
a 20 años de «From Under The Cork Tree»
Mucho más de lo que esperábamos
Reseña por Valsito
TW: Mención de suicidio y sobredosis
Antes de que ser emo fuera cool y estético, el género les pertenecía a aquelles más marginades que ni sus personalidades ni sus looks podían salvar su reputación. Usar lentes, piercings y las patillas largas no era algo que quisiera imitarse, sino más bien parecía ser objeto de burla. Aún así, con la ambición propia de jóvenes músicos en sus veintes, este fue el look con el que Fall Out Boy irrumpió en medio del auge de la escena emo, con una propuesta desafiante que no cabía precisamente en ninguno de los subgéneros conocidos, ni tampoco seguía la línea de su primer álbum «Take This To Your Grave» que les catalogó como banda de indie pop punk.
Pero ¿qué fue eso que hizo girar cabezas dentro de la industria cuando lanzaron su segundo álbum de estudio?
La composición experimental de Patrick Stump y la lírica poética de Pete Wentz se mezclarían esta vez con intenciones más profundas y sensibles, además de testimonios más tajantes que, junto a Joe Trohman y Andy Hurley, crearían un sonido estrepitoso. A 20 años de su lanzamiento, hoy celebramos el aniversario de «From Under The Cork Tree», un disco lleno de referencias y osadía que consolidó el sonido de Fall Out Boy y definió un estilo único dentro del pop punk en el 2005, y donde resurgirían a preguntarnos “¿Somos más de lo que esperaban?”.
Con la incertidumbre de no creer que podían hacer algo mejor que en su debut, «From Under The Cork Tree» fue un “último intento”, esta vez para divertirse, sin saber que se convertiría en algo mucho más grande que ellos mismos. «Sugar, We’re Goin Down» fue el primer sencillo de esta nueva era, una letra provocadora y una melodía pegadiza que bastó para que la canción se volviera un éxito en rankings y hoy considerado un clásico.
Pero la sorpresa real la trajo «Dance, Dance», segundo sencillo y primera canción que sintieron que “sonaba justo como ellos y nadie más”, la miseria seguía manifestándose en la letra, pero esta vez con un beat bailable swing punk que podía llegar a disfrutarse en fiestas. ¿Cómo era eso posible? Estábamos acostumbrades a sufrir con pianos, violines y guitarras de fondo, pero la naturaleza creativa y el alma soul de Patrick no se quedarían solo con eso.
Los sonidos de flashes muy apropiadamente abren este disco con «Our Lawyer Made Us Change the Name of This Song So We Wouldn’t Get Sued» («Nuestro Abogado Nos hizo Cambiar El Nombre De Esta Canción Para Que No Nos Demandaran»), un hecho real que sucedió al querer referenciar la vez que David Ruffin se sobreestimó y quiso cambiar el nombre de The Temptations a David Ruffin and The Temptations pero no lo logró, sino que fue expulsado del grupo. La canción de FOB originalmente se llamaría «My Name Is David Ruffin And These Are The Temptations» aludiendo a esta anécdota, pero los abogados lo impidieron para no tener problemas legales. De todas formas, la canción habla de la fama desde la ironía y, además de disfrazar verdades con sarcasmo, establecería la marca popularmente registrada de los títulos de canciones largos y divertidos, que, si bien era algo que otros artistas ya venían haciendo desde antes, en este disco se explotó el recurso como estrategia potencial para transformarse en algo propio de Fall Out Boy.
En esta era, la banda no deja atrás la inocencia de la adultez joven y en «Of All The Gin Joints In All The World» y «Nobody Puts Baby In The Corner» se remontan musicalmente a sus orígenes. Temas como la inseguridad, los celos y los crushes secretos son abordados con riffs de guitarra a cargo de Joe que mantienen los relatos entretenidos y la batería en manos de Andy manteniendo la intensidad. Esto sumado a la forma en que trabajan los versos y coros con una construcción poética, hace que las canciones se sientan completas y cada una igual de buena en su estilo particular.
Continuando, «I’ve Got a Dark Alley and a Bad Idea That Says You Should Shut Your Mouth (Summer Song)» se siente como un balde de agua fría, atenuando la energía del disco que se quiebra con la desesperanza de niños inseguros, pues ya no son los mismos jóvenes audaces del principio, sino que caen ante la propia conciencia de no sentirse suficientes. La melodía es agridulce y cargada de la nostalgia del sentir que el potencial que creían tener es falso. Con el corazón pesado admiten una debilidad que no pueden controlar y una serie de cosas que se les escapan de las manos, pero “el disco sigue saltando”.
Cuando no sabemos si la banda va a volver a levantarse, llegamos a mitad de álbum y nos encontramos con «7 Minutes In Heaven (Atavan Halen)», probablemente la canción más enérgica del disco. Predomina una guitarra pesada al estilo de Van Halen y versos intensos que parecen arrastrar un resentimiento particular. Y es que precisamente en ese estado mental se encontraba Pete Wentz cuando la escribió, ya que en el año 2005, durante la grabación de «From Under The Cork Tree» el bajista y liricista se encontraba sumido en una profunda depresión que lo llevó a cometer un accidental intento de suicidio por medio de sobredosis de medicación con la que trataba su trastorno de bipolaridad. Afortunados de que el intento haya fallado, hoy esta canción es un punto fuerte del álbum que para un oyente casual puede interpretarse como otro relato amoroso, pero quienes se interesan más profundamente en la carrera del artista, sabemos que lo que realmente nunca podrá olvidar son esos 7 minutos en los que se vio enfrentado a la muerte.
Paradójicamente, la siguiente canción parece ser el salvavidas que Pete podría haber necesitado en el momento en que escribió «7 Minutes in Heaven», ya que en «Sophomore Slump Or Come Back Of The Year» los chicos llegan como los terapeutas, resonando en los parlantes de sus fans, aunque ni ellos se lo crean, pues como una revelación de quien padece síndrome del impostor, en este track admiten la inseguridad con la que entregan su segundo álbum al público después de su exitoso debut. Pese a ello, con una convicción basada en lo que parece ser un trato mutuo entre los cuatro y sus oyentes, les invitan a cantar con ellos, con la esperanza de que se aprendan estas nuevas canciones y entre lágrimas congeladas y pastillas, Fall Out Boy promete darlo todo para mostrar su mejor trabajo.
«The Cork Tree» retoma la entrañable arrogancia veinteañera y no se queda atrás en historias. Amigos que sobrepasan sus límites por la trama en «Champagne for My Real Friends, Real Pain for My Sham Friends», o la desilusión de un romance que, de forma casi sádica, se compara con la imposibilidad del matrimonio en «I Slept With Someone in Fall Out Boy and All I Got Was This Stupid Song Written About Me» que, además de ser el título más aclamado de la banda, también se dice que es una de sus mejores canciones en vivo, destacando el puente recitado en guturales por Wentz; y las confesiones lastimeras de quien persigue a alguien (o algo) que está fuera de su alcance en «A Little Less Sixteen Candles, a Little More «Touch Me»» y que se ven reflejadas en el videoclip donde, metafóricamente, Pete es un vampiro que lucha contra personajes que parecen ser la personificación de las voces en su cabeza.
Comienza a concluir el disco con «Get Busy Living Or Get Busy Dying (Do Your Part to Save the Scene and Stop Going to Shows)», una balada punk soul autocrítica que se descompone en fragmentos. El tema parte con una vulnerabilidad electroacústica, pasando por una intensidad rockera y remata con la intervención de Wentz en un outro donde recita sus peores miedos. Al ser uno de los “deep cuts” del álbum, es considerablemente una de las canciones más infravaloradas de su discografía.
La segunda entrega de estudio llega a su fin con «XO» que resume todos los aspectos que la banda se atrevió a explorar en el disco. Esta canción reúne sintetizadores, batería en constante soporte de los punteos de guitarra y bajo, así como los versos de una conciencia que, como si fuera una experiencia religiosa, manifiesta que el amor nunca les quiso, pero de todas formas lo tomaron.
En esta travesía en que cuatro jóvenes de Chicago dicen ser terapeutas, químicos y poetas para lograr salir adelante con su música y sus vidas, Patrick y Pete se complementan de forma única para dar vida a las historias que no quieren vivir, y junto a Joe y Andy lograron crear un disco lleno de personalidad y resiliencia, con capas musicales donde se esconde un subtexto introspectivo arrancado directamente de las páginas del diario de Wentz, que es difícil pero no imposible de decodificar, al igual que la experiencia de crecer. En retrospectiva, podemos decir claramente que «From Under The Cork Tree» no inventó el pop punk, pero sí lo intervino de forma trascendente y lo hizo más amplio, dando cabida a nuevos sonidos que demuestran que la música emo no corresponde solo a tres subgéneros, sino que Fall Out Boy Desafió La Norma Dentro De Su Propio Nicho Demostrando Que Se Puede Bailar Con La Tragedia (Y Que Sí, Son Mucho Más De Lo Que Esperábamos).