
A 5 años de «Folklore»
Nostalgia de aquel verano en nuestras habitaciones y la trascendental mitología swiftie
Reseña por Daniel
Hace 5 años, el mundo atravesaba una de las intrigas más relevantes de nuestra historia con el peculiar devenir del confinamiento. Entre nuestra existencia en virtualidad y la creciente expansión de intimidad en la creación musical, nadie podría haber predicho un lanzamiento de Taylor Swift para acompañar aquellos días, pero quienes despertaron temprano el 23 de julio de 2020 se llevaron una gran sorpresa al entrar a redes.
El octavo trabajo discográfico de la cantante estadounidense aterrizó con asombro e intriga. Por un lado, no había pasado un año desde que Taylor nos había deslumbrado con la diamantina y románticas proyecciones de «Lover», mientras que el gris dominante en la portada y el título mismo del álbum presagiaban una transición inesperada en la paleta melódica de Swift. Un proyecto conmovedor que se convertiría además en un puzzle interactivo, plagado de easter eggs y fascinantes composiciones.
Llegada la medianoche del día siguiente, millones de swifties compartieron virtualmente una de las escuchas más particulares de entre todo el catálogo de la artista. «folklore» llegó no solo para ampliar el valor estético del haber musical de Taylor, sino que además trascendió como una de las piezas más intrincadas del mítico lore swiftie.
El día de hoy celebramos el quinto aniversario de «folklore» repasando su místico encanto, sus nostálgicas y sensibles composiciones y los aspectos que lo convirtieron en una de las piezas musicales fundamentales para el éxito del fenómeno Swift.
La tarde del 27 de abril de 2020 Taylor Swift publicaba una foto luciendo radiante y despreocupada, acompañada de la descripción “not a lot going at the moment” y la que, para cualquier navegante de internet, podría pasar desapercibida como una entre billones de publicaciones del mundo virtual, para el nicho swiftie, tal publicación se convirtió en la primera gran señal de alarma. Muy probablemente, algo importante sí estaba sucediendo en ese momento.
El álbum «folklore» nació íntegramente ligado al cambio de realidad que presenciamos mundialmente durante el año 2020. El confinamiento interrumpió las intenciones de Taylor para salir de gira y sus desvelos atrapados entre las paredes de su habitación motivaron, como nunca antes, su talento más plausible: su pluma y la emotiva empatía que nacen de ella.
Si bien todos sus discos previos poseían diferencias melódicas más conceptuales que instrumentales, algo que les unía era un amplio lente en torno a las desventuras, anhelos y secretos de su intérprete, Swift, quien hasta ese momento, había creado una extensa mitología personal a través de sus experiencias de vida.
En una dirección claramente menos convencional, «folklore» fue introducido por la cantautora como una colección de ficciones relativas a miedos, caprichos y reflexiones, todo condensado en la expresión más certera en su composición: canciones que revelaban, en un sentido más conciso, que Taylor estaba escribiendo cuentos y cartas secretas desde una observación más impersonal, descrito como historias que surgen de un bosque profundo.
Dicha naturaleza narrativa es uno de los instantes fundamentales en el ascenso de Swift como una de las compositoras por excelencia de este siglo, aquí se despegaba por un momento del meloso estribillo del pop minimalista e invitaba a sus fans a actuar casi como investigadores forenses buscando con meticulosidad el origen factual que podría estar inspirando cada canción.
Musicalmente, «folklore» es de esos álbumes absolutamente representativos del momento de su realización, pues, entre instrumentales refinados y melodías que evocan intimidad y catarsis, esta sería la primera vez que Taylor trabajaría con el músico estadounidense y miembro de la banda de indie rock The National, Aaron Dessner, quien prestó varias de sus maquetas instrumentales para ambientar las historias que se plasmaron en el álbum.
Más adelante, Swift reveló que el álbum fue trabajado casi en totalidad, desde la virtualidad, junto a Dessner y su mano derecha de confianza, y reconocido productor, Jack Antonoff. Durante esos meses, Taylor improvisó un estudio de grabación en su casa y dio rienda suelta a sus laberintos narrativos tal y como los imaginaba.
El arquetipo central se cierne al folk, desde sus periferias con el pop hasta sus nociones más profundas de chamber folk, recogiendo influencias de míticos en el género como Bon Iver (quien además posee una participación en la pista «exile»), Lana del Rey, o la música del propio Dessner. La instrumentación, aunque exquisita, asume el actuar de acompañamiento solemne y discreto.
La intención de Swift con su música se ha centrado, desde sus inicios, en la importancia de la narración en la canción. Si una de sus creaciones puede reducirse a su versión más austera instrumentalmente, pero conservar su fuerza expresiva, entonces es funcional. «folklore» se desenvuelve con una gama refinada de guitarras acústicas, sintetizadores sigilosos y un piano que dramatiza las piezas más crudas.
En este álbum, la historia nuclear es la de un triángulo amoroso adolescente entre Betty, James y Augustine, desarrollándose en tres de las canciones, que ocupan posiciones dispersas.
La primera de ellas «cardigan». Nos presenta a Betty, una joven adolecida por sus propias inseguridades: “cuando eres joven, ellos asumen que no sabes nada” y que atraviesa la agonía tras enfrentar la infidelidad de su novio James durante el verano: “dibujaste estrellas alrededor de mis cicatrices, pero ahora estoy sangrando”.
Aquel amor es tan profundo y vivaz que la chica no encuentra más alivio que reconocer cómo su amado la hacía sentir genuinamente vista: “y cuando me sentía como un viejo cardigan, bajo la cama de alguien, tú me vestiste y decías que era tu favorita”; admitiendo además, que sabía que su amado regresaría una vez que el calor de su aventura se apagase, aún cuando su perdón no era una garantía: “un amigo de todos es un amigo de nadie, persigues dos chicas, pierdes a la indicada”
Más adelante en «august», qué es un clásico indispensable y favorito generacional entre toda la discografía de Swift, conocemos la perspectiva de Augustine, quien, en medio de la aventura con James, también ha desarrollado un profundo y doloroso amor por él: “puedo vernos retorcer en sábanas, agosto se agotó como una botella de vino, porque nunca fuiste mío”
Finalmente, cerca del final del álbum y entre melodías de banjo que despliegan el country más elegante que haya presentado Taylor hasta ese entonces, «betty» nos presenta el punto de vista de James, un chico inmaduro e inmiscuido en la culpa y el arrepentimiento por su aventura “en el jardín, ¿confiarías en mí?, si dijera que fue solo un asunto de verano, solo tengo 17, yo no sé nada, pero sé que te extraño”.
Esa historia es probablemente la que mejor encapsula el derroche narrativo que se impregna durante todo el álbum, sin embargo, su aspecto impersonal se difumina con notoriedad en otros momentos. En «the last great american dynasty» Swift escribe, casi a manera de cuento, las desventuras de Rebekah Harkness, una perspicaz y rebelde compositora quien, muchos años atrás, habitó en su casa de Rhode Island. Una expresión clara de su habilidad para transformar los aspectos más cotidianos de su existencia en carismáticas narrativas.
Pero en realidad, «folklore» no se cierra a ningún tipo de narrativa en específico, su pluma es caleidoscópica. Por un lado, se extiende el listado de odas clásicas al rompimiento de anhelo nostálgico y, por otro, también encontramos una narración poética de la naturaleza furtiva y efímera de la infidelidad en «illicit affairs» :
“toma las palabras por lo que son, una disminución mercurial alta, una droga que solo funcionó, las primeras cientos de veces… mira este desastre olvidado por dios que me has hecho crear”.
La plenitud cursi que se presentaba en «Lover» alcanza una nueva cúspide a través de la sublime celebración a la creencia del destino en «invisible string»: “algo envolvió todos mis errores pasados en alambre de púas, cadenas alrededor de mis demonios, lana para desafiar a las estaciones, un solo hilo de oro, atándome a ti”.
Este álbum es tan reconocido en la carrera como compositora de Swift por la intensidad que alcanzan sus versos en varias de sus canciones. Es una evolución que renuncia momentáneamente a la más empática sencillez para inmiscuirse de lleno en la brutalidad honesta.
Ejemplo de ello es la oda a su romance en «peace»: “tu integridad me hace parecer pequeña… todas estas personas piensan que este amor es un espectáculo, pero yo moriría por ti en secreto” o su más cruda autocrítica en «this is me trying»: “tenía las ruedas más brillantes, ahora están oxidadas… me dijeron que todas mis jaulas eran mentales, así que me desperdicié, como todo mi potencial”.
Asimismo, uno de los momentos menos comentados entre el listado de canciones, pero con un encanto único dentro de la colección de Taylor, es el de «hoax», una canción de letra amorfa que parece apuntar hacia distintas direcciones interpretativas y desglosa sentimientos hacia distintos destinatarios, aunque sosteniendo su expresión poética: “tu desleal amor es la única farsa en la que creo, no quiero ninguna otra sombra de azul que no seas tú”.
Es imprescindible remarcar que la música folk, a menudo, sirve como medio reflexivo para afrontar la complejidad de la existencia humana y sus escenarios más conflictivos. Aunque podría parecer sencillo proyectar dichas emociones en una canción que logre conectar con el corazón y la experiencia del oyente, como todo en el haber musical, implica un talento reconocible.
En los últimos años, ha surgido en internet una gigantesca tendencia por demeritar la posición de Swift como ente creativo a causa de la inmensidad de su éxito comercial. Sin embargo, si escuchamos atentamente, podremos apreciar que la exitosa fórmula de Taylor es menos una calculada y conspirativa producción sin alma y, más bien, el trabajo de una compositora que prioriza la intimidad entre sus canciones y la audiencia que acompañará con ellas sus días.
En este mismo álbum, Swift reflexiona sobre la inquietud que le generaba la posibilidad de un desapego en la unión emocional tan significativa que sostiene con sus swifties. En «mirrorball» se entrega completamente a la expectativa de alguien quien la hace sentir vista. “Sé que dijeron que el final está cerca, pero todavía estoy de puntillas, girando con mis tacones más altos, amor, brillando solo por ti… todavía lo estoy intentando todo para mantenerte mirándome”.
«folklore» forma parte de una categoría importante del pop contemporáneo, en la que se prioriza la sensibilidad de oyentes que están siempre a la espera de un verso que traduzca el dolor de su rompimiento o la autenticidad de sus centelleos románticos. Son varios los nombres que resuenan en esta generación de estrellas que son aclamadas por la sinceridad y universalidad de sus plumas.
Tal como lo hemos repasado, «folklore» fue un álbum que surgió de un verano plagado de incertidumbre, un disco que fue adornando sutilmente nuestras habitaciones mientras nos encontrábamos a la espera de una nueva oportunidad para salir y hacer las cosas distinto.
Para Taylor Swift se convirtió en el catalizador esencial de toda una nueva era para el reconocimiento cultural de su creatividad narrativa, para les swifties, ascendió como una colección de joyas tan personales como refinadas.
Pero inclusive para el oyente casual y crítico, «folklore» podría contener uno de los argumentos mejor desarrollados en defensa de la trascendencia del fenómeno swiftie, una lista de canciones preparadas para acompañar esas historias que nunca habían platicado con nadie más.