería a tocar más adelante en la sexta canción del álbum, «Gold», en donde la cantante enfatiza la importancia de la libertad, criticando fuertemente los roles materialistas del mundo que nos rodea y abrazando lo efímero y real de las conexiones humanas y la compañía.

Llena de frases empoderadas, con una melodía pegajosa y  con un fuerte mensaje feminista, «Can’t Pin Me Down» nos relata la reflexión de Marina ante un mundo machista que trata constantemente de encasillarla en los estereotipos de una artista:

“Podría ser tu hermana, podría ser tu madre, podría ser tu vecina, podría ser tu amante.
¿Te gusta mi cuerpo? ¿Te gusta mi mente? ¿Qué es lo que te cuesta definir?”.

Exponiendo el cansancio emocional, el deseo de soledad y lo complejo que es trabajar con une misme, «Solitaire» nos muestra el lado más vulnerable de Marina. Aquí, la cantante busca alejarse de las comparaciones, el ruido ensordecedor y la falsedad del mundo para sumirse en una catarsis que la lleva a encontrar belleza en sí misma y en su propia compañía.

Algo parecido ocurre en «Better Than That», en donde, abordando la autoestima y lo paradójico que resulta la imagen que mostramos al mundo, Marina nos llama a buscar más allá. Indica que, si bien es muy sencillo caer en patrones destructivos basados en los cánones de belleza, expectativas sociales y de género, siempre será mejor ser honeste con une misme. En ella, recalca que siempre hay oportunidad para empezar de cero y que, realmente, nos merecemos más que un mundo de plástico.

Comenzando a despedirnos del álbum, «Savages» nos presenta la naturaleza despiadada y monstruosa del ser humano. Intentando abrir la conversación acerca de cómo actos atroces como el asesinato o la violación son tan recurrentes en nuestra sociedad, Marina se suma al debate sobre si el ser humano es malo por naturaleza o si es algo que se va desarrollando con el tiempo. La canción culmina con una de las frases más trascendentales de esta era: “No tengo miedo de Dios, tengo miedo del hombre”.

Y así, sin darnos cuenta, llegamos a la última estación de esta montaña rusa: «Immortal». Con un sonido minimalista similar al de «Happy», el cierre de «Froot» habla acerca del legado que dejamos atrás. Dándole valor a los recuerdos como fuente para mantener vivo aquello que ya no está, Marina reflexiona sobre la trascendencia y lo invaluable que es preservar la memoria de otra persona en nuestro día a día. La lucha contra el tiempo y el reconocimiento de la propia mortalidad hacen de este un cierre con broche de oro para una historia que, a lo largo de sus capítulos, buscaba alcanzar la grandeza y la autenticidad.

Marcando el debut de Marina como productora principal, «Froot» se convertiría en una obra de culto dentro de su repertorio. Acompañado de letras llenas de introspección, el álbum nos muestra las diferentes esferas de la soledad, escalando a un trabajo mucho más personal y directo que sus anteriores. Un álbum digno de recordar por la definición de una sociedad en transición en plena era digital y el grito desolado de una mujer que lucha por ser escuchada. Eso es solo la punta del iceberg de «Froot», un desahogo necesario y el impulso perfecto para una Marina que estaba lista para extender sus alas.

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