Jacob Collier en Teatro Caupolicán: Música de idas y vueltas

07-09-2025 | Reseñas

Reseña por @Improbablynot
Fotografías por @El.eme (Vía @lotuscl)

Luego de seis largos años, que trajeron consigo el término de su gran proyecto en cuatro partes «Djesse», el multiinstrumentista y artista inglés, Jacob Collier, volvió a nuestro país. Aunque esta vez, la fiesta fue completa, con un Teatro Caupolicán que superaba con creces la cantidad de asistentes de su visita anterior. Un público deseoso de emocionarse y sorprenderse con el gran talento del músico y que, finalmente, tuvo la oportunidad de gritar, cantar y ser parte de la misma música que tanto les gusta, en un ida y vuelta entre oyentes e instrumento.

Minutos antes de las 21 hrs., las luces se apagaron para dar la bienvenida a Jacob Collier y su banda. Rápidamente, los gritos se transformaron en canto gracias a la dirección del músico, para poder comenzar con «100,000 Voices». La canción, además de dar inicio a su último álbum, es muy importante para la demostración de la conexión público-artista que generan sus shows, ya que cuenta con la grabación de las voces de sus asistentes en múltilpes conciertos. 

Posterior, y sin bajar la intensidad, vendría el primer sencillo del mismo disco, «WELLLL», la más rockera de la noche y de su discografía completa. 

«Wherever I Go» hizo brillar a la banda, con sus coristas reemplazando de gran manera las impresionantes voces de Lawrence y Michael McDonald en su versión original. Las energías se van calmando, con un pequeño respiro en «Little Blue», manteniendo la paz con «Feel», canción de «Djesse Vol. 2» y primera del setlist en desviarse de su último trabajo.

Ya con cinco canciones en el cuerpo, en las que Jacob había cantado, dirigido, tocado piano, bajo y guitarras varias, el músico se sentó a conversar con la gente un momento. Luego de recibir regalos de sus fans (un peluche pequeño, un gorro de lana y otro que no logramos captar bien por la rapidez de la entrega), nos cuenta un poco sobre el contexto de pandemia que lo hizo detenerse de las giras, su anterior show en Club Subterráneo y su recuerdo del público chileno. En ese sentido, el artista comenta que, según sus recuerdos, Chile tenía una energía muy “funky”, por lo que nos traía una canción en nuestro honor.

Siendo parte de su «Djesse Vol. 3», «Time Alone With You» logró calzar perfectamente la descripción, siendo una de las canciones que más emocionó a sus fans. Más adelante, el músico nos entregaría «All I Need», otro sencillo del álbum, convirtiéndose en las únicas dos canciones de este tercer volumen en ser interpretadas.

«The Sun Is In Your Eyes» nos devolvió a un espacio más íntimo, incluso con Jacob Collier lanzando un pequeño pero deseado besito al público. Del mismo modo, un cover en solitario de la icónica canción «Can’t Help Falling In Love», nos trajo de vuelta a su era más “hombre orquesta” y antigua, junto al uso de su icónico teclado “harmonizer”, que lo convierte en su propio coro moderno.

El artista también se dio el tiempo para improvisar con la palabra “Santiago”, la que ya había dicho en diversas oportunidades durante el concierto, generando la emoción visceral de sus fans. De hecho, el esfuerzo de Jacob por el uso del español sería notorio, no solo hablando a través de sus interacciones con la gente, diciendo palabras y frases en nuestro idioma, sino que también con las canciones que vendrían a continuación.

Primero, «Mi Corazón» fue una conexión directa con nuestro continente, siendo una colaboración con su amigo Camilo, y que lo hacía emocionarse por, finalmente, poder tocarla en el lugar donde pertenece. Una canción que refleja la magia que contiene la música en nuestro mundo real, y que lo llevó a reflexionar sobre cómo la música lo hace sentir grande, blando y cálido, algo necesario en el mundo hoy en día.

En segundo lugar, y buscando conectar aún más con nosotres como audiencia, Jacob nos regaló un instante especial. Como pequeño homenaje a nuestro país, el músico prosiguió a sentarse en su piano para interpretar «Gracias a la Vida» de Violeta Parra, junto a la posterior compañía de sus dos coristas, quienes también brillaron con la melodía principal.

Una melódica firmada más tarde, vendría un nuevo pero breve cover. «Blackbird» de The Beatles daría pie a una sección altamente esperada por su público: el “Coro Audiencia”. Si bien el teatro ya llevaba interactuando con el artista desde el principio, este sería un momento dedicado solamente al juego entre músico y sus fans. Aquí, la gente se vuelve el instrumento, convirtiéndonos al mismo tiempo en intérpretes y oyentes. Una técnica que hizo viral a Jacob hace años, y que parece nunca pasará de moda, debido a lo emocionante que es volvernos una parte esencial del concierto y la música misma. 

Así, por más de 10 minutos, el público hizo de todo. Desde líneas y armonías a modo de coro, hasta efectos que nos hacían replicar el sonido del bosque e, incluso, onomatopeyas que eventualmente se transformaron en un acompañamiento para el beatbox del artista.

Con toda la energía en alto luego de esta interacción, vendrían las últimas dos canciones de la noche. «Over You» y «Box Of Stars Pt.1» mantuvieron el histrionismo e hiperactividad del artista, así como un ambiente lleno de colores y alegría.

Está más que claro la importancia de la audiencia en los conciertos. Al fin y al cabo, la música no existe sin alguien que la escuche y los shows no llegan a buen puerto sin un público comprometido a asistir y participar de estos. Jacob Collier lo ha entendido desde siempre, pero su genialidad ha logrado llevarlo al extremo, buscando instancias en las que la comunidad se relacione con su arte y su persona, en la que todes canten, bailen, se muevan y, como dijo él mismo, logren perder esa rigidez que llevamos en el día a día. Ayer fue la prueba de que todes podemos ser parte de la música a través de la Jam colectiva que significó su concierto y, si estamos dispuestes, todes podemos ser un instrumento que el artista logre interpretar con el movimiento de sus manos y cuerpo completo. Una ida y vuelta de roles que confunden nuestra percepción entre instrumentos, artistas, oyentes y fans.  

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