«Beetlejuice»
¿De qué sirve ser un fantasma si no puedes asustar a la gente? Como cada jueves volvemos con un nuevo especial sobre películas, esta vez con un clásico de la cinematografía ochentera y que cautivó con sus hilarantes actuaciones y excepcional banda sonora: ¡Hoy hablaremos de Beetlejuice, Beetlejuice, Beetlejuice!
Dirigida por Tim Burton, «Beetlejuice» es una comedia paranormal estrenada en 1988 con Michael Keaton como protagonista y que llegó para romper con el estereotipo de casa embrujada, ya que no es una historia sobre vivos queriendo deshacerse de fantasmas, sino de fantasmas aterrados por los vivos. La historia se centra en Adam y Barbara Maitland, una joven pareja que fallece repentinamente debido a un accidente de tránsito al poco tiempo de haber estrenado su nuevo hogar. A causa de esto, deben aprender a vivir como fantasmas en su propia casa, pero dicha tarea se les dificulta cuando los Deetz, una excéntrica familia de vivos, se muda y perturba su ansiada tranquilidad.
Los Maitland intentan hacer de todo para ahuyentar a estas indeseadas visitas, pero lejos de espantarlos lo único que logran es captar aún más el interés de los nuevos propietarios. Por esta razón, deciden contactar a Beetlejuice, una criatura aterradora y desaliñada, especialista en “exorcizar a los vivos” que solo aparece al decir su nombre 3 veces. Pronto descubrirían que su ayuda no es lo que esperaban.
La actuación de Michael Keaton como Beetlejuice es, sin duda, uno de los elementos más memorables de la película, ya que pese a ser un personaje inquietante, destaca por su carismática y escandalosa personalidad. Esto le permite robarse completamente la atención del público, al entregarnos escenas llenas de un humor caótico pero astuto que atrapa y deja con ganas de más. Esto teniendo en cuenta que el personaje de Beetlejuice solo aparece durante 17 de los 92 minutos que dura la película.
Otro aspecto no menor sobre este personaje es el maquillaje que ayuda a darle vida, el cual estuvo a manos de Steve LaPorte, quien fue capaz de lograr esa apariencia fantasmagórica pero divertida al incluir elementos de un payaso combinado con un cadáver en descomposición. Este proceso de convertir al actor en Beetlejuice tomaba alrededor de 3 horas y media y estaba compuesto por una prótesis de látex, además de maquillaje tradicional y lentes de contacto. Un trabajo tan bien logrado que le permitió llevarse el Oscar a Mejor Maquillaje en 1989.
El resto del elenco no se queda atrás. Por un lado, tenemos las actuaciones de Alec Baldwin y Geena Davis, quienes interpretan a Adam y Barbara Maitland, personajes típicos de pueblo chico, cuyo motivo de vida se centra en vivir tranquilamente remodelando su casa; pero que dadas las “nuevas condiciones de vida” se ven obligados a adaptarse y lidiar con los desafíos que esto implica. En contraste están Delia y Charles Deetz, interpretados por Catherine O´Hara y Jeffrey Jones, una pareja neoyorkina totalmente diferente; modernos y extravagantes, con gustos y sentido del arte que ni sus amigos entienden.
Y no podemos dejar de mencionar a Winona Ryder con el papel de Lydia, la peculiar hija de los Deetz, quien es responsable de ayudar a ambas parejas en el proceso de convivir en la misma casa pese a sus notables diferencias. Un personaje que retrata fielmente el aspecto sombrío y excéntrico característico del universo cinematográfico de Tim Burton. De hecho, este fue solo el comienzo de la relación laboral entre Burton y Ryder, ya que posteriormente volvieron a colaborar en películas como Edward Scissorhands en 1990 y Frankenweenie en 2012.
Asimismo, la banda sonora es otro componente fundamental en la película. Las composiciones a cargo de otro recurrente colaborador de Burton, Danny Elfman, generan una atmósfera lúgubre pero deslumbrante que nos guía durante toda la narración, entregando el factor intrigante que une la historia.
De la mano de Elfman, otro músico que aportó con sus composiciones fue Harry Belafonte, quien acompaña una de las escenas más icónicas de la película. Esta toma lugar cuando los fantasmas de Adam y Barbara, en uno de sus intentos por espantar a los Deetz, deciden poseerlos junto con sus invitados para obligarlos a bailar y cantar «Day-O (The Banana Boat Song)», interpretada precisamente por Belafonte. Una escena que nos entrega uno de los momentos más divertidos de la película, al ver las reacciones de los personajes que bailan contra su voluntad.
Lo genial de esta escena y que le brinda el toque de comedia es que aparece en un momento que ni los personajes ni uno como espectador ve venir. A mitad de una frase, Delia cambia completamente su expresión facial y comienza a mover los labios en sincronía con la canción de Belafonte. Todos los personajes creen que está haciéndoles una broma hasta que uno a uno empiezan a sumarse a la coreografía al ritmo del calipso.
La música de Belafonte le dió vida no solo a una sino que dos de las escenas más recordadas, y es que su tema «Jump in the line» es el encargado de finalizar la película con Lydia bailando y flotando por los aires.
«Beetlejuice» se consagró como la décima película más taquillera en 1988 y hoy en día ha logrado trascender en el tiempo, llegando a ser considerada como una obra de culto entre los amantes del cine, gracias a sus memorables personajes, inconfundibles canciones y su increíble forma de unir lo mejor del género del terror y comedia dentro de un mundo de fantasía. Sin duda un clásico que te obliga a verlo una y otra vez.