
La Femme
En su canción homónima del disco «Psycho Tropical Berlin», el grupo francés La Femme nos advierte:
“La Femme vous tend sa main blanche
Si vous la saisissez, ce sera le frisson de votre vie”
“La Femme os ofrece su blanca mano,
Si la toman, será el escalofrío de su vida”
En este miércoles de recomendaciones, nos disponemos a aceptar su mano y, por lo tanto, también el riesgo que conlleva conocer a esta enigmática mujer.
Lo primero que hay que saber sobre La Femme es que no existe. Mejor dicho, su nombre no es lo que parece. Como todo lo que tiene que ver con este grupo, está rodeada de un halo de enigma y misterio: aunque el grupo se llama literalmente “la mujer”, no existe una sola mujer, sino varias.
La Femme es un grupo particular, incluso en su propia morfología: tiene dos o tres miembros fijos, los demás vienen y van. En una entrevista, sus miembros admiten que les gusta jugar con esa ambigüedad, en algunas fotografías del grupo expresamente faltan personas, en otras, se cuelan quienes no tienen por qué estar allí.
Aunque un halo de misterio y sorpresa rodea a La Femme, donde mejor se aprecia su transgresión es en su música. La Femme tiene una innegable identidad francesa, ya sea por su estética o su sonido, muy inspirados por artistas franceses de los 60s y sus ritmos yéyé. A pesar de esto, no duda en experimentar con influencias musicales y culturales de lo más variadas, logrando que su identidad sobreviva y enriquezca la fusión.
Un claro ejemplo es su álbum «Teatro Lúcido» (2022), inspirado por un tour en España y Latinoamérica. El grupo deja atrás -o mejor dicho, fusiona- su legado punk rock y psicodélico con influencias iberoamericanas: desde el reggaetón a la Movida Madrileña de los 80s, pasando por el pasodoble.
En constante reinvención, su último álbum «Rock Machine» (2024) se nutre de la influencia new-wave y punk rock de los 80s y 90s anglosajones.
A día de hoy, La Femme cuenta con 7 álbumes. Si bien cada álbum tiene una marcada identidad propia, todos poseen la transgresión y experimentación como factor común. La Femme es consciente de eso y, como todo, lo toma con irreverencia. Sus miembros se burlan de la interminable lista de etiquetas que se aplican a su música, la que describen, bromeando, como cercana al “strange wave” y “witch wave”. Incluso han oído algunos denominar su estilo como “surf/gainsbourg”. El título de su primer álbum, «Psycho Tropical Berlin», es un guiño directo al juego de la interminable acumulación de etiquetas.
La Femme no tiene miedo a probar, intentar y mezclar estilos y géneros. Aún así, logra dejar su marca y confeccionar, a través de la diversidad y la experimentación, una identidad propia marcada y reconocible.
Quizás lo mejor de La Femme, y quizás la clave para entender lo bien que funciona, es saber su orígen. En el grupo exitoso resiste el espíritu de unos adolescentes rebeldes, profundamente fascinados por la música alternativa olvidada de décadas pasadas.
Los dos fundadores de La Femme -Marlon Magnée y Sacha Got- son amigos de infancia: se conocieron en Biarritz a los 12 y 13 años. Adolescentes, se movían por ambientes surferos, skaters e incluso punks. Puesto así, no sorprende que el primer concierto de La Femme haya sido en el campeonato mundial de surf femenino de 2010, cabe añadir, frente a 5000 personas.
La Femme es un grupo que empezó mezclando sus canciones en GarageBand, que disfruta charlando de oscuros grupos sesenteros en las entrevistas, que conoció a una de sus cantantes más distintivas -Clémence Quélennec- en Myspace, y que dice amar los instrumentos al punto de no importar si saben o no tocarlos (es una cuestión de todavía).
Esta idea de ‘hazlo tú mismo’, donde lo importante es la visión artística -más que los medios para realizarla- es crucial para La Femme. El grupo insiste en crear sus propias gráficas y videoclips y, en general, mantener las riendas de su dirección artística y creativa. Esta es una prioridad para elles, y fue una importante condición al firmar con Barclay, importante discográfica perteneciente a Universal.
En pocas palabras, a pesar de sus innumerables expresiones y su forma cambiante, La Femme logra tener cohesión, un espíritu, sin duda el de une adolescente rebelde, sediente de experimentación y libertad pero cargade también de ternura y melancolía. Esa es la poesía de La Femme, que trasciende los ritmos endiablados de la sugestiva «Sacatela» o la irreverente «Mycose» -“Mycosis”- para también conmover profundamente, con la dulce letra de «Septembre» -“Septiembre”- que apela con ternura a la incertidumbre e ilusión que todes hemos sentido de niñes al llegar la vuelta a clases.
“Le mois de septembre va commencer
Un peu de spleen, c’est la fin de l’été”
(“El mes de septiembre va a comenzar
Algo de spleen, es el fin del verano”)
Queda claro que La Femme es rebeldía y ternura, libertad y poesía: es juventud.